ESTRENO EDITORIAL
Christina Rosenvinge: 'Vivimos en la era del blanco y negro'
La artista madrileña publica 'Debut', un libro que recoge letras de canciones, relatos autobiográficos y un ensayo sobre la naturaleza de la canción
A Christina Rosenvinge le parece más interesante cómo se cuenta algo que la historia en sí, y por eso el mayor piropo que se le puede lanzar a su libro, Debut. Cuadernos y canciones (Ed. Penguin Random House), es que tiene más que ver con la literatura que con la crónica del rock o el anecdotario de una celebridad. Aunque para ello ha debido exponerse de un modo quizá menos efectista pero más hondo, porque del roce de la vida real derivan momentos de duda y fracasos, y es ahí donde sucede lo importante.Iba a ser una recopilación de letras de canciones, pero Debut ha terminado siendo un ejercicio de memorias intermitentes en que los textos, agrupados por álbumes, son introducidos por pequeños relatos en primera persona que rescatan recuerdos y sensaciones. Y al final asoma un ensayo en el que Rosenvinge diserta sobre la naturaleza de la canción y del texto, mesurando las propiedades de la rima, la fonética o el fraseo y tratando de explicar por qué escribir letras es tan difícil, ya que estás al servicio de la música.INSPIRADORA PATTI SMITHSi hasta ahora sabíamos que Christina Rosenvinge podía hacer excelentes canciones, Debut la destapa como narradora diestra, manejando materiales trascendentes sin ser pretenciosa, con sentido del humor y dejando un rastro del perfume de épocas y lugares en esos textos que cubren desde 1992 en adelante. Algún modelo? Quien mejor lo ha hecho es Patti Smith en Éramos unos niños, responde sin dudar. Su estilo literario es impecable y cuenta un momento maravilloso de la ciudad de Nueva York. Las memorias de Elvis Costello, en cambio, alternan momentos interesantísimos y otros un poco aburridos.Del mismo modo que ha querido dar una dignidad literaria a las letras de canciones, terreno en el que su primer referente fue Vainica Doble, tampoco ha utilizado estas 332 páginas para llenarlas de datos o hacer revelaciones que incumban a terceros. El típico libro que cuenta lo que de verdad pasó aquella noche en el estudio me interesa poco, por no hablar de los encuentros con famosos, cuando el autor se celebra a sí mismo, explica Rosenvinge, que en el texto deja entrever, por ejemplo, que acudió a la fiesta de 50 cumpleaños de David Bowie sin dar más detalles. Llegué a hablar con él un par de veces, pero nunca diría yo conocía a David Bowie.TORMENTA ELÉCTRICA ANTES DEL 11-SDe aquellos años neoyorkinos, de la mano de Lee Ranaldo (Sonic Youth), ha querido quedarse con la parte más cotidiana y bonita, como ese domingo tranquilo viendo el concierto de Glenn Branca con cien guitarras eléctricas sonando bajo las Torres Gemelas, dos meses antes del 11-S. Lo inimaginable de la tragedia la invita a relativizar. Angustiarse no tiene mucho sentido, porque las cosas que te dan miedo es posible que no ocurran nunca, y lo terrorífico que va a ocurrir no lo ves venir.En las últimas páginas, Rosenvinge se defiende ante la acusación de perpetuar el mito del amor romántico en sus letras. Alega que una canción es una narración dramática (si no hay conflicto, no hay historia!, escribe) y que no hay que quedarse en el estribillo. Vivimos en la era de la simplificación, del blanco y negro, lamenta. En las canciones se juega mucho con el lenguaje metafórico: en muchas de las mías, sobre todo de cierta época, hay cuchillos y puñales a punta pala, y no te los puedes tomar al pie de la letra.Frente a la censura de la derecha, la izquierda no pone también sus límites? Esto es culpa de Twitter y de extraer frases de contexto. También los periódicos lo hacen con sus titulares, replica Christina Rosenvinge, que vive un período de alto reconocimiento artístico, con premios como el Nacional de Músicas Actuales (del Ministerio de Cultura), tras su elogiado disco Un hombre rubio (2018). Esa buena respuesta me ha extrañado, porque es un disco con canciones densas, y la enseñanza es que nunca sabes lo que va a conectar y lo que no. Por eso, porque no se siente en ninguna atalaya de sabiduría, el libro se titula Debut. Porque siempre tengo la sensación de estar comenzando, lo cual es excitante pero extenuante.