Cine
Lino Varela: «El regreso de 'los niños de Rusia' a España fue increíblemente amargo»
‘Huérfanos del olvido’ recibió el pasado fin de semana su primer galardón, el de mejor documental castellano y leonés en el Festival de Cine y TV Reino de León / La película dirigida por Lino Varela, tras viajar por varias ciudades, desembarca este sábado en el auditorio Marcelino Camacho del Ateneo 1º de Mayo de Madrid (19 h.).
Si algo define la vida de Lino Varela es la pasión. Pasión por su familia y amigos. Pasión por su labor docente en el IES Diego Marín Aguilera. Y, cómo no, pasión por el cine. Largometrajes, cortometrajes, documentales y todo tipo de videocreaciones llenan una heterogénea filmografía siempre comprometida y muy libre.
Conversa con orgullo de su última obra, 'Huérfanos del olvido', el viaje al corazón de unos ancianos que fueron protagonistas y testigos de algunos de los episodios más trágicos de la Europa del siglo XX. Son los llamados ‘niños de Rusia’, cuyas vivencias son más desconocidas de lo que pueda parecer.
Con una perpetua sonrisa, el inquieto cineasta burgalés habla con un caudaloso discurso que ilumina desde sus grandes ojos, esos que ven la vida a 24 fotogramas por segundo.
Pregunta- Este proyecto comenzó al conocer la historia de Manuel Arce, un ‘niño de Rusia’ burgalés.
Respuesta- Así es. Manuel nació en Oña y a los pocos años marchó al País Vasco porque su padre consiguió un trabajo en Bilbao. Poco después comenzó la Guerra Civil y embarcó junto a su hermano César y otros cientos de niños hacia Rusia. En un principio la película iba a centrarse en Manuel Arce, pero nos topamos con un hecho histórico: el 80º aniversario de la marcha de esos niños a la URSS. Supimos que iba a celebrarse una reunión de homenaje a los supervivientes en Óbninsk y otra en Moscú, y para allá que nos fuimos a grabarles.
P-. Era una oportunidad única. Y necesaria, podríamos decir.
R-. Claro, de los casi 3.000 niños que marcharon a Rusia quedan vivos unos 60 y son personas muy mayores, nonagenarios la gran mayoría. Puede que sea la última reunión para muchos y no podíamos perder la ocasión de estar con ellos y que nos contaran sus impresionantes recuerdos. Tenemos unas quince horas de testimonios grabadas, son documentos históricos en primera persona que están ahí para siempre.
P-. ¿Cómo fue la marcha de estos pequeños desde España hasta la otra punta de Europa?
R-. Pasaron de vivir entre las bombas de la Guerra Civil española a ser recibidos en la URSS casi como héroes. Fueron cuidados con mimo, muy bien alimentados, y recibieron una educación exquisita. Está claro que, además del sentimiento solidario y de compasión hacia esos niños, fue una operación política de lavado de cara para gobierno de Stalin en todo el mundo donde al líder soviético se le tenía como el diablo.
P-. Pero la II Guerra Mundial hizo añicos aquella vida casi idílica para los niños. ¿Cómo les cambió la vida tras la invasión alemana?
R-. Las imágenes de archivo del documental hablan por sí solas, son brutales. Si para cualquier ser humano estar rodeado de violencia es muy duro, qué decir lo que supone para un niño. Su vida diaria se componía de muerte, hambre y terror. Los relatos que hacen los ‘niños’ sobre estos años en 'Huérfanos del olvido' son estremecedores.
P.- Pero quizá el episodio más duro que narran los protagonistas es su regreso a España. ¿Cómo fue?
R-. Eso es impresionante. Cuando empezamos el documental pensamos que la vuelta había sido feliz, un reencuentro deseado durante muchos años. Pero fue todo lo contrario, fue terrible. Ni el país ni sus familias eran los mismos que habían dejado tras su marcha 20 años antes. Sintieron una gran frialdad por parte de padres y hermanos, como si fueran alguien ajeno a su estirpe... Puede parecer increíble, pero muchos tiene recuerdos muy amargos del regreso. Eran como desconocidos. Influyó mucho la diferencia cultural que se gestó durante su separación, muchos ‘niños’ regresaron con un título universitario bajo el brazo mientras que sus familiares apenas sabían leer y escribir. Y estos sentimientos se agravaron más si cabe en los casos de las mujeres, no asimilaban que fueran médicas o ingenieras esas jóvenes nacidas en España.
P.- También lo que cuentan sobre la ‘Operación Niños’, tanto los protagonistas como los historiadores, es sobrecogedor y muy desconocido.
R.- Nosotros lo conocimos a fondo por el libro del profesor y periodista Rafael Moreno Izquierdo (que interviene en el documental) 'Los niños de Rusia. La verdadera historia de una operación de retorno'. Cuando los ‘niños’ ya mayores volvieron a España agentes de la CIA, en connivencia con el gobierno de Franco, les interrogaron durante varios días intentando obtener información sobre la URSS: cuarteles, lugares estratégicos, nombres de mandos... Claro, ellos no sabían nada, no les hubieran permitido salir de Rusia así de fácil. Fueron jornadas muy duras, sufriendo coacciones rayanas con la tortura. Es otro episodio delirante de sus vidas.
P-. ¿Qué huella ha dejado 'Huérfanos del olvido' en el ‘Lino persona’?
R-. De todos mis trabajos es el que más me ha llegado al alma. Hemos entrevistado a gente muy entrañable y generosa, que nos ha abierto su corazón, que nos ha revelado cosas que no habían confesado nunca a nadie. Eran muy conscientes de que podía ser la última oportunidad de contarlas. Además, tener cerca a personas que han vivido la Historia con mayúsculas -la Guerra Civil, la Rusia de Stalin, la II Guerra Mundial...- ha sido algo alucinante.
P-. En este 2019 se cumplen 30 años de su primer corto, 'El censor'. ¿Cuál ha sido el mejor y el peor momento de su carrera tras la cámara?
R-. Tengo un cariño inmenso a ese trabajo que protagonizó Cris Huerta. Me inoculó el veneno por hacer cine y no he sanado todavía (risas)... En todos los rodajes y proyectos he tenido momentos sublimes, de éxtasis, ¡te sientes Dios! Y otros de hundimiento en los que no salía nada. Hay que mantener la mente fría para que no descarrile ese enorme tren que es un proyecto cinematográfico.
P-. Usted es profesor de Audiovisuales en el IES Diego Marín Aguilera de Burgos y tiene contacto diario con alumnos. ¿Qué relación tienen los estudiantes de hoy con el cine?
R.- Llevo veintitantos años dando clase y estas últimas generaciones tienen una gran carencia de cultura cinematográfica. Lo cual es paradójico, porque tienen un acceso fácil e ilimitado a todo tipo de contenidos. Casi no ven cine y tienen poco espíritu crítico. Es una pena, la mayoría se comportan como espectadores superficiales y pasivos ante la pantalla.