Un recorrido por la imprenta del Siglo de Oro

Para la enorme mayoría de las personas nos es tremendamente difícil apreciar el proceso de creación de un libro, en parte, debido al conocimiento de los medios tecnológicos actuales. Sin embargo, la creación de un libro es tremendamente compleja, aún más si las protagonistas son imprentas de hace cuatrocientos años, aquellas que en el Siglo de Oro dieron vida a obras como Don Quijote de la Mancha.Precisamente el proceso de creación de obras en aquella época fue el tema principal de la ponencia organizada por el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, que ayer ofreció el catedrático de Literatura José Manuel Lucía en el marco de la celebración del XVII Salón del Libro Antiguo, bajo el título ‘ Cómo se hacía un libro en el Siglo de Oro. El ejemplo de Cervantes’.«La creación de los libros antiguos es un mundo apasionante, especialmente porque el proceso no arranca cuando llegan a al imprenta sino mucho antes», explicó el catedrático en su ponencia. De hecho uno de aspectos más interesantes del proceso creativo de la época tenía que ver con el sistema de censura existente. «El proceso de creación de una obra en aquel siglo era costoso pero aún más lo era llegar a la imprenta», apunta, «se necesitaba una licencia del Consejo de Castilla, un requerimiento que no era otra cosa que una forma de censura».‘El Quijote’ de Miguel de Cervantes no se libró del requerimiento. Precisamente, uno de los documentos que se conservan actualmente es «la petición de publicación de la obra», un escrito que ayer pudieron disfrutar los asistentes a la charla de Lucía. Tras ese permiso, el creador necesitaba un librero que se ocupara de costear la impresión y de venderlo. En el caso de la obra más famosa de la literatura española, el individuo en cuestión fue Francisco de Robles. En su figura residía además la responsabilidad de salvaguardar la autenticidad de los volúmenes publicados de la obra de Cervantes. «Firmó un contrato de edición con De Robles y eso incluía luchar contra el plagio de la obra, ya en la época se batallaba contra la piratería», comentó el catedrático.De aquella forma de imprimir en la actualidad no queda nada, «solo queda la apariencia externa de los libros» y es que con la Revolución Industrial, la imprenta cambiaría para siempre.La XVII edición del Salón del Libro Antiguo que se celebra en el Monasterio San Juan finaliza hoy. Además de visitar los diferentes puestos, los más pequeños podrán disfrutar del taller Ex Libris, en el que aprenderán a hacer su propio sello para marcar libros. Será a partir de las 12.30 horas y está destinada a niños a partir de 8 años.