Literatura
Roberto Llorente: «He acabado hablando y viajando en sueños con mis personajes»
El novelista burgalés regresa a las librerías con ‘¿Acaso el cielo no llora?’, la continuación de las aventuras de Ximeno, un briviescano inmerso entre los convulsos siglos XV y XVI. La presentación será este miércoles en la sala cultural de Hijos de Santiago Rodríguez del C. C. Camino de la Plata a partir de las 20 h.
Hace varios años, y tras desfilar muchos libros ajenos ante sus ojos, Roberto Llorente Infante (Burgos, 1975) decidió escribir su propia novela. Un poco de locura, otro tanto de inconsciencia pero toda la ilusión del mundo fructificaron en La piscina de Bethesda en 2013. Para su sorpresa y la de muchos vendió un montón de ejemplares. El buen recibimiento del público y el número de ventas -su ‘opera prima’ lleva más de 3.500 copias despachadas- le dieron el empujón para escribir otra. Y luego otra. Y así hasta hoy en que presentará su cuarta obra, ¿Acaso el cielo no llora?, la segunda protagonizada por Ximeno, un personaje real natural de Briviesca que vivió en la bisagra entre los siglos XV y XVI, un importantísimo momento histórico para el devenir de la España de los Reyes Católicos con el descubrimiento del Nuevo Mundo, la expulsión de los judíos o la llegada del Humanismo.
El autor burgalés presentará este miércoles ¿Acaso el cielo no llora? a partir de las 20 horas, en la sala cultural de Hijos de Santiago Rodríguez del Camino de la Plata acompañado por el presentador de La 8 Burgos Gerardo de Mateo.
Llorente habla torrencialmente, con una pasión desbocada por la Historia y su trabajo como narrador.
Pregunta- ¿Acaso el cielo no llora? es la continuación de De buena fe. ¿Cuándo se dio cuenta de que tenía que publicar la historia de Ximeno en dos partes?
Respuesta- Cuando veo que se me va a mil páginas. Ximeno fue un personaje real, nacido en Briviesca, que acabó trabajando para la Corona. Pero apenas se sabe nada sobre su vida. Entonces comencé inventándome su infancia y adolescencia en La Bureba de finales del siglo XV, donde conté con la ayuda de José María Ortiz, exalcalde de Briviesca y gran amante de la Historia. Con eso y toda la información que tenía de la época y lugares donde luego ejerció su carrera profesional la novela se me alargó mucho como para publicarla en un solo volumen.
P.- Para los no iniciados en su obra, ¿es imprescindible pasar primero por De buena fe para ‘atacar’ la novela que ahora presenta o pueden leerse independientemente?
R.- Se pueden leer independientemente. Lo mismo ocurre con mis dos primeras obras, La piscina de Bethesda y Las montañas salvadas. Comparten protagonistas pero la acción es distinta. De buena fe acaba en un momento de la vida de Ximeno y queda cerrada la historia. Su vida continúa en ¿Acaso el cielo no llora? y si has leído la anterior tienes más datos, pero se desarrolla en un tiempo y en un espacio tan distintos que no es imprescindible para comprender todo lo que ocurre.
P.- El trabajo de documentación de estas dos novelas ha tenido que ser fascinante. ¿Qué lugares, archivos y ciudades ha visitado para esta labor?
R.- He tenido la gran suerte de charlar con muchos profesores universitarios e historiadores. Por ejemplo, con Consuelo Varela, una de las máximas especialistas en Colón. O con Adelaida Sagarra, una de las mejores conocedoras de la figura del obispo Fonseca. Además he viajado muchísimo: Palos de la Frontera, Sevilla, Granada... He disfrutado mucho en la fase de documentación del libro. Al contrario que durante la escritura, donde he sufrido bastante.
P.- ¿Cómo así?
