Lectura
Anhelos y confidencias en plena "revolución sexual"
La «cuenta pendiente» del promotor musical Javier Adrados con la revista Súper Pop se salda con un libro, junto a la periodista Ana Rius, que aborda con todo lujo de detalles el nacimiento
Era cuestión de tiempo. Desde que la Súper Pop se cruzó en su camino, a mediados de los 80, Javier Adrados tuvo claro que tarde o temprano rendiría «tributo» a la publicación que cambió su vida para siempre. Quién le iba a decir a aquel chaval de Moradillo de Roa que «devoraba» a escondidas las revistas de su hermana que años más tarde se convertiría en biógrafo autorizado de Mecano (su media naranja) y manager del mismísimo Nacho Cano. Ni en sus mejores sueños lo hubiese imaginado. Por aquel entonces, se conformaba con descubrir, cada dos semanas, un «mundo distinto» que nadie le había contado. Mucho ha llovido desde aquello. Las redes sociales han copado -y revolucionado por completo- ese espacio, aunque nunca está de más echar la vista atrás. Y eso es precisamente lo que hicieron Adrados y Ana Rius (directora de Súper Pop entre 1984 y 1988) al rendir «homenaje a la revista preferida de tu juventud».Yo también leía Súper Pop es el pago de una «cuenta pendiente», el cálido abrazo entre dos viejos e íntimos amigos -lector y papel- de la adolescencia. Adrados recuerda esa época con cariño, aunque se sintiese obligado en multitud de ocasiones a conseguir la revista de estrangis gracias a Carmelo, el pescadero del pueblo y «gran confidente» que se la compraba en Aranda de Duero. Hoy en día quizá parezca una tontería, pero eran otros tiempos. A rebufo de Europa, una joven e inexperta democracia española se abría a la modernidad en contraposición a ese tufo franquista, repleto de prejuicios, que aún calaba hondo en buena parte de la sociedad. Y claro, declararse fan de una publicación «más enfocada a un público femenino» conllevaba ser objeto de burla.En el fondo, a Adrados se la resbalaba porque lo suyo siempre fue «provocar». Gracias a la Súper Pop acabaría convirtiéndose en uno de los promotores musicales más influyentes del país, hasta el punto de convencer a Nacho Cano para actuar este año en el Sonorama tras 22 años sin subirse a un escenario. Pero esa es otra historia. A mediados de los 80, el menor de seis hermanos se transformó en un «Don Quijote» seducido por sus propios libros de caballerías. Mientras leía y releía todas esas informaciones sobre artistas que parecían «inventados», era capaz de volar con su imaginación más allá del papel. De hecho, cuando la revista publicaba las letras de algún grupo o cantante, se encargaba de entonar cada frase y poner la melodía guiándose por su propio criterio. Luego la realidad solía ser bien distinta, pero hasta que no lograba hacerse con la cinta deseada se dedicaba a «descubrir la música sin escucharla».No solo el «colorido» de textos e imágenes le llamó la atención. En su opinión, Súper Pop dio un «paso hacia delante en la cultura de España» gracias a ese punto de «frivolidad» que «hacía falta» para despertar un fenómeno fan residual que se limitaba a los artistas en blanco y negro, cantautores y poco más. Música aparte, la revista impulsó una «revolución sexual» desde su primera tirada en el año 77. Lo normal era recibir «miles y miles de cartas» cada semana. La juventud quería desahogarse y relatar sus experiencias más íntimas: la primera vez, técnicas de masturbación, fantasías ocultas... «Era todo nuevo». Para Adrados y para una generación a la que «no educaban para hablar de sexo».Ese «cosquilleo en la bragueta» al empatizar con testimonios anónimos resultaba muy reconfortante porque «veías que no estabas solo». No hay que olvidar que por aquel entonces internet era una quimera y lo más parecido a Facebook, Instagram o Twitter era la Súper Pop. Sin embargo, el hedonismo y el autobombo que imperan en la actualidad nada tenían que ver con una adolescencia posfranquista cuya «liberación» sexual se basaba en la exposición de pública -sin revelar la identidad del remitente- de cualquier duda, complejo y quebradero de cabeza amoroso en formato epistolar. La mayoría de relatos eran obra de mujeres, aunque las «pocas cartas» que enviaban los chicos siempre se publicaban. Los tabúes no entienden de género y Súper Pop, por mucho que se dirigiese principalmente a ellas, nunca puso líneas rojas en este sentido.A CUATRO MANOSLa alianza editorial entre Javier Adrados y Ana Rius surgió