El Correo de Burgos

LITERATURA / RODRIGO CORTÉS

«Esta novela es una vindicación de la libertad creadora»

El cineasta y escritor Rodrigo Cortés presenta este martes su sorprendente y exitosa novela ‘Los años extraordinarios’ (Literatura Random House) en el salón de actos del Palacio de la Isla a partir de las 19.30 h.

El cineasta y escritor Rodrigo Cortés. MARTA CALVO

El cineasta y escritor Rodrigo Cortés. MARTA CALVO

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A pesar de todo el dolor y trastornos que está infligiendo la pandemia en nuestras vidas, el recién consumido 2021 quedará marcado en rojo en la trayectoria profesional de Rodrigo Cortés (Cenlle, Ourense, 1973). A lo largo del pasado año estrenó un largometraje en salas de cine -El amor en su lugar-, una película para televisión -La broma, dentro de una nueva hornada de Historias para no dormir- y arribó en las librerías su segunda novela, Los años extraordinarios (Random House Literatura), una obra muy especial y originalísima que presenta este martes al público burgalés a partir de las 19.30 horas en el Palacio de la Isla. El acto está organizado por el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua con la colaboración de la librería Luz y Vida. La entrada es libre hasta completar el aforo.

Quienes conozcan a Cortés únicamente por sus proyectos fílmicos se sorprenderán con este trabajo literario. No sucederá así con las personas que sigan al director del aclamado filme Buried (Enterrado) en sus colaboraciones periodísticas -donde brilla el genial Verbolario que publica en ABC- y conozcan su obra narrativa, compuesta por su primera novela Sí importa el modo en que un hombre se hunde y los «libritos de delirios, pedradas, balazos y antiaforismos» A las 3 son las 2 y Dormir es de patos. Sin olvidarnos de su participación en los populares pódcast Todopoderosos y Aquí hay dragones junto a Arturo González Campos, Javier Cansado y Juan Gómez Jurado.

«Yo creo que la gente que me frecuenta más allá del cine reconocerá en Los años extraordinarios muchos de los retruécanos que utilizo en los programas o Verbolario, ese sentido del humor muy particular que no elude la negrura y la retranca... Claro, la novela se define en un lenguaje muy alejado del cinematográfico, no sólo por estructura sino también por vocación, ya que son muy diferentes», subraya.

Ejemplares de la novela 'Los años extraordinarios'. TWITTER / @rodrigocortes

Cuando un cineasta publica una novela, en muchas mentes pensantes surge la idea de que esa narración es un guion aderezado de descripciones, unos cuantos adjetivos y algunas reflexiones de los protagonistas. En algunas ocasiones es así, pero no es el caso de Los años extraordinarios, donde Rodrigo Cortés ofrece una obra ‘muy literaria’ en el mejor sentido de la expresión. «La verdadera literatura navega en otras aguas: las de la evocación, la mirada, la sensorialidad del propio lenguaje... En el lenguaje del guion el personaje se define a través de sus acciones; en la literatura muchas veces tiene que ver más con aquello que piensa».

Además, Cortés se aleja en esta obra del ‘thriller’, el terror o el suspense, géneros que ha manejado  con primor en sus trabajos audiovisuales. «Esta novela es diferente temáticamente a mi obra cinematográfica. En una película, en general, te circunscribes a un mundo con un tono determinado que desarrollas a lo largo de dos horas. Y esta novela, por su naturaleza, es mucho más tentacular, polidimensional, multitonal y difícil de definir y capturar. Es paradójica y poliédrica, tierna aquí pero implacable allá, divertida en un momento y profunda en otro... La suma de todas esas caras puede que se parezca a mí», indica el escritor.

Apostando al absurdo

No es fácil hablar de Los años extraordinarios. Cualquier resumen o argumento será inexacto e incluso equívoco ante la asombrosa narración de Rodrigo Cortés. O todo lo contrario. La novela recoge las memorias de Jaime Fanjul, un hombre que nace en 1902 en una familia burguesa de una Salamanca a la que años después llegará el mar, que vive en una España con dos capitales -Madrid y Espuria- donde los coches se impulsan por el pensamiento, el protagonista dialoga con fantasmas y en nuestra nación se alterna la monarquía y la república como forma de gobierno. Fanjul viajará por todo el mundo, sucediéndose chispeantes aventuras envueltas en reflexiones y descripciones llenas de sensaciones. Y todo articulado por «las propias leyes que genera la sintonía de la historia. Que no son arbitrarias, simplemente son singulares», detalla.

