PREMIO HONORÍFICO
Matt Dillon o el secreto de la incombustibilidad
El actor, que ha trabajado con Lars Von Trier, ha recogido en Valladolid la Espiga de Honor en reconocimiento a su carrera
Debutó en el cine cuando apenas era un adolescente. Se convirtió en símbolo de toda una generación, la X, con el grunge como banda sonora y el pesimismo como bandera. Actor fetiche de Francis Ford Coppola en ‘Rebeldes’ y ‘La ley de la calle’, de Gus Van Sant en ‘Drugstone Cowboy’, supo reciclarse cuando tocaba y siguió practicando el cine independiente, pero desde su vertiente más amable en ‘Beautiful Girls’ y mostró su lado más corrosivo en la comedia de los Farrelly ‘Algo pasa con Mary’. Reconoce que nunca le ha obsesionado el éxito, pero que el reconocimiento tampoco está tan mal, sobre todo cuando consiguió el aplauso de la crítica gracias a su interpretación en ‘Crash’, que le valió una nominación a los Oscar. Matt Dillon es un superviviente y lo ha demostrado reinventándose a sí mismo a lo largo de cada década, ahora a las órdenes de Lars Von Trier interpretando a un psicópata en ‘La casa de Jack’. El actor vuelve a ser actualidad gracias a este papel al límite, pero en la 66ª edición del Festival Internacional de Valladolid viene a recoger la Espiga de Honor por toda una carrera dedicada al cine más outsider y rompedor. También estrena nueva película junto a su amigo Nick Nolte, ‘Honey in the Head’, que clausurará el certamen. Además, el actor también se ha pasado al otro lado de la cámara, y tras su primera experiencia, ‘La ciudad de los fantasmas’ (2002), ahora rueda un documental sobre el cantante y compositor cubano Francisco Fellove. “He trabajado con muy buenos directores, también con algunos que no lo eran tanto”, ha comentado durante un encuentro con la prensa en el Festival. “Pero de todos he aprendido algo. Los directores son una especie de médiums, te introducen en un universo y te llevan a otra dimensión”.CAMBIOS EN LA INDUSTRIA
El actor es consciente de los profundos cambios que están afectando a la industria (se apuntó a la moda de las series con ‘Wayward Pines’), pero él solo busca buenos personajes y una cierta libertad creativa. “Los tiempos están constantemente evolucionando, pero lo hacen desde que empecé. Nunca he sido fan de la industria de Hollywood, pero, sin embargo, las mejores películas están hechas por directores independientes que trabajan en su seno”. En cuanto al recambio generacional, Matt Dillon dice que las fronteras son artificiales, pero que los jóvenes son demasiado sensibles. “No puedes decir nada sin ofender. Todo molesta, es un tipo de censura que me parece preocupante. La gente es más culta, es verdad, pero está menos vivida, tiene un menor conocimiento del mundo”. Alguien tan curtido como Dillon sabe de lo que habla. Pocos han quedado de aquella película, ‘Solteros’, que se convirtió en símbolo de la generación grunge. Sin embargo, él continúa desde las trincheras su reinado como chico malo de Hollywood, ya sea interpretando a Bukowski o a la encarnación del demonio junto a otro ilustre maldito con Von Trier.