PUBLICACIÓN / RELATOS DESDE LA DERROTA
Dimes y diretes de los que no ganaron Eurovisión
Javier Adrados, promotor musical y mánager de Nacho Cano, conversa en su próximo libro con (casi) todos los artistas que representaron a España en el festival / En plena pandemia, se reencontró a sí mismo tocando las campanas en Moradillo de Roa
Se subía «todas las tardes» a tocar las campanas de la iglesia de Moradillo de Roa para homenajear a sus paisanos y al personal sanitario. Al principio, pensaba que esto del coronavirus sería cosa de «15 días o un mes» y se entretuvo en «no hacer nada».
Pero vaya si lo hizo. Al calor del hogar, en la tierra que le vio nacer y en la que anhelaba conocer a Mecano, Javier Adrados se reencontró a sí mismo. Tañido a tañido, quería despojarse de esa «presión que teníamos todos encima».
La suya, al margen del ‘bicho’, era que su séptimo libro, apalabrado con la editorial Planeta, llevaba desde noviembre en tiempo de descuento. Lo que se traía entre manos, Yo tampoco gané Eurovisión, no era moco de pavo.
Sin prisa pero sin pausa, acabó proponiéndole a su amiga Patricia Godes que se embarcase en el proyecto. Iba a escribir el prólogo, pero aceptó el reto mientras él removía «Roma con Santiago» para gestionar las entrevistas, que no eran pocas.
Ahora, por fin, respira aliviado y expectante. Si la dichosa pandemia no provoca un nuevo cataclismo, la ‘criatura’ verá la luz el 14 de abril.
Si la dichosa pandemia no provoca un nuevo cataclismo, la ‘criatura’ verá la luz el 14 de abril
La lista de perdedores españoles en Eurovisión es más larga que un día sin pan. Hubiese sido mucho más fácil centrarse en las ganadoras: Massiel y Salomé.
También darían juego, por supuesto, pero resultaba mucho más jugoso adentrarse en la cara B del festival, en el triste sopetón de la derrota que en muchos casos no frustró un viaje en primera clase al estrellato. Julio Iglesias, Raphael, Paloma San Basilio, Sergio Dalma...
Puede que no ganaran, pero nadie pone en duda que tocaron el cielo con la mano y acabaron instalándose en él. La suerte, eso sí, no fue igual para todos y muchos se preguntan qué habrá sido de... (que cada cual ponga el nombre considere).
Todos, absolutamente todos (los que viven) salvo Barei -«declinó hacer declaraciones»-, abrieron su corazón al mánager de Nacho Cano, inclusive las dos flamantes ganadoras en forma de epístola.
Adrados tiene infinidad de contactos en el mundillo por méritos propios y algunos de los ‘perdedores’ estaban «a salto de Whatsapp». De entrada, quería centrarse en sus «favoritos». Cinco o seis artistas con los que compartió ilusión y nerviosismo, pegado a la pantalla, durante las votaciones. Sin embargo, fue incapaz de resistirse y acabó tirando la casa por la ventana.
Adrados tiene infinidad de contactos en el mundillo por méritos propios y algunos de los ‘perdedores’ estaban «a salto de Whatsapp»
Llamó a todas las puertas y se llevó gratísimas sorpresas. Desde el acercamiento al círculo íntimo del fallecido Peret hasta la «emotiva» entrevista a Remedios Amaya, orgullosa superviviente de un cáncer de pecho y sincera como ella sola. Hasta el punto de rememorar lo «despreciada» que llegó a sentirse por ser gitana y lo «agradecida» que estaba con el festival.
Algunos parecían «inalcanzables», pero nada más lejos de la realidad. Al menos para Adrados. Le sorprendió mucho, por ejemplo, la actitud de Sergio Dalma. «Ha tenido tanto éxito que pensé que le daría igual una entrevista más». Aparte de que no la fue, se involucró con el proyecto desde el primer momento e incluso mandaba fotos para documentar mejor la obra. El caso es que ninguna de las conversaciones posteriormente plasmadas sobre el papel tiene desperdicio. Yo tampoco gané Eurovisión genera sentimientos encontrados entre sus protagonistas. Añoranza, felicidad, decepción, cabreo... De todo un poco, con honestidad pasmosa, hay en la viña de este longevo festival.
