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Literatura

Un generoso legado de vida y versos

Uno de los patriarcas de las letras burgalesas, Antolín Iglesias Páramo, será el protagonista de la IX Lectura Literaria en recuerdo de Jorge Villalmanzo que se celebrará este sábado en el Salón Rojo del Teatro Principal a las 20.15 horas

El poeta burgalés Jorge Villalmanzo, en una fotografía de 2009. ASÍS G. AYERBE

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Burgos

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Han pasado casi diez años pero algunos de sus amigos todavía sueñan con toparse con él doblando la esquina de alguna calle, cruzando las plazas de la ciudad o ajardinando alguna tierra baldía. El fallecimiento de Jorge Villalmanzo en marzo de 2012 sigue rodeado de un aura de incredulidad entre los que le trataron y quisieron. Su inquietud vital le llevó a desparramar su ingenio en la poesía, la música, la crítica artística... y, sobre todo, en la convocatoria de talentos para realizar eventos, crear revistas literarias o dar un empujón a los jóvenes artistas de la ciudad que ahora, con arrugas en el corazón, le recuerdan a menudo.

Este sábado, a partir de las 20.15 horas en el Salón Rojo del Teatro Principal, se reanudará la anual cita en recuerdo del poeta burgalés que, como gran parte de los actos públicos, fue suspendida el año pasado  por las restricciones sanitarias derivadas de la pandemia. En esta novena edición de la Lectura Literaria en homenaje a Jorge Villalmanzo será el poeta Antolín Iglesias Páramo (Pedrosa de Río Úrbel, 1934) quien leerá una selección de su obra.

«Estoy muy agradecido a los amigos de Jorge por esta invitación. Yo apenas le conocí, porque he vivido mucho tiempo fuera de Burgos, en Madrid y en Santo Domingo de Silos principalmente. Pero recuerdo perfectamente una velada poética que hizo en Silos con Bernardo Cuesta. No fue un recitado de versos al uso, sino una especie de diálogo entre ambos que me gustó mucho», explica el autor de Afueras del Edén, áccesit del Premio Adonáis de 1975.

«La poesía de Antolín Iglesias Páramo es un buen ejemplo del poeta por vocación, aquel de quien fluye la palabra y su pulso de manera natural. Pero también es la obra de un poeta incansable, de quien trabaja cada verso hasta dar con la expresión justa»JOSÉ GUTIÉRREZ ROMÁN

Todos los años se desarrolla una tradición previa a este encuentro literario que seguro que el añorado escritor aplaudiría. Por la mañana, cerca del monasterio de San Pedro de Cardeña, el poeta invitado de cada año planta un árbol en memoria del vate burgalés. «Yo he elegido un ciprés por esa relación que he tenido con Silos. Siempre he tenido muy presente el poema de Gerardo Diego y en mi obra tengo un soneto también dedicado a este árbol. En el jardín de mi antigua casa de Silos hay dos ‘cipreses hijos’ del árbol del monasterio que me dieron en una maceta cuando eran muy pequeñitos. Ahora miden más de cinco metros», indica Iglesias Páramo.

El autor del reciente Dios lleva unos días atareado con la selección de textos que va a recitar esta tarde en el Salón Rojo. «Tengo dieciséis libros publicados, que son muchos. Y tengo que pensar bien qué poemas voy a llevar. Gran parte de mi obra la he escrito tras jubilarme en 1998... Por eso digo que soy de la Generación del 98 en cuanto a jubilado», advierte entre risas. «Tras dejar la docencia, he tenido más tiempo. Además, como me encuentro despierto y bien de salud, sigo escribiendo todos los días. Y aunque soy consciente de que tengo 87 años, sigo activo y con ganas. Y te cuento que ya tengo un nuevo libro preparado para ser publicado», señala el autor de El río no encontraba el mar.

Dos hombres buenos

Los autores burgaleses Óscar Esquivias y José Gutiérrez Román, paladines de las respectivas obras de Villalmanzo e Iglesias Páramo y miembros de la organización de esta velada poética, no titubean cuando hablan de estos dos literatos tan queridos por ambos.

