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Literatura

Encuentros vespertinos con Fernando Aramburu

El escritor donostiarra hizo parada y fonda en Burgos el pasado jueves e hizo dos presentaciones de su última novela, ‘Los vencejos’, con gran afluencia de público y largas colas para que el autor firmara sus libros

Fernando Aramburu (izq.) y Óscar Esquivias, en la presentación de 'Los vencejos' en el Teatro Principal de Burgos. SANTI OTERO

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Burgos

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Desde que a finales de agosto llegó a las librerías la nueva novela de Fernando Aramburu, apenas ha habido medio de comunicación que no haya acogido al autor vasco, uno de los narradores más importantes de la literatura española contemporánea. Decenas de entrevistas y otras cuantas críticas literarias han consumido mucho espacio y tiempo en los medios de comunicación españoles y algunos europeos. La expectativa ante su nueva obra de ficción tras el campanazo de Patria, un libro henchido de premios y con millones volúmenes vendidos, era colosal.

Hace pocas días comenzó la gira de presentación de Los vencejos y Burgos ha sido una de las plazas agraciadas en esta ‘tourneé’ de Aramburu por diversas ciudades. En la tarde del pasado jueves el autor de Fuegos con limón mantuvo dos encuentros con lectores donde desgranó, acompañado en ambas por el escritor burgalés Óscar Esquivias, su método de trabajo, algunos detalles de su bibliografía y varias anécdotas vividas durante su trayectoria en la literatura. Y, claro, descubrió algunas de las corrientes subterráneas que fluyen por debajo del texto de su última novela que, como toda su obra, ha sido publicada por Tusquets.

«Durante la escritura de 'Los vencejos' he tenido cerca bastante literatura centroeuropea, como 'Opiniones de un payaso' de Heinrich Böll o 'El extranjero' de Albert Camus».FERNANDO ARAMBURU

A las seis de la tarde se produjo la primera función. En el salón de actos del Palacio de la Isla, Aramburu se reunió con los clubes de lectura de la Biblioteca Pública de Burgos, de las bibliotecas municipales de la ciudad, de la Universidad de Burgos y de la Fundación Cajacírculo en un acto organizado por el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua y la librería Luz y Vida.

Tras el saludo inicial del autor y la introducción de Óscar Esquivias, el respetable comenzó a disparar preguntas. La primera interrogó al escritor donostiarra sobre su relación con el español tras vivir desde hace tanto tiempo en Alemania. «Tengo una convivencia muy estrecha con el idioma en que escribo a pesar de llevar 36 años viviendo fuera», explicó. «Hace tiempo, cuando venía a España tomaba notas en una libreta sobre las nuevas expresiones que circulaban por la calle, pero vi que aquello era una tontería... Tengo todo el bufé de la lengua española a mano y es mi juguete favorito».

Esquivias interviene en la charla de Aramburu (izq.) con los clubes de lectura de Burgos.AMR

Después, otro lector cogió a Los vencejos por las alas y le preguntó a Aramburu por el origen de esta novela. «Me pregunté qué pasaría si al nacer tuviéramos en el cordón umbilical prefijado el día de nuestra muerte, cómo afectaría eso a nuestra vida. Intente racionalizar esta pregunta y busqué a un personaje. Ahí apareció Toni, un profesor de Filosofía que vive en esta época gris que nos ha tocado y decide suicidarse al cabo de un año. Echa de menos sentir la épica, ser protagonista de un momento histórico de verdad, lleno de hazañas... Eso está en la sustancia del personaje, es su desazón existencial... Es que esta época es un desastre para la narrativa», indicó.

Otro lector inquirió al escritor sobre su forma de trabajar. «Diseño mis novelas antes de escribirlas, hago mucha cocina literaria. En Los vencejos me he inspirado un poco en el puntillismo pictórico, cada día del año de Toni equivale a un punto que no podía pasar de las dos páginas o poco más. Y cuando tomo una decisión no hay vuelta atrás».

«'Los vencejos' es una novela muy divertida que hay que leer con amor».ÓSCAR ESQUIVIAS

Una lectora, que demostró su fidelidad al autor al repasar varios de sus títulos, sorprendió a Aramburu citando El trompetista del Utopía. «Creo que sí, que Toni tiene algo de Beni Lacun, el músico protagonista de esa novela». Esquivias metió la cuchara en torno a las referencias y citó su amada Divina Comedia de Dante y los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós.

