MÚSICA
Cantar para vivir en tiempos de pandemia
La Coral de San Esteban celebra hoy su primer concierto del año en el Monasterio de San Juan / Hasta marzo quedaron en silencio, desde hace dos meses ensayan en la sala Polisón
La nueva normalidad ha complicado algunos aspectos de la vida diaria de las personas, pero también su ocio y sus aficiones que para muchos son algo terapéutico, que ayudan a coger aire entre las exigencias del día a día.
Para las voces de un coro, en Burgos hay una gran profusión de corales, el confinamiento más estricto calló sus voces.
Para las voces de un coro, en Burgos hay una gran profusión de corales, el confinamiento más estricto calló sus voces.
En verano recuperaron algo de actividad y en Navidades apenas han podido realizar alguna actividad de cara al público.
Pero «cantar es una necesidad: te obliga a salir, hacer ejercicio físico, hablar con gente con la que tienes una misma inquietud y te sube el ánimo, es como algo necesario que te ayuda a ver el día a día con optimismo», explica la presidenta de la Coral de San Esteban, Mónica Lafuente.
Ella y otros 20 integrantes (ahora entre 16 y 18 al mismo tiempo, aunque han tenido épocas de ensayos a tres más el director), de los 30 que componen la coral, participan activamente en los ensayos bajo la dirección de César Zumel.
«Es un proceso mágico, cada voz es como los tubos de un órgano, pero ese tubo piensa y trata de ajustarse al resto para obtener un resultado final mágico que se logra con mucho trabajo y mucha disciplina», explica Zumel.
Por eso ni el coronavirus ni las mascarillas han frenado los ensayos periódicos de la coral. Hoy ese esfuerzo tiene su recompensa. Celebrarán su primer recital del año en el Monasterio de San Juan a las 19.30 horas.
«Se trata de un concierto pensando en los más desfavorecidos, queremos dar visibilidad a colectivos excluidos para lo que hemos rescatado piezas de nuestro repertorio», explica Mónica Lafuente. Para ello contarán con la actuación de un rapsoda que recitará poemas relacionados y se exhibirán fotos al respecto.
«Se trata de un concierto pensando en los más desfavorecidos, queremos dar visibilidad a colectivos excluidos para lo que hemos rescatado piezas de nuestro repertorio»
Es un momento importante porque, aunque hayan estado confinados, hayan tenido que reducir horarios y días de ensayo, y hayan tenido que ajustarse a tres participantes o grupos de whatsapp, hoy vuelven a alzar la voz con fuerza.
Antes tenían dos horas a la semana en el local de la agrupación. Después del confinamiento contaban con el tiempo sin culto de la iglesia de San Nicolás donde pudieron juntarse hasta 20 personas.
Antes de la cuarta ola se redujeron a tres y el director. Ajustarse a los horarios sin culto reducían el tiempo de ensayo así que «cuando surgió, a través de la Federación de Corales, la cesión por parte del IMC de la Sala Polisón aceptamos porque podemos hacer ensayos más largos y dos días», explica la presidenta de la coral que ya piensa en celebrar su 50 aniversario.
«Esta temporada la asistencia es más voluntaria que nunca porque hay integrantes que no acuden por no asumir riesgos al estar en trabajos de primera línea de lucha contra la pandemia o tener familiares de riesgo en casa», explica Lafuente.
Pero todos son muy activos a través de los grupos de Whatsapp. «Hay más bajas que en otras temporadas, pero participan a todos los efectos en actividades on line, en documentarnos sobre la situación y son muy activos en la toma de decisiones, aunque al ensayo no puedan venir», explica la presidenta de la agrupación.
También se ha multiplicado la preparación de ese entrenamiento semanal que «al ser reducido tiene los tiempos muy tasados y todo lo que es audición, documentación, ensayo individual se hace en casa».
También se ha multiplicado la preparación de ese entrenamiento semanal que «al ser reducido tiene los tiempos muy tasados y todo lo que es audición, documentación, ensayo individual se hace en casa»
Con los deberes hechos, vía whastapp, acuden al ensayo donde el esfuerzo es doble con la mascarilla. Ahora que se sabe que las partículas con el virus se transmiten por aerosoles, en el ambiente, al cantar, como al correr o chillar, es imprescindible la mascarilla.
Y supone un doble esfuerzo. «En la práctica no es tanto que tengas que elevar el tono como la sensación de no reconocer tu aparato fonador y luego se oye menos al compañero y la molestia porque nosotros movemos la mandíbula y la mascarilla se mueve, se descoloca, pero es lo que nos toca», señala.
También son más complicadas las correcciones, el ritmo... Por eso «elegimos piezas que ya conocemos, o las que no vayan muy rápido por el espacio o las que son fáciles armónicamente por el esfuerzo de oído al que obliga la distancia y la mascarilla así, aunque cantemos a mitad de velocidad, nos sirve para trabajar», explica el director del coro.
Lo que se pierde en actividad de grupo, como el acompasar de las diferentes voces, se gana en el conocimiento individual de cada integrante de la Coral de San Esteban.
«Al coordinarnos a través del grupo de Whasapp sí que tuvimos oportunidad de trabajar la respiración y de ir uno a uno comprobando cada voz de manera individual», explica César Zumel. Un esfuerzo que los coralistas agradecen.
«Al coordinarnos a través del grupo de Whasapp sí que tuvimos oportunidad de trabajar la respiración y de ir uno a uno comprobando cada voz de manera individual»
«Nunca nos habíamos planteado una sesión uno a uno con el director porque, a veces, cuando cantas con otros no te escuchas y eso nos ha servido para conocer nuestras propias voces y saber, con sus directrices, dónde corregir», expone Lafuente.
Unos ensayos que, más que nunca, son un esfuerzo por disfrutar de la voz, de cantar, del grupo. Nunca habían tenido tan pocos conciertos. Desde el pasado 18 de diciembre en el patio del Monasterio de San Juan no han vuelto a cantar. Hasta hoy. Volverán al mismo escenario, pero con más ilusión que nunca.