La Espuela / Álvaro Barriuso, músico
«La mala leche en la música es contraproducente»
Tan larga como su sombra es su inquietud creativa. Improvisa con Archipiel y el Colectivo maDam, innova en la cocina con La Risoto y se deja morder por Dúo Cobra. Juega al solitario acompañado en ‘Siempre volviendo a casa’ y vive un año sabático, alejado de las aulas, no de los escenarios
Pregunta- ¿Qué improvisación es Álvaro Barriuso?
Respuesta- La de vivir. Había una pintada muy bonita que decía algo así como ‘yo también estoy improvisando en la vida’.P.- ¿Qué hay inamovible en el guion de su vida?
R.- Las cosas que uno lleva dentro. Otra cita, de Old Dirty Bastard, un rapero ya difunto, decía que podías sacar a un chico de su barrio pero no el barrio del chico. Lo que ya has vivido está ahí.P.- Dejar la carrera de Económicas fue fin y principio de...
R.- Fue fin de la adolescencia y principio de mi propio camino.P.- Ser hijo de un poeta ayuda a...
R.- A escribir bien y, quizás, a ser más sensible a algunas cosas y a disfrutar la poesía.P.- ¿Y serlo de un profesor?
R.- (Se lo piensa). Cuando tenía 15 años, tenía clarísimo que no quería ser profesor de Secundaria, pero no por conflicto con mi padre, sino porque yo veía que sufrían muchísimo. Nadie que no lo haya vivido sabe lo que es pasar noches corrigiendo exámenes desesperados porque los alumnos no han entendido nada y ayuda a valorar el trabajo de un profesor y el significado de palabras como maestría, respeto...P.- ¿Siempre que vuelve a casa a quién pilla en la cocina embadurnada de harina?
R.- Sorprendentemente a mucha gente muy cariñosa a la que cuando estás lejos echas de menos o piensas que estás más solo de lo que en realidad estás y cuando te tomas el tiempo de volver te preguntas por qué no has encontrado tiempo para estar más con esa gente, que es a la que quieres, que es la que te quiere y con la que realmente merece pasar el tiempo.P.- ¿Cómo es su mundo imaginario?
R.- Muy rico, muy potente, muy grande, incluso demasiado a veces. La imaginación es una herramienta maravillosa, pero también hay que ponerla en su sitio y no dejar que gobierne la vida porque el mundo es real y al final somos lo que somos y estamos donde estamos. Te sirve para contar cuentos, que pueden ser muy bonitos, y distraer o aleccionar, pero al final cuanto más pegada esté a la realidad más útil es.P.- ¿Y el real?
R.- El mundo de un músico en esta España del siglo XXI es tan complicadito de llevar adelante como el de mucha otra gente.P.- Su Paraíso Local tornó en infierno universal...
R.- El infierno también es local. Es uno mismo. Cuando se habla del infierno nos han contado que está después de la muerte pero en realidad está aquí igual que el paraíso y es el que uno consiga vivir y donde uno logre situarse.P.- ¿A qué sonaba Paraíso Local?
R.- A juventud, a ganas de todo, de comerse el mundo, y a chicos en un garaje.P.- ¿Por qué su Cobra es menos mediática que la de Bisbal si la suya es Dúo?
R.- Mi cobra con el tiempo cada vez se parece más a la del yoga y cura mucho la espalda.P.- ¿Qué iluminó la Orquesta Foco?
R.- Iluminó la libertad, que es una palabra que se utiliza y se busca mucho, pero que vivirla es más complejo de lo que uno piensa. No basta con que se la den los demás, tiene que tenerla uno dentro. Wade Matheus, un gran maestro, me dijo una vez que un improvisador es tan libre como él mismo pueda ser y creo que se puede aplicar a todas las personas. La verdadera libertad es la que concibes en tu cabeza, no la nominal, la que está en un papel.P.- ¿Tanto monta, monta tanto Archi como Piel?
R.- Sí, sí, sí. Las relaciones de dos siempre tienen una tendencia a ser asimétricas y desiguales y en Archipiel el ejercicio constante es para mantener la fluidez y el movimiento entre uno y otro. Eso obliga a renunciar a posiciones, a adoptar otras que no quieres y a asumir responsabilidad para que siga girando. Yo me lo imagino como un ocho infinito entre dos polos que deben moverse ambos para que siga hacia adelante.P.- ¿Qué ingrediente especial tiene la receta de La Risoto?
R.- Muchos. Es un plato muy rico, denso y potente, que lleva tiempo en preparar y cuya digestión no siempre es fácil. Nuestra Risoto llevaba, o lleva porque no es algo cerrado, mucho de liberación, un puntito de locura, mucha, mucha energía vital, deseo de experimentar situaciones diferentes y una agilidad maravillosa para mantener la cordura dentro de lo más absurdo. Y diversión a saco. Mucha diversión.P.- ¿Y a qué sabía / sabe?
R.- A los integrantes de La Risoto. Decía un amigo que se notaba que habíamos escuchado mucha música diferente. Era ese guiso en el que puedes echar de todo y al final si tienes un poquito de mano funciona.P.- ¿Qué esconde su alargada sombra?
R.- Mi sombra, precisamente.P.- ¿Quién suena en la banda sonora de su infancia?
R.- La música de mi padre, primero. Después, Los Beatles y Supertramp, y luego la guitarra clásica. Siempre he escuchado mucha música y muy variada. Recuerdo que en los viajes a mi padre le gustaba poner música en el coche y cantábamos todos juntos. Era muy divertido. Descubrí los Conciertos de Brandeburgo hurgando entre los discos un día que no había nadie en casa, fue ponerlo y flipar en colores. Los niños van descubriendo cosas.P.- ¿Qué cantaban en el auto de papá?
R.- De todo. Eran los años ochenta. Había muchos casetes. Raphael, Mocedades, Labordeta, Jarcha, el Dúo Dinámico, Los Brincos, los Bravos, Atahualpa Yupanqui, María Dolores Pradera, Patxi Andión, Sabina... Un montón de música italiana, española, americana.P.- ¿Cómo es el sentido del humor de la música?
R.- Frank ZappaP.- ¿Y la mala leche?
R.- La mala leche en la música es contraproducente. Sacarla es bueno, a modo de vía de escape, el metal, el grunge. Metallica cuando estoy de mala leche me encanta.P.- Y cuando está de buena...
R.- ¡Tantas cosas! ¿Algo que me pone siempre de buen humor? Bobby McFerrin.P.- El triple de su vida lo marcó...
R.- Con mi actual pareja.P.- ¿Cuál ha sido su mayor patinazo?
R.- Hay tantos que no me atrevería a decir uno, pero después de un patinazo te levantas y sigues.P.- ¿Y si dejamos las metáforas?
R.- En la Comunión de mi hermana, yo hacía de monaguillo, llevaba las vinajeras y delante del altar tropecé con un cable y me caí. No sé si te puedes imaginar algo más ridículo.P.- ¿Lo ha superado?
R.- Tuve suerte y el fraile que vino a ayudarme a levantarme era uno de los más encantadores del colegio, el hermano Samuel, me dijo ‘esto es una anécdota’. Y así quedó.P.- ¿Cuándo zozobró el barco pirata en la moqueta azul de su cuarto?
R.- ¡Toma ya! ¿De dónde has sacado esa información? Cuando dejé de tenerla porque me fui a otro sitio. Esa moqueta era maravillosa. Era un campo de juego divino.P.- Si este momento fuera de un cómic en el bocata pondría...
R.- ¡No hables demasiado!