El Correo de Burgos

PUBLICACIÓN / RELATOS POR AMOR AL ARTE

El encanto de una musa llamada Orbaneja

El pasado no se olvida y Miguel Ángel Velasco lo tiene muy presente en ‘El color de los recuerdos’, todo un alegato en favor de las raíces compartidas

Miguel Ángel Velasco con un ejemplar de su nuevo libro.-SANTI OTERO

Miguel Ángel Velasco con un ejemplar de su nuevo libro.-SANTI OTERO

Burgos

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No vive de, pero se desvive por las pintura y la literatura. Ingeniero químico en lo profesional y creador por amor al arte, Miguel Ángel Velasco es un «autodidacta» seducido por el expresionismo que se nutre de múltiples fuentes antes de dar rienda suelta a los miles de recuerdos, paisajes y emociones que habitan en su mente. Por motivos laborales, ha tenido la oportunidad de «viajar por todo el mundo». Sin embargo, su musa siempre fue Orbaneja del Castillo, su tierra natal y protagonista indiscutible de ‘Bocetos para una época’ (1993) y ‘El color de los recuerdos’, recién salido del horno y motivo de orgullo para sus paisanos.Desde su primera incursión como escritor a principios de los 90, Velasco ya «tenía en mente» publicar otro libro sobre Orbaneja. En esta ocasión, el autor recopila «distintos relatos y vivencias de épocas pasadas» que viajan hasta el presente a través de dos generaciones con diferentes puntos de vista pero con las mismas raíces. El color predomina de principio a fin en cada historia mientras el blanco y negro ilustra los capítulos. Con fotografías reales y una descripción «sentimental y melancólica» de lo que viene a continuación, el lector comprende de inmediato la trascendencia de una obra destinada a inmortalizar tiempos remotos e irrepetibles que solo la memoria puede rescatar del olvido eterno.La elección de la portada no fue fruto de la casualidad. La sepia estampa de ‘El color de los recuerdos’ es un homenaje a la familia de Velasco. En el centro de la imagen se encuentra su bisabuelo y a la derecha su abuela por parte de madre. Para el escritor, la fotografía es «lo más importante» y el orden de los factores sí altera el resultado. Como si de un puzle se tratase, cada pieza debe encajar en su lugar. De lo contrario, la composición global de la obra perdería su sentido.Para regocijo de Velasco, Orbaneja «no ha cambiado». Como si el tiempo se hubiese detenido hace décadas, la arquitectura y las calles del pueblo se mantienen intactas. Cierto es que la masificación turística «molesta un poco» a los vecinos, pero se respira vida y los restaurantes están «saturados». Este fenómeno beneficia a la economía local, pero tampoco estaría de más fomentar la cultura tradicional de la zona. Bajo esa perspectiva, el artista vocacional que se lo pasaba «de maravilla» en sus tiempos mozos ha planteado la posibilidad de construir un museo que «mezcle pintura, paleontología y etnografía».Lo ideal sería que la Junta de Castilla y León y Adeco Camino «se involucren». En tal caso, Velasco aportaría «50 o 60 cuadros, fósiles y herramientas» sin pedir nada a cambio, solo por la satisfacción de contemplar cómo el legado de su tierra se mantiene vivo y capta el interés de las nuevas y futuras generaciones. Además, también se prestaría a colaborar con una «exposición grande de paisajes castellanos» con pinceladas de la «literatura de Delibes».Tal es la admiración de Velasco por don Miguel que tuvo la osadía de mandarle un ejemplar de su primer libro con la esperanza de que le escribiese el prólogo. El célebre autor vallisoletano, «muy amable y educado», reconoció que «le había gustado pero que lamentablemente no podía porque después tendría que hacer lo mismo con otros 40.000».La trayectoria literaria de Velasco no acaba aquí. En «dos o tres años»volverá a publicar otro libro en el que aborda la relación de una «joven mexicana que cuida a una señora mayor en el pueblo». Orbaneja estará presente y también Delibes, ya que dicha entrega tendrá un dulce regusto a ‘La hoja roja’.

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