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ENTREVISTA

Toteking: «Hay escritores que no han leído nunca. Es surrealista»

Lector voraz, filólogo porque algo había que estudiar y cronista de una generación que pasó su adolescencia bajo el influjo de bombos, cajas y reivindicaciones legítimas. Está en la cumbre de su carrera pero no le da mayor importancia. Prefiere seguir hablando de literatura con su admirado Enrique Vila-Matas.

ToteKing-

Publicado por
Burgos

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De no ser por la escritura, probablemente hubiese optado por «seguir el signo, acabar el CAP, buscar un empleo fijo y ser una mierda de maestro pa’ el inútil de tu hijo». Afortunadamente, Manuel González, más conocido como ToteKing, eligió la pastilla roja, la misma que Neo en ‘Matrix’. Desde entonces, ha luchado contra todos sus demonios. En diferentes fases, palpables en cada disco, se ha labrado una trayectoria impecable que suda de las críticas ajenas. Hoy, más que ayer, defiende su verdad sin florituras mientras ultima los preparativos de su primer libro.

Pregunta.- ‘Lebron’. El mejor disco de su carrera. No es que lo diga usted, la mayoría de sus seguidores lo confirman.

Respuesta.- No sé si será el mejor, pero creo que tiene que estar entre los tres mejores discos que he hecho. Me ha dado ese cosquilleo especial que sientes cuando te sale una letra buena, te levantas de la silla y dices: «ostia, esto es importante, especial, estoy contando la verdad». Se nota, es casi físico. En ‘Lebron’ me pasó con cinco o seis canciones, que ya es mucho para lo que hoy en día se espera de un LP. Me recordaba a situaciones como las de 2006, cuando saqué ‘Un tipo cualquiera’, o en 2008 con ‘T.O.T.E’.

P.- Por fin parecen cesar los comentarios que añoran al Tote de antes...

R.- Cuando pasa eso te sientes bien, desde dentro se ve de una manera que la gente desde fuera no puede comprender. Los discos no se hacen en una burbuja, sino en un contexto que es la vida. Cuando te están pasando cosas diferentes cada día y atraviesas situaciones que la gente no conoce, es muy fácil pedir que vuelva el Tote de antes con la canción que hizo en tal año. Ahora la vida me ha puesto en este disco. No ha sido una cuestión de elegir ni de intentar hacer el mejor o el peor disco de mi carrera.

P.- La canción 'Bartleby & Co' pone los pelos de punta al oyente. Debe ser muy complicado escribir una letra en la que uno se desnuda interiormente.

R.- Cuando uno se va acercando a cierta edad -tampoco es que la mía sea alarmante, tengo 40 para 41-, empiezas a darte cuenta de que la gente se muere y de que nos vamos a ir al carajo. Recuerdo que mientras hacía el disco me di cuenta de que era una tontería irse mintiendo. Estaba pasando una racha muy mala y quise contarla.

P.- Viene al Sonorama con A Contra Blues. ¿Cómo se gestó esa alianza?

R.- Fue en un festival por salas en Barcelona en el que nos llamaron hace cinco años. Juntaban a bandas muy diferentes para hacerlas coincidir un día o dos de ensayo y montar un show especial. Me propusieron esta banda de blues, la idea me pareció guapa y los dos días de ensayo antes del bolo en el Apolo fueron increíbles. No sé explicarlo. Llegué al local y vi que tocaban tan bien que a la segunda vuelta ya salía el perfecto. Eran capaces de sacar la instrumental en cinco segundos. Además, hubo mucho feeling en lo personal. Y como a mí me flipa el rock, tuve claro que cuando tuviese la oportunidad de hacer un formato de bolo alternativo con banda, sin Dj, llamaría a esta gente.

P.- También se dejó ver en Televisión Española con Santo Rostro. ¿Se plantea un LP con banda?

R.- Me lo he planteado muchas veces y he intentado cosas, pero es complicado por una cuestión técnica. Las instrumentales de rap son inspiradoras para escribir. Sin embargo, una banda es muy buena para arreglar o crear algo cuando hay alguien que organiza todo el tema. Pero de cero, con una banda en el estudio haciendo acompañamiento, a la hora de escribir en casa no es tan estimulante como un beatmaker. Lo que sí me planteo es ir cada vez más hacia ese palo y quizá conseguir un disco que esté a caballo, como los que hacían The Roots en los 90.

