CINE
Reír y llorar con ELA, un «carrusel de emociones»
Tras presentar el documental ‘7 lagos, 7 vidas’ en Burgos, Dabiz Riaño viajará próximamente a Japón para participar en una investigación destinada a prevenir incendios y combatir el cambio climático
«Y de repente con la ELA sabes que te vas a morir, y que va a ser más pronto que tarde». Pocas bofetadas de realidad duelen más que la de una enfermedad degenerativa que activa una cuenta atrás cruel, inconcreta e imprevisible. Pero vida solo hay una. De nada sirve lamentarse porque, en tales circunstancias, «hay que aprovechar». Y vaya si lo hizo Dabiz Riaño, y vaya si lo sigue haciendo.
Ni corto ni perezoso, recorrió el este de Europa para grabar un documental, se convirtió en activista por la inclusión y, por qué no decirlo, todo un showman capaz de agitar conciencias despistadas y apáticas. Ahora, sin necesidad de alfombras rojas, acaba de finalizar una breve pero intensa gira de presentación de 7 lagos, 7 vidas. Su ejemplo, sin lugar a dudas, es la mejor receta para todas aquellas personas que en algún momento se plantean tirar la toalla.
Dabiz se desplazó el jueves hasta los cines Odeón para el primer y único pase (hasta el momento) en la ciudad.
Riaño no ha parado desde que inició su viaje. Menos aún desde el pasado 22 de julio, cuando la cinta se estrenó, simultáneamente, en el Festival de Cine de Málaga, el Palacio de Hielo de Madrid y los cines Boliche de Barcelona. Desde entonces, el documental ha recalado en Granada, Palma de Mallorca, Santiago de Compostela, Córdoba, Zaragoza, Sevilla, San Sebastián... Y Burgos, por supuesto.
Este joven mirandés, científico emérito del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), tenía que barrer para casa sí o sí. Cumplida la misión y cerrada la fecha, el jueves se desplazó hasta los cines Odeón para el primer y único pase (hasta el momento) en la ciudad. El director del film, Víctor Escribano, no pudo acudir finalmente por problemas de agenda.
Leticia del Río, amiga de Dabiz: «Cuando vuelvo a mi vida no hay escalones, puertas estrechas o discriminación social. Con él viví eso 24 horas durante 70 días».
Quien no faltó a la cita, en calidad de coprotagonista y amiga, fue Leticia del Río. Se incorporó a la ruta a los tres meses y medio. Auxiliar de Enfermería y asistente personal en el centro de día de Aspaym, no tardó en comprobar lo que conlleva convivir, mañana, tarde y noche, con esos «límites» que desaparecen tras la jornada laboral. «Cuando vuelvo a mi vida no hay escalones, puertas estrechas o discriminación social. Sin embargo, con Dabiz viví eso 24 horas durante 70 días en varios países».
Y aunque el científico se desenvuelve perfectamente con el inglés, «cuando alguien quería hablar con nosotros se dirigían a mí, a él le obviaban». En cualquier caso, pese a los obstáculos que surgían por el camino, todavía se emociona al recordar que «cada día era una aventura, todo el rato sin parar».
Más de 600 horas de material audiovisual dan para mucho. De hecho, Dabiz cree que «se podría haber hecho un reality show». Bromas aparte, si por algo destaca 7 lagos, 7 vidas es por su capacidad de «impactar» al espectador que «espera un drama» y se encuentra con una «road movie» en la que hay un poco de todo. «Momentos complicados, de pelea, tristes y alegres...».
El documental es un «carrusel de emociones en el que hay tiempo para todo». Y con un contenido «muy transversal» que va más allá de la ELA.
El director maneja todos los registros, reales como la vida misma, para dar forma a un emotivo relato, visceral por momentos, que prescinde de elementos edulcorantes. A ojos de su protagonista, nos encontramos ante un «carrusel de emociones en el que hay tiempo para todo». Y con un contenido «muy transversal» que va más allá de la ELA para adentrarse en valores, siempre necesarios, como «la empatía, la sensibilidad, la inclusión o la superación».
Sobre esta amalgama de sentimientos a flor de piel da buena cuenta Escribano. «Con este documental he querido acompañar a Dabiz en su viaje, acercarme a él, su sufrimiento y sus ganas de vivir». El resultado, a grandes rasgos, se concreta en un «retrato honesto» que refleja «todas sus contradicciones y huyendo del victimismo».
Lo fundamental, probablemente la piedra angular del proyecto, es la satisfacción de haber conquistado una cima a priori impracticable. «Esto es imposible», pensó el director nada más conocer a este luchador empedernido. Sobre todo, y no es baladí, porque «no tenía ni furgoneta cuando tocó a la puerta». Sin embargo, la cinta deja claro que «las experiencias de Dabiz son la prueba de que lo imposible es lo que acontece».
La productora López-Li Films está pendiente de alcanzar un acuerdo con alguna plataforma digital para su difusión.
Llegados a este punto, la productora de 7 lagos, 7 vidas (López-Li Films) está pendiente de alcanzar un acuerdo con alguna plataforma digital para su difusión. Dabiz también confía en que se emita en televisión, aunque su principal objetivo es retomar el tour de presentaciones en salas a partir de otoño.
Entretanto, ultima los detalles de un par de performances reivindicativas que tendrán lugar en los próximos días. En Hacienda y en la estación de trenes de Alcalá de Henares. Con su picardía habitual, compaginando humor y mala baba, promete dar que hablar para que la sociedad abra los ojos ante las barreras arquitectónicas que suponen un gran escollo para las personas con diversidad funcional.
Como no hay dos sin tres, o las que hagan falta, Dabiz volverá a volar muy pronto. El 7 de agosto aterrizará en Japón y allí permanecerá durante cuatro meses. No por ocio, que también, sino por trabajo. Becado por la Japan Society for the Promotion of Science, participará en un estudio sobre humedad en la vegetación que pretende reducir el riesgo de incendios y combatir el cambio climático.
Le acompañarán su buen amigo Capi, al que se puede ver en el documental, y su primo Urko. Y aunque no hace falta que lo diga, ya advierte que aprovechará su estancia al máximo para aprender, disfrutar y seguir arrancando sonrisas a su alrededor.