El Correo de Burgos

LITERATURA / SUSPENSE EN LAS CALLES DE BURGOS

EL detective que se hizo a sí mismo

Francisco Ajates recupera a Isaac Molina en ‘El último aliento’, segunda entrega de una saga con giros inesperados y regusto a thriller ibérico

Francisco Ajates presentó ayer, en la Biblioteca Pública de la plaza San Juan, su última novela.-RAÚL G. OCHOA

Francisco Ajates presentó ayer, en la Biblioteca Pública de la plaza San Juan, su última novela.-RAÚL G. OCHOA

Publicado por
DIEGO SANTAMARÍA
Burgos

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Isaac Molina no es el álter ego de Francisco Ajates, aunque personaje y creador guarden unas cuantas similitudes. Los dos veían cada vez más cerca la temida ‘crisis de los 40’ y decidieron lanzarse a la piscina con sus respectivas pasiones. El primero, el ficticio, comienza a trabajar como detective privado por «hobby» y acaba jugándose el pellejo. El segundo, ingeniero químico, natural de Avilés y apasionado de la novela negra, afronta el «reto personal» de escribir un libro. Al final, ambos descubren que aquello que tanto les atrapa se les da mucho mejor de lo que pensaban y sus vidas se entrecruzan para siempre a raíz de ‘Sueña cuando aún estás vivo’, primera entrega de una saga con las siempre necesarias pinceladas de «investigación», «muerte» y «misterio» que exige un buen thriller literario.Tan solo un año después de su debut, Isaac Molina regresó el pasado mes de noviembre a las librerías con ‘El último aliento’. Creía que había resuelto el caso más complicado de su vida en Cádiz, pero no imaginaba que volvería a enfrentarse cara a cara con la muerte en Burgos y alrededores. El «contraste» climático que el autor buscaba para su protagonista no es casual. Tampoco la elección de las ciudades en las que reclaman sus servicios. Ajates optó por la capital gaditana para su estreno porque pasa «épocas muy largas en verano con la familia» y le parecía un «sitio ideal» para ambientar una novela negra. En cuanto a la urbe del Cid, estaba cantado que tarde o temprano aparecería en una de sus obras, pues cinco años de residencia dan para mucho y esos «grandes amigos» con los que mantiene el contacto una década después bien merecen un homenaje.No es que aparezcan en la trama. De hecho, ninguno de los personajes es real. Lo que sí son verídicos son algunos establecimientos que recuerda con nostalgia y las calles del centro o de Gamonal que tantas veces se pateó durante su estancia en una ciudad en la que se encontraba «muy a gusto» pese al «estrés» laboral de aquella época. Sin embargo, Ajates solo se queda con lo bueno y ayer volvía a reencontrase con viejos amigos que se acercaron hasta la Biblioteca Pública de la plaza San Juan para charlar en profundidad sobre ‘El último aliento’.El punto de partida de esta entrega es el mismo: una persona desaparecida y múltiples interrogantes por despejar. No obstante, un «giro muy drástico» en el segundo capítulo pone de nuevo en alerta al detective. Definitivamente, se da cuenta de que su profesión no se limita a «maridos celosos, padres preocupados o seguros». Su primera aventura no era la única que le deparaba el destino y tampoco será la última. Ajates no revela muchos más detalles sobre la trama burgalesa por no hacer spoiler, pero sí avanza que Isaac Molina regresará tarde o temprano. Eso sí, ahora le toca «descansar» porque se merece unas vacaciones, pero el ingeniero se niega a desprenderse de ese investigador solitario, que «no tiene compromisos con nadie» y a ratos «inconsciente» al que tanto «cariño» ha cogido.Mientras su personaje disfruta del descanso del guerrero, el escritor asturiano trabaja en su cuarta novela. No es una errata. La tercera ya está acabada y «no tiene nada que ver» con lo anterior. Según sus propias palabras, se trata de un relato «muy negro, complicado, con una historia difícil de digerir». Una vuelta de tuerca al suspense que permanece en la «nevera» porque ahora mismo «no hay mercado para tanto». Desconoce cuándo saldrá, pero no le cabe duda de que su crudeza será el mejor aliciente para seguir enganchando lectores.¿De dónde saca tiempo un ingeniero químico para escribir novelas en medio año y captar el interés de una editorial? En su caso, madrugando. «Duermo bien y a las 6 de la mañana es mi momento». Lo mismo da un día laborable que el fin de semana o cualquier festivo. Café, ordenador y viaje a quién sabe dónde. Ajates siempre parte de una premisa «general» y sabe dónde quiere llegar, pero a medida que avanza la historia «los personajes van ganando fuerza, unos van entrando, otros saliendo... Y a lo mejor entra uno que tiene tirón y cobra más protagonismo del que pensaba».El final surge de repente. Puede que falten 5, 10 o 15 capítulos. En un momento dado, Ajates vislumbra el desenlace y le entra el «ansia» de «contar lo que tienes en la cabeza porque no quieres que se te escape». Lo malo es si el reloj marca las 7 y media y le toca ir a trabajar. No le queda más remedio que cumplir con sus obligaciones, pero por el camino va divagando sobre los giros finales con los que pretende dejar al lector con la boca abierta.

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