P.- Por cierto, ¿qué tal el Resurrection Fest?

R.- Fue bestial. No había ido nunca y ha sido una pasada porque además hacía años que no tenía la oportunidad de estar en la zona de público de los festivales. Siempre estaba en la zona de artistas trabajando y fui camuflado tranquilamente. Compré merchandising, vi a las bandas... Disfruté como un cabrón. Vi a Brant Bjork y para mi gusto el mejor bolo del día. También vi a Slayer, Slipknot, un poco de Terror... Flipé.

P.- El año que viene publica su primer libro. ¿Qué nos puede contar?

R.- Siempre he tenido cosas anotadas en un segundo cuaderno que no era el que uso habitualmente para el rap. Pero nunca me he atrevido a publicar porque tengo muchísimo respeto por la literatura. En mi casa siempre se ha leído mucho y aparte he estudiado Filología Inglesa, por lo que siento amor por la literatura. 

Lo que pasa es que cuanto más lees más miedo te da porque sabes dónde está el nivel. No quería ni atreverme pese a que veía a mucha gente lanzarse a escribir aunque fuese peña que no leía. Hoy en día, vivimos en un mundo delirante con escritores que nunca han leído nada. Es surrealista.

Yo no quería meterme ahí, pero empecé a hablar con Enrique Vilamatas y me pidió que hiciese un texto para su web. Me insistió y le dije que no, aunque hablábamos de literatura por email. Total, que me lancé a escribir y me gustó. Cuando le mandé el texto a Enrique vi que también reaccionó muy bien y le pregunté si debería intentarlo. Me dijo que «sin duda». Me animó tantísimo que le perdí el miedo, sentí que no estaba invadiendo ningún terreno raro, que sí que podía y empecé a escribir.

Cuando tuve el primer borrador se lo pasé a un colega que me recomendó a la gente de Blackie Books, les gustó el manuscrito y aquí estamos, terminando la edición. Me queda poquísimo para acabarla.

P.- ¿De qué irá la historia?

R.- Va de cómo funciona mi cabeza. Es un poco anárquico. Cuando Enrique me pidió el texto lo primero que me salió no fue algo novelado. No sé cómo explicarlo, pero si tuviese que ponerle una etiqueta sería ‘miscelánea’. Tiene partes de opinión, casi de ensayo, partes de memoria... Es muy variado.

P.- Volviendo al plano musical, ¿se arrepiente de alguna letra?

R.- Me arrepiento de algún comentario o de alguna canción que pudiera tener tintes machistas. Todos hemos sido unos brutos y hemos aprendido con el tiempo. Yo no me libro, he hecho comentarios de los que arrepiento no solo por el mensaje, sino también estéticamente porque canciones que ya no me gustan hay muchas. Veo que la voz era pobre, que todavía no la tenía tan bien encallada como ahora, que sé cómo usarla en el estudio. También me arrepiento de haber sentenciado con opiniones que creía que eran absolutas y después me he dado cuenta con la edad de que todo es más relativo.

P.- Si ahora le diese por escribir una letra como ‘Bigota de la ponderosa’ (dedicada a José María Aznar), ¿quién sería el protagonista?

R.- Entraría en el talego directamente, alguien tendría que echarme un cable como hicimos con Valtonyc porque tal y como está el país... Hay tanto donde elegir que te mareas, ya no sabes ni dónde mirar, aunque al hacerme mayor me he vuelto más nihilista y más pasota.

P.- Hoy en día, el rap puede ser una profesión de riesgo. Probablemente, el Tote de 20 años se hubiese metido en problemas...

R.- Lo hablamos precisamente cuando fuimos a Mallorca, al concierto para recaudar fondos por lo de Valtonyc. Estábamos allí Def Con Dos, Los Chikos del Maíz, Pablo Hasel, Willy Toledo... Se juntó muchísima gente y estuvimos hablando del tema, de que todos decimos lo que queremos y que ahora mismo la gente tiene más miedo. Antes éramos muchísimo más libres en este sentido. Yo aún así no me corto, sigo diciendo lo que pienso y todos pensábamos lo mismo, que había que seguir igual, ser valientes, aunque ya sabemos que detrás un tío hay con un palo esperándote.