El acto finalizó con el escritor burgalés agradeciendo con simpatía a los asistentes su batería de preguntas, que hizo que él apenas interviniera. Aramburu también reconoció la calidad de los comentarios del público y el buen rato que pasó durante aquella hora en el Palacio de la Isla.

Tras firmar un montón de ejemplares de sus obras -algunos títulos sorprendieron al autor-, Aramburu y Esquivias fueron introducidos en un coche que salió pitando hacia el segunda parada de la tarde, el Teatro Principal, donde presentó su última obra en un acto organizado por la Asociación Provincial de Libreros. Su presidente, Álvaro Manso, y el editor de Tusquets, Juan Cerezo, escoltaron a los escritores hasta su nuevo destino. Más lectores les esperaban haciendo cola en la plaza de Mio Cid.

Solos en escena

La austeridad que mostraba el tablado del teatro de la capital -una mesa vestida con una tela roja sobre fondo negro con un gran ejemplar de cartón de Los vencejos delante-, dejó todo el protagonismo a la palabra, a la conversación cómplice entre Aramburu y Esquivias que fluyó durante una hora como un manantial. Un mano a mano literario que llenó prácticamente el patio de butacas.

La charla entre Aramburu y Esquivias entusiasmó a los asistentes que casi llenaron el patio de butacas.SANTI OTERO

«Quiero destacar el humorismo y la comicidad de este libro», apuntó nada más comenzar el escritor burgalés. La novela se presenta como un diario íntimo escrito por el protagonista no para ser leído por sus allegados, sino como una vía de expiación. «Y no quiere decir que todo lo que cuente sea verdad», apostilló Aramburu. «Si supiéramos todo de los demás, tendríamos permanentes decepciones. Pero la ficción nos lo permite. Toni se reserva este diario para contar ‘su verdad’».

Esquivias también preguntó sobre su universo literario al autor vasco. «Todas mis novelas ponen a convivir a unos personajes en un contexto determinado y ahí yo puedo tender mis ideas sobre el ser humano y lo que nos hace ser humanos. Yo siempre regreso a tres o cuatro núcleos creativos y narrativos, mis libros no viajan al medievo ni buscan resolver un crimen», subrayó el autor de El vigilante del fiordo.

Las lecturas que acompañan a un escritor mientras trabaja en una novela, también fueron motivo de conversación. «Durante la escritura de Los vencejos he tenido cerca bastante literatura centroeuropea, como Opiniones de un payaso de Heinrich Böll, El extranjero de Albert Camus o la obra de Thomas Bernhard. Pero también los rusos del siglo XIX, en especial a Fiodor Dostoievski», indicó el escritor guipuzcoano.

Hubo un momento de la conversación en que Óscar Esquivias interpeló a Aramburu por los animales en su obra y en su vida. «Ahí has sacado un tema serio», espetó. «En Los vencejos, Toni no conecta con muchos personajes, pero sí con su perra Pepa... Mi perra también es muy importante para mí. Meter un animal en casa fue cosa de mi mujer y mis hijas, yo ni me lo había planteado. Pero al final soy yo quien la cuida, la sacar a pasear, le corta el pelo... Mientras escribo, siempre está conmigo en el despacho, junto a mis pies y en silencio. Pero siento su presencia positiva, se ha convertido en un alma fuera de mí», confesó el autor de Los ojos vacíos. «Cuando me bloqueo con un capítulo o una situación, un paseo con la perra es el mejor remedio para desatascarme».

Fernando Aramburu firmó decenas de ejemplares de sus novelas en el hall del Teatro PrincipalAMR

Para finalizar la charla, Óscar Esquivias lanzó al patio de butacas un mensaje directo, sin meandros explicativos ni zarandajas de crítico literario: «Los vencejos es una novela muy divertida que hay que leer con amor. Fernando, muchas gracias por escribirla».

Los fuertes aplausos se mantuvieron como un eco residente en la sala mientras en el vestíbulo Fernando Aramburu estuvo firmando libros más de cuarenta minutos. Saludos, sonrisas, fotografías y muchos agradecimientos se intercambiaron entre el autor y los lectores hasta que la puerta del Teatro Principal se cerró y la noche burgalesa, con un fresco perezoso, invitó a cenar caliente al autor y sus acompañantes, felices del doble encuentro vespertino con los lectores burgaleses. Más tarde, todos marcharon a dormir sabiendo que aquella había sido una jornada para recordar. Hasta la próxima.