'Yo tampoco gané Eurovisión' genera sentimientos encontrados entre sus protagonistas
La entrevista más «atípica», sin lugar a dudas, fue la que Adrados realizó a Rodolfo Chikilicuatre. Democratizar las votaciones es lo que tiene, y aunque España no quedó muy bien que digamos, lo cierto es que batió récords de audiencia al congregar a más de 10 millones de espectadores.
Sea como fuere, la distancia del presente ha permitido al actor y humorista David Fernández rememorar con perspectiva aquella broma que se fue de las manos. Tal fue la sobrecarga que el propio Fernández «tenía muy claro que, pasara lo que pasara, no iba a seguir con el personaje».
Acabó hastiado y sus últimas actuaciones evidenciaban que necesitaba unas largas -más bien eternas- vacaciones para desprenderse de un lastre que le impedía seguir creciendo. Además, «los eurofans se lo tomaron mal», pero esa ya es otra historia.
El principal escollo de España en el concurso no es el arbitraje. La derrota, según Adrados, obedece a que por norma general «no hay grandes canciones». Entre las excepciones, que haberlas haylas, se encuentra el Europe’s living a celebration de Rosa López.
La canción supuso un «antes y un después» en el festival. Más que nada, porque «consiguió que todo el país estuviese frente al televisor». Así lo reflejaron los índices de audiencia y así lo sintió ella misma. En el libro, cara a cara con Adrados, asegura que «no se sintió sola». Y aunque quizá no sea muy consciente de ello, logró que «muchos millennials rescataran Eurovisión».
La cuenta atrás ha comenzado y el autor se muerde las uñas. Espera que el libro guste porque lo suyo le ha costado recopilar tantos testimonios y tantas anécdotas que apenas unos pocos conocían. Comerse el tarro por las ventas no va con él porque trabaja con el «corazón» y no con la calculadora, pero no se le escapa que la editorial ha apostado fuerte con una tirada inicial de 6.000 ejemplares.
Espera que el libro guste porque lo suyo le ha costado recopilar tantos testimonios y tantas anécdotas que apenas unos pocos conocían
«No hay nada más bonito que ver tu libro en las estanterías», confiesa ilusionado ante la posibilidad de que Yo tampoco gané Eurovisión viaje más allá de España con una edición en inglés. En cualquier caso, se muestra muy satisfecho con el resultado.
Conseguir que tantos artistas te cuenten algo «frívolo» en plena pandemia suponía todo un reto. Y qué decir de Godes, indispensable de principio a fin y artífice de los capítulos «socioculturales» que ayudan a contextualizar la obra en su conjunto.
Para Adrados, Eurovisión es sinónimo de «libertad». Como ya hizo con la revista Súper Pop en su última referencia literaria, ha saldado una cuenta pendiente. Se siente afortunado porque cuenta con el respaldo de un gran grupo editorial que ha sabido reconocer su impronta como biógrafo oficial de Mecano, peso pesado de la industria musical y escritor apasionado aunque fuese por casualidad.
De cara al futuro, a corto o largo plazo, le gustaría poner en valor sus raíces a base de ensayos sobre la España vaciada de la que tanto se habla y por la que tan poco se hace. Y aunque apenas le da la vida porque el día solo dura 24 horas, también pondrá negro sobre blanco a la trayectoria vital de La Oreja de Van Gogh, grupo al que conoce de sobra y al que siempre ha tenido «mucho cariño».
De cara al futuro, a corto o largo plazo, le gustaría poner en valor sus raíces a base de ensayos sobre la España vaciada de la que tanto se habla y por la que tan poco se hace
Si algo queda de aquel niño de Moradillo al que llamaban «marica» por leer la Súper Pop es el brillo en los ojos cuando habla de música. Desde la Ribera del Duero imaginó lo que muchos ni siquiera se atrevían a soñar y acabó viajando por todo el mundo conquistando cimas.
Siendo como es el mánager del mismísimo Nacho Cano, podría tenérselo muy pero que muy creído. Todo lo contrario. Javier Adrados es la humildad personificada en un hombre que, desde siempre, tuvo claro que todo el mundo debería «reivindicarse a uno mismo».
Él lo consiguió y se enorgullece de ello. Sin pedantería ni lecciones para el respetable. Porque cuando el corazón habla, lo demás pasa a un segundo plano.