Literatura
Peregrino de corazones
El escritor burgalés Jesús Carazo regresa a las librerías con 'Los amores efímeros' (Ediciones Valnera), una novela de amor(es) rebosante de lances eróticos, decepciones vitales y un afiladísimo sentido del humor
«Los períodos de mi vida en que mi desafortunado corazón no ha suspirado por ninguna mujer son como las zonas de sombra de un colorido paisaje». Así se despacha en un momento del relato el protagonista y narrador de Los amores efímeros (Ediciones Valnera), la última novela del escritor burgalés Jesús Carazo. Estamos ante un 'tour de force' sentimental que abarca desde el inicio de la juventud hasta la primera madurez. Una sufrida búsqueda del «amor absoluto y definitivo», un reguero de episodios amorosos largo y placentero que va dejando arrugas en el corazón.
«El protagonista es un poco picaflor», admite el autor burgalés desde la localidad francesa de Burdeos, donde vive intermitentemente hace más de una década pero que por mor de la pandemia no ha abandonado desde hace un año. «Pero su trayectoria de 'ligón' no está determinada por un complejo donjuanesco o un afán de coleccionista de novias, sino por su duda creciente de encontrar de una vez el amor eterno y la mujer ideal».
Carazo ha vertido en el recorrido vital del protagonista algunas experiencias propias, como su etapa de estudiante de Filosofía y Letras en Madrid de los años 60 o ciertos detalles de las aventuras sentimentales que confiesa este narrador sin apelativo conocido. «No le puse nombre para que la gente identifique al autor con el narrador, algo que sabía que iba a ocurrir. En el fondo es un juego con el lector que ya he repetido en otras obras mías... Aunque haya situaciones inspiradas en mi biografía, esta no es mi vida», apunta entre risas.
La nueva novela de Jesús Carazo se muestra como un rosario de cuentas formado por las mujeres que asoman en la vida del enamoradizo narrador. Alguna de esas jóvenes podrían ser las que observan el horizonte en la ilustración de la portada, realizada por Maite Niebla, que esperan sentadas en un banco la oportunidad de aparecer en un capítulo de esta obra. Calientan en la banda -si se me permite el símil futbolístico- Lucy, Susana, Ángela, Amparo, Marina, Marta, Alicia y algunas más. La primera en salir al campo es Gema -miope, juiciosa y aplicada-, con la que el protagonista cruzará el Rubicón de la primera adolescencia. A partir de ahí, el torrente de mujeres a las que amar infructuosamente -o no- será zigzagueante y caudaloso.
Con una amplia y premiada obra novelística y teatral, el literato burgalés despliega en Los amores efímeros una historia escrita con elegancia y mucho humor. «La novela moderna debe tener ese rasgo irónico que haga soportable sobrellevar el mundo actual en que vivimos. Es tan espantoso, absurdo y ridículo que si no utilizas el humor sólo te queda el suicidio. Es un ingrediente imprescindible en mis novelas».
También las páginas del libro se ven condimentadas con algunas cucharadas de erotismo. «Es normal que lo haya, con todas esas aventuras que ocurren en la novela, algunas muy ardientes, el componente erótico debía estar presente», indica el autor con gracejo. Tomen nota de los episodios que protagonizan Diana y Ágata, por ejemplo.
Como en otros de sus libros, la admiración por Vladimir Nabokov perfora las páginas de Los amores efímeros. «Cuando me crucé con Lolita descubrí otro mundo y me leí toda su obra. Hasta visité su última morada, un hotel en la ciudad suiza de Montreux donde residió durante 16 años. Es mi ídolo literario y me ha influido muchísimo», revela Jesús Carazo.
«¡La vida no era más que un peregrinaje de un corazón a otro!», exclama el protagonista de la novela del autor burgalés en un momento de la historia. «El narrador se enamora o mantiene relaciones con chicas muy distintas, pero sigue sin encontrar ese ideal hecho mujer que él tanto anhela. Por eso hay algo de decepción en toda su aventura. Y también resignación y aceptación de lo que la vida le ha ofrecido», añade.
La última obra de Carazo no fue escrita durante el confinamiento, aunque asegura que ese período fue productivo. «Escribo dos o tres horas todos los días. Durante ese tiempo trabajé algo más, claro. Este libro lo tenía acabado antes, pero ya tengo otras dos novelas preparadas y una la publicaré a finales de 2021», concluye anunciando esta buena noticia para la literatura burgalesa y para los lectores del autor de Los abismos de la noche, El soñador furtivo o Polifemo en Sicilia.
Al acabar las 207 páginas de la novela podemos imaginarnos al protagonista de Los amores efímeros, con su estrépito de dudas y una quebradiza fe en el amor, cantando con voz queda a sus parejas eso de «Cada vez que me amas es un milagro» del inolvidable Luis Eduardo Aute. El gran espejo de la vida, con el azogue dañado y el cristal nunca limpio.