Encuentro literario en el MEH
«Para mí la verdadera realidad es la literaria»
Fernando Sánchez Dragó desvela la temprana edad en la que apareció su vocación y, a sus 80 años, asegura que en la novela que es su vida le quedan aún siete u ocho libros por escribir
Fernando Sánchez Dragó es desde hace 80 años, los que calza, el personaje principal de su propia novela. Una historia apasionante y cargada de aventuras protagonizada por un escritor. Él. Ayer trazó unas líneas de ese relato en el Museo de la Evolución Humana (MEH). Mientras él departía con los responsables del centro y con su interlocutor en la charla, Felipe Ramos, subdirector de El Mundo de Castilla y León, que sustituyó a Ernesto Escapa, el público accedía a la sala hasta completarla.Minutos antes de iniciar el diálogo, el autor de Shangri-La: el elixir de la eterna juventud, su nuevo libro, repasaba esa vocación literaria que le traía a la ciudad en la que mataron a su padre al inicio de la Guerra Civil. Pero eso es otra parte de su historia y la cuenta al detalle en Muertes paralelas. Aquí empieza por el principio.¿Cuál fue la chispa que prendió y le hizo dedicarse a la literatura? Su primer recuerdo le lleva hasta la niñez. Ahí está Sánchez Dragó con tres o cuatro años, «más no, desde luego». «Yo aprendí a leer enseguida, fui muy precoz, leía muy bien, con una dicción correcta y mi mamá estaba muy orgullosa del nene y cada vez que venía una visita de cumplido me sacaba para que leyera en voz alta algo. Vino una señora, leí, fui muy aplaudido y me marché a jugar. Cuando ella se iba, me llamaron para que me despidiera y me preguntó ‘qué vas a ser de mayor’ y yo, con un aplomo formidable, que sorprendió a mi madre y a mí mismo, dije ‘yo voy a ser escritor’. Soy un caso paradigmático de vocación literaria. Todo lo que yo he hecho en la vida ha sido para poder ser escritor. Todo lo demás, profesor, conferenciante, meterme en política, mis ocho matrimonios..., ha sido para tener cosas que contar, para construirme a mí mismo como personaje literario. Soy un caso de vocación brutal», resume el escritor que detalla estos episodios en el primer volumen de sus memorias, Esos días azules. Memorias de un niño raro.«Para mí la verdadera realidad es la literaria», apostilla el autor, que desconoce si en esa determinación pudo influir la voraz lectora que era su madre o la estirpe de periodistas en su familia paterna.
De lo que sí está seguro es de que esa pasión no ha flaqueado «nunca, nunca» en estas ocho décadas. Y, tras advertir que «no es una chulada», observa que él escribe -«me refiero a actividad literaria, también hace falta mezclarse con la vida y leer mucho, los dos grandes afluentes del río de la literatura»- 12 horas al día 365 días al año y los bisiestos, 366.Reconoce que, aunque a los 10 años ya había escrito varias novelas y hasta obras de teatro que representaba con sus amiguitos en el trastero de casa, «cuando rompí aguas de verdad y lo hice como quien abre un dique fue con Gárgoris y Habidis. Estuve cinco años trabajando de sol a sol, me fiché 50.000 títulos de bibliografía, me leí más de 2.000, recorrí 20.000 kilómetros. Fue realmente un trabajo hercúleo».Todos los libros de Sánchez Dragó son autobiográficos. No hay misterio. «Intenté construir mi vida como un personaje de novela y el que mejor conozco soy yo y sobre el que mejor puedo escribir. A mí la única literatura que me interesa es la del yo, diarios, memorias, autobiografías..., y un escritor siempre quiere escribir los libros que le gusta leer. Las novelas me aburren una barbaridad», sostiene y alude a ese último volumen en el que bucea en la salud, la longevidad...¿Y cómo quiere que termine esa novela de la que es protagonista? «Mi obra literaria son eslabones de una cadena, de cada libro sale el siguiente, y para completarla me faltan entre cinco y siete. Estoy convencido de que no me moriré hasta que quede culminada», augura el también dueño de la probablemente mayor biblioteca privada del mundo, 110.000 volúmenes que tiritan en la sierra soriana.