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COYUNTURA / TENDENCIAS

Preocupa la inestabilidad y la carestía de materiales

El equilibrio del balance de las empresas se ve amenazado por las tensiones en el lado del gasto  / El año 2022 replicará las mismas tensiones actuales de la economía

La escasez de la demanda para dar salida a la producción es un problema menos relevante en Castilla y León, ya que solo dicen sufrirlo el 16,8 % de las empresas. / Aleksandar Little

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Burgos

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La última década en la economía local y autonómica, quizá algo más, ha estado marcada por una sucesión de frenazos y acelerones. Los primeros, a cual más intenso, y los segundos, siempre insuficientes para reconducir la marcha del tejido productiivo. Esta variabilidad en el avance o retroceso de la economía ha tenido claras consecuencias y, entre otras, cabe destacar dos elementos perjudiciales para la recuperación final que se han introducido en el mundo de la empresa y la economía en general: la desconfianza en el devenir y la debilidad del empleo aún en las fases de mejora de la actividad.La desconfianza se instaló en la economía real ya en 2008 cuando estalló plenamente la crisis económica y financiera y se cronificó durante los penosos años de la recesión. Se expandió entre las empresas y llegó claramente a los consumidores. Hoy está plenamente asentada y se ha convertido en un factor de lastre de la recuperación. Las empresas dudan ante la posibilidad de invertir por la inestabilidad del entorno económico y recelan de aumentar la contratación por esas mismas circunstancias, además de los condicionantes políticos que añaden un plus de imprevisibilidad que exacerba la desconfianza.Las organizaciones que representan a empresarios y autónomos han alzado la voz reclamando un marco estable para el desarrollo de la actividad productiva que ha sido inexistente en las últimas negociaciones en materia laboral. Por su parte, las centrales sindicales ven llegado el momento de aflojar las medidas de contención que se aplican desde la crisis financiera y las que se han agregado a costa de los efectos económicos de la epidemia del coronavirus. Son dos planteamientos divergentes sobre los que plantear una negociación vital para la marcha de la economía en la que, hasta ahora, el Gobieno ha tenido escaso éxito en su papel de árbitro. En cuanto al empleo, hay que ver más allá del buen dato de paro del mes de noviembre y la positiva evolución del empleo en lo que va de año tras un ejercicio tan atípico como el de 2020 marcado por el parón de la actividad productiva derivado del confinamiento y la persistencia del recurso a los ERTE. En la provincia de Burgos, se ha comprobado desde la recesión, sigue costando recuperar el nivel de empleo existente en los años de bonanza.Especialmente el empleo de mayor valor añadido como el que se ofrece en el sector industrial. Las oscilaciones mensuales del desempleo y su reflejo en la estadística anual están muy marcadas por la estacionalidad del mercado de trabajo, con fuertes saltos en momentos de gran contratación como  las campañas de Navidades, verano, en el sector Servicios, o momentos puntuales clave, como la vendimia, en el apartado agrario.La construcción, por su parte, se ha recuperado en términos de actividad, principalmente con las obras menores, reformas y otros trabajos alejados de las grandes construcciones de hace una década, por lo que este sector ya no tira del empleo con la misma fuerza que presentaba hace tres lustros.La Industria sigue siendo un baluarte de la economía burgalesa, diversificada y potente, con vocación exportadora y enfocada a la transformación digital y la innovación cada vez de una manera más firme, pero claramente no se encuentra en una fase expansiva. Escasean las nuevas inversiones llegadas de fuera y las novedades llegan por la buena marcha de empresas locales que han sabido marcarse un camino de crecimiento, a menudo cimentado en la innovación y la presencia en los mercados más activos en el ámbito global. De cara al año 2022, la situación a priori no parece que vaya a aclararse, en el sentido de que las tensiones que agregan inestabilidad a la economía seguirán muy presentes. En especial los efectos económicos de la epidemia del covid-19 en un contexto internacional muy incierto.Sin olvidar que el incremento de costes derivado del encarecimiento de la energía se ha hecho presente con fuerza en todos los ámbitos de la economía, desde el doméstico al industrial, y no tiene visos de reconducirse. Por el contrario, las grandes empresas ya cuentan con que deben reprogramar su estructura de costes por los precios de la energía, paradójicamente en un contexto de exacerbación en el mundo de la empresa del concepto de sostenibilidad y en plena transformación hacia el vehículo eléctrico.A mayores, también se ha instalado sin remedio un significativo aumento del coste de las materias primas, tanto en origen como manufacturadas. Aluminio, madera, hierro, sean en bruto o con diferentes tratamientos son mucho más caros que hace un año y su precio, aunque rebote y se modere con el paso de los meses, no volverá al nivel inicial.Sectores como la construcción ya han notado los efectos de esta carestía en los materiales, que han empezado a repercutir a sus clientes para mantener el beneficio de sus empresas. Burgos no es una isla en este tormentoso mar llamado 2022 por el que navegarán las empresas esquivando icebergs y tiburones. 2022 será otro año ojo avizor.El aumento de los costes inquieta en Castilla y LeónEncuesta Las empresas de Castilla y León se muestran optimistas ante la mejora de la situación económica y las cifras de empleo. Sin embargo, la percepción sobre los costes de la energía, materias primas y costes laborales consideran que empeorarán medio plazo y se muestran más pesimistas que la media nacional. Así se desprende del estudio Clima empresarial de Castilla y León basado en la encuesta realizada por Sigma DOS para la Cámara de España donde han participado 300 empresas de la Comunidad, entre las 2.150 del conjunto del paísCostes El coste de las materias primas y la energía es la principal dificultad que encuentran las empresas en el momento actual. Este problema afecta a un porcentaje mayor de empresas de Castilla y León (52,4 %) que en el conjunto de España (47,5 %). La escasez de la demanda es un problema menos relevante en Castilla y León, ya que solo dicen sufrirlo el 16,8 % de las empresas de dicha comunidad autónoma, cuando en el conjunto de España afecta al 21,9 % de las empresas.Pesimismo empresarial Las perspectivas de las empresas de esta región son ligeramente más pesimistas que las del conjunto de España en dos aspectos: la evolución del consumo, donde un 40 % de empresas de Castilla y León se muestra pesimista, y los costes laborales, que un 67 % prevé que evolucionará a peor.Costes La percepción sobre la posible evolución de los costes de energía y materias primas, precios del consumo y costes laborales es negativa y una gran parte de las empresas castellano leonesas cree que empeorarán a medio plazo.