Música
El desafío de tocar ‘La Quinta’ de memoria
El Proyecto Ibérico Orquestal de la Oscyl lanza el guante de interpretar a Beethoven sin partitura. Las violas burgalesas Raquel Martínez e Irene Grande y el violín Víctor Fuente lo cogen
La interpretación de la Quinta Sinfonía de Beethoven de memoria es el desafío que pone sobre el escenario el Proyecto Ibérico de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (Oscyl). Una veintena de jóvenes músicos acepta el reto, entre ellos, las violas burgalesas Raquel Martínez e Irene Grande, que repiten experiencia tras la del año pasado, y el violín Víctor Fuente, que se estrena este verano. Esta suerte de campamento estival se desarrollará entre el 16 y el 23 de julio en Valladolid y propiciará conciertos tanto en esta provincia como en Madrid y Lisboa. Original, atractiva y ardua propuesta.«Es un reto, tanto a nivel profesional como personal. En el Conservatorio tocas obras de memoria tú solo, o acompañado de pianista, pero en piezas orquestales no es nada común. Es muy novedoso y más una sinfonía que dura unos 35 minutos», expone Raquel Martínez, que acaba de terminar la carrera de Interpretación de Viola en el Conservatorio Superior de Pamplona.Irene Grande, que empezará 4º en Zaragoza, está expectante ante las novedades introducidas este año. «Tengo muchas ganas, aunque vamos a tener que trabajar bastante. Tocar una gran sinfonía de memoria es difícil, aunque sea conocida», insiste. Confiesa que lleva dos semanas mirándoselo y añade como aliciente y como dificultad la incorporación de la danza en la interpretación de la mano de la Escuela Profesional de Castilla y León, que hará que los músicos sean a la vez bailarines.La oportunidad de reencontrarse con compañeros con los que compartieron risas y sudores el año pasado se suma a las razones que han llevado a esta joven de 21 años a volver al Centro Cultural Miguel Delibes, sede de la Oscyl.De nuevas le pillará todo a Víctor Fuente (Burgos, 1998), que en otoño cursará 3º de Violín en el Conservatorio Superior de Salamanca. Viaja mañana a Valladolid como si fuera una esponja. Absorberá todas las enseñanzas.«Me llamaron, me lo propusieron, me pareció un proyecto muy atractivo y tuve que decir que sí», resume a través del teléfono y agrega que acude con la expectativa de vivir una experiencia nueva para él como es tocar una sinfonía de memoria. «Nunca he hecho nada igual y hay que aprovechar la oportunidad», anota este músico que lleva varios años con la Joven Orquesta de Soria y con la de Euskadi, además de actuar de forma puntual con la Orquesta Sinfónica de Burgos (OSBu).Le estimula la posibilidad de tocar junto a profesionales, «que te motivan a trabajar y a hacerlo muy bien», conocer a otras personas con sus mismas inquietudes, «que te aportan cosas tanto profesionales como personales», y viajar a Madrid o Lisboa para volcar todo delante del público.El regreso de Raquel e Irene a esta suerte de colonias de verano dice mucho de este proyecto. «Es una experiencia a la que no puedes decir que no si eres estudiante y quieres coger tablas en orquesta y saber cómo se vive dentro de una. La Oscyl es, a mi modo de ver, una de las mejores de España y mejor que sus músicos, que están ahí día a día, nadie te va a contar esa vivencia», apunta la primera.El Proyecto Ibérico Orquestal tiene entre sus objetivos el de «preparar a los jóvenes para el futuro, dando respuesta a la alta profesionalización del sector y a un entorno de alta competitividad».Los tres músicos burgaleses lo saben y se perfilan como ávidos exploradores que se adentran en cualquier aventura que se cruza en sus caminos.«Cuando estás a punto de terminar tus estudios tienes que decidir por dónde seguir y es bueno probar en distintas orquestas, que afronten diferentes estilos, épocas, obras... hasta dar con lo que te gusta y especializarte», sostiene Grande, que ya ha iniciado ese periplo picaflor. Participa estos días en un encuentro similar con la Joven Orquesta de Ibiza, que finaliza hoy con un concierto, y a la isla balear llegó desde la República Checa, donde estrenó una ópera de Alois Hába.En su cabeza está completar su formación fuera de España cuando termine la carrera, a pesar de que sabe que es difícil conseguir una plaza. «Casi todo el mundo sale, hacer un máster aquí es muy caro y los mismos profesores que tienes aquí están fuera, donde el curso cuesta menos», observa esta joven que quiere sentir en primera persona lo que ha oído a muchos amigos. «La manera de vivir la música es muy distinta. Está más arraigada en la gente. Aquí son pocos los que se interesan por la clásica», ilustra y advierte que proyectos como el de la Oscyl son una manera de llamar esta atención hoy huidiza.Tampoco Raquel Martínez descarta cruzar las fronteras cuando culmine la doble titulación en Pedagogía. «La opción está ahí. Este próximo año quiero ver qué me atrae más y a por ello», lanza y señala que compaginará los estudios con cualquier trabajo relacionado con la música para sumar currículum. Ella, que el jueves pasado tocó con la Burgos Baroque Ensemble por el 30 aniversario de la Casa de Europa y estuvo en el clásico concierto de San Pedro de la Joven Orquesta Sinfónica de Burgos, también mantiene todas las puertas abiertas.Convivir durante una semana con compañeros en su misma situación y trabajar con músicos profesionales que han pasado por idénticas circunstancias, amén de obligarse a memorizar la pieza de Beethoven, las ayudará a cincelar ese futuro, de momento, incierto.