por pura y entrañable casualidad. Resulta que El País tuvo a bien elaborar una enciclopedia sobre los últimos 50 años de música en España. Para sorpresa del promotor ribereño, su nombre había sido incluido en tan prestigioso listado. No daba crédito, pero acabó creyéndoselo del todo cuando le invitaron a un debate en la Cadena Ser, conducido por Iñaki Gabilondo, sobre ‘Formas y maneras de amar la música’. Él, encantado, se explayó sobre su pasión desenfrenada gracias a Mecano y la Súper Pop. No esperaba ni de lejos la entrada en directo, por videoconferencia, de quien fuese directora de la revista a mediados de los 80. Como era de esperar, el flechazo fue inminente. Adrados reconoció en ese momento lo mucho que le «gustaría hacer un libro» y a Rius le entusiasmo la idea. Dicho y hecho, se pusieron manos a la obra y lanzaron una primera edición junto a un disco recopilatorio con lo más granado del pop comercial de ayer y anteayer.El proyecto funciono mejor de lo que esperaban. Los libros se vendieron como rosquillas y no quedó más remedio que sacar a la venta una segunda edición, que estará diponible a partir del martes 15 de octubre junto a un nuevo CD. En total, 40 canciones de artistas nacionales e internacionales que coparon portadas y decoraron las carpetas y habitaciones de miles de jóvenes en este país. Michael Jackson, Pecos, Sabrina, Camilo Sexto, New Kids on the Block, Olé Olé, Whitney Houston, OBK, Britney Spears, Tequila, Spice Girls... Y Mecano, cómo no, con su Barco a Venus navegando de nuevo viento en popa a toda vela.A la hora de encarar el recopilatorio, Adrados contó con la inestimable ayuda de Olga Láiz (Sony). Ambos tenían claro que la selección de temas debía entenderse como un «recorrido por todas las décadas». Lo «fácil», confiesa, era que había mucho donde elegir. Lo «malo», obviamente, fue determinar «qué dejas fuera». Por eso le encantaría, y Láiz estará de acuerdo, que salga un «tercer volumen». Más que nada porque está seguro de que tendrá una excelente acogida, no solo entre las lectoras de antaño sino también entre sus hijas. Los éxitos de los viejos tiempos no pasan de moda, quizá porque «lo que prevalece es la buena música» siempre y cuando se dejen a un lado los «prejuicios». Cierto es que una buena campaña de marketing resulta imprescindible para alcanzar la cima, aunque Adrados considera que la trascendencia se conquista «por algo más que por la promoción». Claro ejemplo, en los tiempos que corren, el de Blas Cantó. El exvocalista de Auryn, la boys band que resucitó este formato en España cuando se le daba prácticamente por muerto, sería hoy en día la «perfecta cantera de la Súper Pop». No será posible porque la revista echó el cierre en 2011, pero el promotor burgalés cree que su elección como representante en Eurovisión supone «todo un acierto» por parte de TVE.DESPEDIDA Y CIERRECuando la redacción de Súper Pop bajó la persiana, Adrados no era el mismo lector ensimismado de la etapa adolescente. Ya no acudía expectante al quiosco para hacerse con el último número, aunque de vez en cuando ojeaba sus contenidos a través de internet. El fenómeno fan que él ayudó a potenciar desde su entrada en el mundo discográfico, planteando nuevas fórmulas de promoción y encumbramiento, se mueve ahora bajo otros parámetros. La red de redes cambió por completo las reglas del juego y este tipo de revistas tenían los días contados. Casi todas perdieron su «sentido» primigenio con el paso de los años hasta convertirse en folletines «eróticos». El sexo vende, qué duda cabe, pero el seguimiento de bandas y grupos musicales en la cresta de la ola comercial se fue diluyendo conforme emergían las nuevas plataformas de contenido que hoy dictan las normas del posmodernismo social e informativo.Con más cariño que nostalgia, Yo también leía Súper Pop pretende tocar el «corazón» de todas aquellas personas que compartieron sueños y confidencias de su puño y letra. Quizá no vuelva a verse a un ídolo de masas como Pedro Marín desnudo a lomos de un caballo o a un actor de renombre como John Travolta narrando en exclusiva su primera experiencia sexual. Aquellas portadas míticas forman parte del recuerdo colectivo y su legado ahí quedan. Entretanto, Adrados continúa ligado a la industria musical con nuevos y jugosos proyectos a la vista. Entre ellos, un libro que no dejará indiferente a nadie: Yo tampoco gané Eurovisión. El título lo dice todo, el contenido promete.