R.- Soy muy perfeccionista y quería que toda esa información histórica fluyera de manera natural con la vida de los personajes, y no me ha sido fácil llevarlo al papel. Además del rigor histórico, he perseguido la emoción en la novela. Y según me han comentado mis ‘lectores beta’, esos allegados que leen los primeros borradores del texto, lo he conseguido. Espero que el público que compre a partir de hoy la novela esté de acuerdo (risas).
P.- El título de una obra es algo trascendental. ¿Usted es de los que lo da muchas vueltas o tiene que conocerlo al comienzo de la redacción?
R.- Yo siempre digo que la novela tiene vida. Durante la escritura he hablado y viajado en sueños con los personajes, algo obsesivo, y al final del trabajo es casi el propio libro el que me da el título. Un dato: De buena fe tuvo un título anterior. Pero un colaborador y buen amigo, Ramón Puebla, me aconsejó otro y me gustó su sugerencia, y ahí está. Así que no me agarro a algo desde el principio.
P.- En la primera parte de las aventuras de Ximeno, De buena fe (2017), este briviescano se topaba con figuras tan ilustres como el condestable don Pedro Fernández de Velasco o Cristóbal Colón. ¿A qué grandes personajes nos encontraremos a lo largo de las páginas de su nueva publicación?
R.- Además de esos dos, están los Reyes Católicos y, sobre todo, el obispo Fonseca, un importantísimo personaje histórico y, por qué no decirlo, muy novelesco. Al que le guste esta etapa histórica va a disfrutar con estas y otras figuras.
P.- El almirante Cristóbal Colón aparecía en las últimas páginas de De buena fe. ¿Qué protagonismo tiene en esta continuación?
R.- He manejado mucho material para componer su acción en la trama y sé que va a causar cierta polémica la imagen que doy de Colón en ¿Acaso el cielo no llora?... Es un personaje del que hay mucha información y que tiene muchas caras, nunca ha dejado indiferente a nadie. En este libro sorprenderá.
P.- Ha publicado tres de sus cuatro novelas en Círculo Rojo, uno de los más importantes sellos de autoedición. ¿Qué ventajas encuentra a la hora de sacar sus obras al mercado en este tipo de editorial?
R.- Para mí es mucho más cómodo hacerlo así. Esperar a que me publique una editorial ‘estándar’ me genera un trabajo y unas complicaciones que no me compensan. El trato que he tenido desde mi primera novela en Círculo Rojo es espectacular y tengo una relación estupenda con todo el equipo y su director, Alberto Cerezuela.
P.- Parte de la redacción de sus novelas lo hace en el santuario de Santa Casilda, cuyo restaurante regenta desde hace veinte años. ¿Cómo es escribir en un lugar tan especial?
R.- Con el primer libro sí trabajé mucho allí, pero ahora no. Suelo ir a lo sumo a ‘rematar’ la novela, el último borrador. Me gusta ir más a las bibliotecas de Burgos, como a la Gonzalo de Berceo, para bregar con la documentación y los textos. Ahora Santa Casilda lo veo más como mi negocio y me transmite más estrés que paz (risas).
P.- Usted además es entrenador de fútbol del Belorado. A la hora de trabajar en sus libros, ¿le ayuda la disciplina adquirida en el deporte?
R.- A mí me gusta ‘dirigir’ grupos, sea un equipo de fútbol o mi propio negocio de hostelería. Y escribir una novela también tiene algo eso, es un proyecto con varias personas alrededor de una futura obra: los colaboradores, la gente de la editorial, la correctora, tus primeros lectores... Con respecto al fútbol, es mi válvula de escape. Y reconozco que me transformo en el área técnica cada partido, soy muy impetuoso (risas).
P.- ¿Le va a ser difícil salirse mentalmente de los años finales del siglo XV y los primeros del XVI tras tanto tiempo de trabajo?
R.- He acabado agotado y quiero escribir algo totalmente diferente, posiblemente en la época actual. He disfrutado una barbaridad documentándome y escribiendo sobre este tiempo, pero quiero salir de él. Ahora es el momento de los lectores.