«Antolín Iglesias y Jorge Villalmanzo son dos poetas muy diferentes», indica el autor de Inquietud en el paraíso. «El primero muestra en sus versos una honda preocupación existencialista y religiosa, ama las formas clásicas y expresa su mensaje con la mayor claridad. Jorge, por su parte, no cultivó esa clase de temas poéticos, sintió mucha atracción por las vanguardias y su expresión poética a menudo era misteriosa y elusiva. Tienen en común ambos escritores el sentido del humor, con más retranca en el caso de Antolín, más expansivo y desvergonzado en el de Jorge. También comparten las virtudes de la generosidad, la sinceridad y la bondad, que en ambos alcanzaron cotas altísimas».

Esquivias guarda con mucho cariño un episodio que aconteció hace más de una década, con el recuerdo conmovido de los que ya marcharon. «Cuando José Gutiérrez Román recibió el Premio Adonáis en el Salón Rojo del Teatro Principal allí estaba presente Jorge, por supuesto, pero también los grandes poetas de Burgos: Antolín Iglesias -que había conseguido un accésit del mismo premio en 1975-, Tino Barriuso, Bernardo Cuesta Beltrán o Luis Javier Moreno -que no era burgalés pero se molestaría si no le cito-, entre otros, y por nombrar sólo a los veteranos. Tino, Bernardo y Luis Javier ya no están con nosotros, pero nos gusta recordarlos todos los años en esta fiesta poética de cumpleaños de Jorge, porque para él la amistad era una de las cosas más importantes del mundo. Y yo creo que Jorge estaría muy feliz al saber que su homenaje este año también va a ser también un homenaje a Antolín, a su gran figura humana y a su enorme talla literaria», explica con emoción.

Poema de Antolín Iglesias Páramo.SANTI OTERO

El citado Gutiérrez Román habla de la generosidad que desprendía Jorge Villalmanzo con todo aquel que se cruzara en su camino. «Dos de sus mayores virtudes eran la entrega a los otros y su sentido del humor. En ambos casos surgían de manera torrencial: se daba por entero a los demás y su simpatía arrastraba a todo aquel que le rodease -y rara era la vez en que no estaba flanqueado por amigos-. Por ello la presencia de Jorge era como un fabuloso complejo vitamínico que revitalizaba a quienes tenían la suerte de cruzarse con él en sus vidas», señala. «Su poesía, en contraste, es un alto en el camino, un remanso donde la corriente se hace más lenta y los sentidos se agudizan. Ahí está el otro Jorge, en el que permanece en comunión con la naturaleza y la palabra, quizá sus dos grandes pasiones».

El ganador del Adonáis por Los pies del horizonte en 2010 también regala bellas palabras sobre Iglesias Páramo. «Comparte con Jorge esa tendencia natural hacia la generosidad y un fino sentido del humor. Antolín posee dos de las mejores cualidades que se le pueden atribuir a cualquier persona: la bondad y la inteligencia. No es fácil hallarlas juntas, por eso las personas como Antolín tienen ese campo magnético que nos atrae hacia ellas», señala el autor de Material de contrabando. «Su poesía es un buen ejemplo del poeta por vocación, aquel de quien fluye la palabra y su pulso de manera natural. Pero también es la obra de un poeta incansable, de quien trabaja cada verso hasta dar con la expresión justa. De ahí la humildad y la elegancia, al mismo tiempo, de sus poemas. Y luego está el poeta meditativo, que reflexiona sobre las grandes preguntas con lucidez. Por eso admiro la obra de Antolín», concluye Gutiérrez Román.

La poesía como pegamento y la amistad como celebración se reunirán este sábado en el Salón Rojo -ese espacio talismán para los escritores burgaleses- para recordar a unos y abrazar a otros, con la sonrisa tras la mascarilla y la ternura prendida en el corazón.