SERGIO GARCÍA / Miembro de la A. C. Sad Hill
«Siempre he tenido fe en el proyecto de Sad Hill»
Es uno de los fundadores del grupo de cinéfilos del western que ha resucitado el cementerio del ‘triello’. Hoy deja en casa el pico y la pala y se viste de gala soñando con tener el busto de don Francisco entre sus manos.
Esta noche el cielo de Sevilla se verá reflejado a pie de calle por otras estrellas. La flor y nata del cine español vivirá, con los nervios pertinentes, la gala de entrega de los premios Goya que cada año reparte, desde 1986, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas. Y entre esos cientos de artistas del cine patrio estarán varias personas casi anónimas que se han subido al barco de la popularidad cinematográfica desde hace unos meses. Todo gracias a un cementerio creado hace más de cincuenta años para el rodaje de una película legendaria: El bueno, el feo y el malo, obra del cineasta italiano Sergio Leone. La razón: el documental Desenterrando Sad Hill, dirigido por Guillermo de Oliveira. Cuenta la quijotesca aventura de una cuadrilla de amantes del cine que luchan por recuperar un gigantesco decorado abandonado en mitad del valle de Mirandilla, sito en el término municipal de Santo Domingo de Silos, tras el rodaje del clásico del spaghetti western. Unos pocos fueron los pioneros, pero esta historia es hija de mil padres.
Una comitiva de ocho personas del equipo de la película estará en Sevilla esta noche con ganas de conquistar el Goya al mejor largometraje documental de 2018. Entre ellas Sergio García, miembro de la Asociación Cultural Sad Hill y uno de los protagonistas del filme de Oliveira.
Pregunta– ¿Cómo afrontan la gala de esta noche tan importante los miembros de la asociación?
Respuesta– Si nos lo dicen hace tres años no nos lo hubiéramos creído. Estamos muy contentos. También me alegro mucho por Guillermo, director del documental. Ha creído en nosotros desde el principio hasta el final de esta aventura. La película no ha tenido un camino fácil y hoy, qué cosas, pelearemos por un Goya.
P.-Tras el triunfo obtenido el pasado lunes al mejor documental en los premios del Círculo de Escritores Cinematográficos, ¿han crecido sus expectativas de conseguir el ansiado cabezón?
R.- El resto de nominados son grandes trabajos, pero nos anima mucho haberlos ganado ya en una votación. Esperamos haber tocado el corazón cinéfilo de los académicos con nuestra película (risas)... Y que no suene a tópico, pero estar allí ya es un premio.
P.- ¿Ha aumentado el número de apadrinamientos de tumbas desde que se estrenó Desenterrando Sad Hill?
R.- Ahora mismo lo tenemos parado. Ha sido tan grande el aluvión de peticiones que estamos desbordados. Y desde que la película está en la plataforma Netflix desde mediados de diciembre nos llegan a diario mensajes desde todo el mundo.
P.- Les habrán llegado solicitudes de todo tipo...
R.- Sí, las hay muy curiosas. Me hizo mucha gracia una muy reciente del cineasta Nacho Vigalondo, queriendo regalar una tumba a su pareja. Al cantante de Mojinos Escocíos, ‘El Sevilla’, le regalamos una cuando estuvo en Salas de los Infantes. Luego hay casos de ‘no famosos’ que nos tocan la fibra, como el de un chico que dedicó una sepultura a su hermano recientemente fallecido y que era muy fan de la película de Leone.
P.- Si echa la mirada hacia atrás, a ese encuentro entre amigos en un bar –el Baryloche de Hontoria del Pinar– donde se comenzó a fraguar la idea de desenterrar el cementerio, ¿cómo ve todo el camino recorrido desde el primer golpe de pala hasta pisar esta noche la alfombra roja de los Goya?
R.- Muy bonito. Y agotador. La recuperación del cementerio ha sido una locura de gente, esfuerzo y mucha paciencia. El documental, también. El diario de rodaje que escribió la productora Luisa Cowell, que acompaña al DVD-Bluray de la película, cuenta con todo detalle el proceso de realización del filme, con sus alegrías y decepciones, sus picos de euforia y sus momentos de bajón. Tanto nuestra labor en el campo como el documental estuvieron a punto de quedarse en nada varias veces. Hubo, nunca mejor dicho, muchas piedras en el camino. Pero a pesar de los contratiempos yo siempre tuve mucha fe en el proyecto de Sad Hill. Mis compañeros de la asociación, los voluntarios y el equipo de filmación hemos trabajado muy duro para rescatar un espacio mítico en el valle del Arlanza y para hacer una película que ahora que se puede ver en todo el planeta.
P.- ¿Cómo va la declaración del cementerio de Sad Hill como Bien de Interés Cultural?
R.- Los asuntos administrativos son complejos y, como reza el dicho, las cosas de palacio van despacio. Pero podemos decir que van, que no es poco. Estamos animados con conseguir el BIC.
P.- Sincérese, ¿cuántas veces al día pasa por su cabeza toda la aventura de Sad Hill que tan bien ha narrado Oliveira en el documental?
R.- Muchas, muchas. Y esta semana además estoy durmiendo fatal, con muchos nervios. Tengo a mis familiares y amigos aburridos con el tema del cementerio desde hace años (risas).