Literatura
Viaje al fondo de la vida
El escritor soriano J. Á. González Sainz presenta su última e incisiva obra, ‘La vida pequeña. El arte de la fuga’ (editorial Anagrama), este jueves en el Palacio de la Isla a partir las 19.30 horas
La llamada telefónica del arriba firmante irrumpe en mitad del paseo a J. Á. González Sainz. Me describe en pocas palabras, bellas y exactas, la tarde otoñal que tiene ante sí en pleno Valle de Tera soriano. Un sol veraniego se ha colado como un polizón en estos días finales de octubre haciendo más extensa si cabe la paleta de colores que lucen las hojas de la arboleda. Un tractor y su rugir se van acercando al autor, dejando un reguero de huellas sonoras en la vereda y un trazo de humo en el cielo vespertino. Un perro ambienta nuestra charla con sus intermitentes ladridos y un chopo centenario dibuja en el suelo la sombra larga de la tarde. Todos sirven como ingredientes de esa vida pequeña que el escritor y traductor ha vertido en las páginas de su última obra.
Este jueves, a partir de las 19.30 horas en el Palacio de la Isla, el autor soriano presentará su última publicación, La vida pequeña. El arte de la fuga. Este acto está organizado por el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua con la colaboración de la editorial Anagrama y la librería Luz y Vida. La entrada es libre hasta completar el aforo.
«Tras El viento en las hojas (2014) me puse con la que sería ‘mi tercera novela mundial’... pero no me salía, la empecé varias veces y noté que había una insatisfacción de fondo que tenía que ver con la ficción. Incluso me ocurría leyendo», indica el ganador del Premio Herralde en 1995 por Un mundo exasperado. «Simultáneamente, estaba escribiendo una prosa explorativa que no sabía muy bien dónde iba a llevarme». González Sainz todavía vivía en la ciudad italiana de Trieste, donde ha residido muchos años, cuando comenzó a escribir estos textos, germen de su último libro. «Esas prosas, que tenían que ver con el diario y con el pensamiento, iban a llevar el título de El último año en Trieste. Pero al final ese año fueron tres... No estaba contento con ello y lo dejé, ¡eran cientos de páginas!» añade.
Camino Soria
Entonces se produjo el regreso de González Sainz a su ciudad natal. Quizá en su viaje sonaron las notas de la inolvidable canción de Gabinete Caligari. Y reanudó su trabajo con aquellas prosas de género híbrido, en el límite entre el ensayo, la ficción y el cuaderno de bitácora mesetario. «Llegó el momento en que encontré las líneas de huida: el mundo que me apabulla, este mundo hiperinterpretado y ‘pantallizado’. Se mezclaba una crítica a los modos de vida actual con una preocupación grande por lo que creo que es una catástrofe cultural», señala el escritor.
Los anaqueles de las librerías delimitan muy bien, y en espacios casi estancos, los géneros de los volúmenes que ofrecen a sus clientes: novela -y sus diversas temáticas-, ensayo, teatro, poesía... Con La vida pequeña. El arte de la fuga van a tener un problema de ubicación. «También con esta obra quería hacer una exploración de género, aunque tampoco me importa mucho lo que quiere decir eso. Este libro juega en el campo de la ficción, echando balones fuera alguna vez, estando fuera de la banda en varios momentos, volviendo al campo, pisando la línea...», explica González Sainz con simpatía. «Lo que sí es claro es que la entidad narrativa está ficcionalizado, hay un ‘yo’ con sus sueños y sus miserias, su genio y su humor».
El autor, finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León en 2004 por su novela Volver al mundo, ha planteado La vida pequeña como una trilogía cuyo primer volumen es El arte de la fuga. «Este primer libro está orquestado en torno a ese juego de ‘huida a la realidad’. El segundo estará más asentado en un lugar, ambientado en Soria, entre otros lugares. Y el tercero será más estrictamente temporal. Acumulo mucho material escrito, pero tengo que cortar y reescribir hasta llegar al texto final. Aunque esto es un planteamiento inicial, veré cómo acaba todo. Yo nunca me he precipitado en mi obra y a estas alturas menos», explica González Sainz.
El libro, que apareció a principios de junio, está siendo un éxito que incluso ha sorprendido al autor. «Me han dicho desde la editorial que están preparando la quinta edición, lo cual ya son bastantes ejemplares... Yo pensé que este libro iba a ir o nada bien o muy bien, mi duda era esta. O el libro no iba a ser entendido o iba a captar la atención de los lectores por algo en especial que tampoco sé explicar», reconoce González Sainz.
En La vida pequeña. El arte de la fuga hay muchos momentos en que el autor nos pone delante del espejo de nuestra propia existencia. «Nos hemos hecho un lío con nuestros deseos y nuestras carencias», leemos en la página 92. Este pensamiento ha planeado sobre todos nosotros tras la crisis servida por el coronavirus. También sobre esta obra. «El libro fue reescrito durante la pandemia. Y algunas cosas que digo en él no surgen hace un año, sino que llevaba pensando y trabajando en estas reflexiones desde hacía tiempo. Esta crisis no ha hecho más que cargar de razón a todo este pensamiento de reconsiderar la vida que llevamos, de pararse, de pensar cómo estamos viviendo... Eso que hacerlo continuamente, pero dada la velocidad que ha adquirido nuestra existencia la urgencia es mayor», advierte.
Dictadura tecnológica
Alguna vez habremos oído esa frase de que «las cosas más importantes no son cosas». En La vida pequeña la importancia sobredimensionada de la técnica, la digitalización y todo su aparataje protagoniza bastantes líneas. «En estos momentos, con la velocidad que ha adquirido el mundo de la tecnología, ¿en qué lugar queda el ser humano? ¿La centralidad ya no la ocupa el hombre y es sólo un epígono? ¿Lo importante es conseguir lo que sea a toda costa?», reflexiona González Sainz.
También hay párrafos para desacralizar a autores como Henry David Thoreau, cuya obra Walden fue constantemente citada durante el confinamiento. O a Jean-Jacques Rousseau, «que es uno de estos filósofos que fundamenta la subjetividad moderna del hombre inútil, siempre pendiente de sí mismo y que no sabe nada. Aquí me he permitido algunas ironías sobre el mundo de hoy», expone el escritor soriano. Peter Handke, Faulkner, Montaigne, Hölderlin o el lexicógrafo Sebastián de Covarrubias son algunos otros escritores de los que González Sainz echa mano durante las páginas de libro para desarrollar sus pensamientos y ficciones.
En el mundo actual, donde existe una dinámica social y económica que nos empuja a pensar y a vivir a lo grande, un libro titulado La vida pequeña puede parecer hasta subversivo. «Hay veces que no das fácilmente con el título de una obra, pero este fue muy claro». La última obra de J. Á. González Sainz reúne 61 textos de corta extensión donde el autor aplica una mirada limpia a la realidad que nos rodea, quitando la hojarasca de la banalidad, la rapidez y la distracción que tanto embarulla nuestra existencia. Es un viaje al fondo de la vida que, por medio de la pureza, busca «huir a lo real».