El Correo de Burgos

FESTIVAL TRIBU

Cocineros y pequeños ‘dj’, a los platos

El ya clásico maridaje entre fogones y música, los talleres de Minitribu y los últimos conciertos ponen la guinda a la quinta edición

El público casi completó las gradas para ver la elaboración de las propuestas culinarias, como la de Gema de Domingo.-Raúl Ochoa

El público casi completó las gradas para ver la elaboración de las propuestas culinarias, como la de Gema de Domingo.-Raúl Ochoa

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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A paso de baile, con una cerveza fresca en la mano o dando cuenta de un bocadillo de calamares, coreando las canciones de los artistas y dj en escena, aunque no tirados en las hamacas de la intervención de Ajo, que alguien robó con nocturnidad y alevosía,... La intensidad se mantuvo en el Festival Tribu antes de poner la guinda a su quinta edición, que volvió a girar en torno a la plaza de San Juan... y a los platos. A los que prepararon cinco chef burgaleses en La cocina suena y a los que se pusieron los 30 niños y jóvenes que hicieron sus pinitos como dj con los chicos de Grotèsque Club en el último taller del Minitribu.El maridaje entre fogones y música es un clásico del Tribu. Ver en directo cómo trabajan los cocineros es el principal atractivo de esta actividad que ayer contó con, sobre todo, la participación de jóvenes talentos, rostros menos conocidos del panorama gastronómico local, que sorprendieron con sus propuestas.

Por el postre empezó la demostración. Con nitrógeno líquido trabajó Gema de Domingo, llegada directamente del servicio de comidas en La Jamada, para preparar su torrija con helado coronada con nubes de algodón. Al ritmo de Sol clap, de Quantic, la misma canción que se ponen en el restaurante como motivación, y con muchos nervios completó su creación esta profesional que ha trabajado con, entre otros, Dabid Muñoz en Madrid.Luis Rúa, colombiano con 15 años de residencia en España y menos de uno como cocinero, que trabaja en El Pedroso, en Barbadillo del Mercado, tomó el testigo para maridar los dos lados del Atlántico con su arepa, sin entrar en la pugna que libran Venezuela y Colombia por su paternidad.Pasarían por los fuegos Adriá Graupera (La Saciedad Secreta), que elaboraría unas mollejas con chipirones al son de Blue monday y Adriano Celentano, y Jairo García (Comed y Bebed, cocina a domicilio), que prepararía un bacalao a baja temperatura con curry verde y Dire Straits como banda sonora.Cerraría la pasarela un viejo conocido de esta cita. Cucho Íñiguez, de El Fogón de Jesusón, no ha faltado en ninguna edición. Con country y new folk en la pista de baile mostraría el proceso de un plato que tienen ahora en el menú degustación, una presa ibérica macerada con ajo negro realizado en una olla coreana, chiles ahumados, cacao, cebolla horcal, pimientos del piquillo, setas enoki, chips de patata morada deshidratada...«Esta es la mejor oportunidad para que el comensal vea el trabajo que lleva detrás lo que come en la mesa. Tiene mucha técnica y lleva mucho tiempo», anota feliz de repetir en esta experiencia y poner su granito de arena en el Tribu.

También lo estaban el presidente, Fernando Llorente, y el vicepresidente, Isaac Montoya, de la Asociación de Cocineros y Reposteros de Burgos (Acorebu). «Cualquier actividad con la gastronomía nos ayuda y esta que saca la cocina a la calle es muy atractiva para el público de este festival, que cada año va a más. Además, es un empujón para la gente nueva», se quitaban la palabra.Otros platos sonaban a escasos metros de estos efímeros fogones. Grotèsque Club se afanaba por crear a futuros dj en la Biblioteca Pública. Tímidos irrumpían los últimos participantes. Se quedaron petrificados ante la sesión que Petite Mort, A.Theo y Sundancekid, con sus inseparables máscaras, hicieron como introducción a la actividad. Los pequeños empezaron a abandonar la rigidez cuando se hizo la luz, subieron al estrado y pudieron poner sus manos sobre los ordenadores y demás artilugios con los que trabaja el colectivo burgalés, nacido hace siete años.¿El objetivo? «Queremos que los chavales aprendan nociones básicas y, por pedir, despertar en alguno una chispa y verlo dentro de diez años petando las cabinas. Estaría guay generar esa inquietud», responde A.Theo y al mismo tiempo admite que, aunque no es un fin prioritario, ahí está igualmente crear nuevo público. Lo intentarían, principalmente, dejando jugar a los chavales. ¿Qué mejor forma? Y es que es la primera vez que se ponen la careta de instructores.

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