«Por su naturaleza, este libro tenía una vocación casi resignadamente minoritaria... Y sin embargo, nos encontramos con que el lector, desde el primer instante, lo recibe y perdona al protagonista su cerebro en fuga»

La tradición del humorismo español impregna todas las páginas de esta historia, «aunque sea inconscientemente», y sentimos en cada situación la sombra alargada de plumas del Siglo de Oro como Cervantes o Quevedo hasta icónicos autores del siglo XX como Miguel Mihura o Jardiel Poncela. «Somos lo que somos y la novela no nace de un paraje yermo, está toda esa tradición que hay en El Conde Lucanor o El diablo cojuelo, en escritores gallegos como Álvaro Cunqueiro, Valle-Inclán o Fernández Flórez, o en autores tan recientes como Eduardo Mendoza, Rafael Azcona o José Luis Cuerda», explica Rodrigo Cortés. «Y el absurdo, tan presente en estos autores, es la forma en que el español define la realidad, nuestra manera de ser racionales. Me he dado absoluta libertad, sin cortapisas y sin especular en ningún momento sobre lo que otro podría querer leer o lo que sería teóricamente vendible, entregándome solamente a la verdad del personaje y considerando siempre flexibles cualquier tipo de ley, incluidas las de la física», advierte el autor.

Saber cómo nació esta obra y cómo fue creciendo en la mente de Rodrigo Cortés necesitaría un ‘making of’ como el de sus películas. «Si generalmente se habla de novelas de brújula o de mapas, esta podríamos decir que es de dados», señala. «Esta obra, en concreto, se ha acogido a esa falta de propósito que permitía que emergieran desde la irracionalidad imágenes e ideas que acogía deportivamente y a las que daba forma. Decidí desde el primer instante que esa sería la técnica que usaría para escribir esta novela, sin tener idea cada día de lo que iba a suceder. Cada jornada de trabajo conocía y descubría quién era Jaime Fanjul».

Cortés cocinó el primer borrador de Los años extraordinarios en «tres grandes sentadas de tres semanas cada una». Confiesa que la escribió de una forma «muy torrencial», pero que cuando atacó la reescritura de esos primeros textos, «la verdadera escritura», no tuvo ningún reparo en blandir un gran machete y meterse en aquella selva de páginas e ir cortando, puliendo o reestructurando para «encontrar la música exacta de la historia, haciendo que todo lo difícil parezca lo más inevitable posible».

Toda esta segunda fase la llevó a cabo a lo largo de más de un año entre rodajes, escritura de guiones y desarrollo de otros proyectos. Y en secreto. «Nadie sabía que estaba escribiendo esta novela, ni mi gente más cercana», confiesa entre risas. «Pero tampoco diría con secretismo, sino fuera del radar para ponerme orejeras, para asegurarme de no tener influencias porque pronto me di cuenta de que aquello se estaba convirtiendo en una vindicación de la libertad creadora. Y a eso me acogí, sin cuestionarme si llegaría a haber alguna vez alguien al otro lado de esta historia».

«La novela se define en un lenguaje muy alejado del cinematográfico, no sólo por estructura sino también por vocación, ya que son muy diferentes»

El cineasta y escritor gallego -por mandato materno- ha sido el primer sorprendido de lo bien que ha funcionado su segunda novela en el mercado editorial y ante la crítica especializada. Ha sido uno de los libros más destacados de 2021 y se ha codeado durante muchas semanas en las lista de los más vendidos con autores de relumbrón y ‘thrillers’ y novelas históricas de éxito inmediato. «Por su naturaleza, este libro tenía una vocación casi resignadamente minoritaria. Porque es una obra con humor, muy libre... pero no es una obra que sea condescendiente con el lector ni dé razones a nadie. Lo mismo ocurre con el protagonista, Jaime no hace por ser querido. Y sin embargo, nos encontramos con que el lector, desde el primer instante, lo recibe y perdona su cerebro en fuga... No lo sé, puede que por su singularidad o por estar fuera de todo tipo de patrones lo que ha hecho que muchos lectores lo hayan acogido con un extraño agradecimiento, como si les recordara a aquello que les impulsó a leer cuando eran pequeños, esos mundos que todavía están fuera de los supuestos cánones. Decía Borges que esto del realismo estaba muy bien, pero que se iba a acabar», celebra Cortés con simpatía.

También cine

«No hay pluma sin cámara ni cámara sin pluma: me siento tanto escritor como cineasta, creo en el lenguaje tanto literario como cinematográfico y soy muy consciente de lo diferentes que son», subraya Rodrigo Cortés hablando de estas disciplinas artísticas.

Rodrigo Cortés, en el rodaje de 'El amor en su lugar'. MICHAEL OATS

El director, que ha trabajado a lo largo de su carrera con intérpretes de la talla de Uma Thurman, Ryan Reynolds, Robert De Niro,  Sigourney Weaver o Leonardo Sbaraglia, estrenó a finales del pasado año dos obras: el largometraje El amor en su lugar y La broma, un capítulo de Historias para no dormir protagonizado por Eduard Fernández, Nathalie Poza y Raúl Arévalo. «Disfruté mucho haciendo este pequeño Alfred Hitchcock presenta... como le gustaba decir tantas veces a Chicho [Ibáñez Serrador], con unos actores fantásticos dentro de una historia oscura y pero también divertida».

Por su parte, El amor en su lugar narra en tiempo real la representación de una comedia musical en un teatro del gueto de Varsovia durante la ocupación nazi, un filme -casi olvidado en los Goya- que arranca con un plano secuencia de más de diez minutos que, como Los años extraordinarios, es otra prueba de esa cabeza prodigiosa que posee Rodrigo Cortés, ahora con una estupenda cabellera, sobre los hombros.

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