Literatura
Las sombras de una ambición literaria
El escritor burgalés Jesús Carazo regresa a las librerías con ‘La tentación’ (Valnera), una «novelita despendolada e irreverente» sobre los anhelos narrativos de un periodista de provincias en los años 60
Quedo con Jesús Carazo en una cafetería del Espolón, en uno de esos establecimientos que ha duplicado su superficie a cielo abierto tras la ampliación de las terrazas por mor de la pandemia. Preferimos quedarnos a cubierto, sopla ‘el norte’ y nuestras palabras quedarían perdidas entre el tejido de las bufandas y el frío de nuestras manos, las que llevan bien sujeta la última novela del escritor, 'La tentación' (Valnera Literaria), motivo central de esta entrevista.
La conversación con el dramaturgo y novelista burgalés es seductora y colmada de ingenio. Nos lleva por derroteros inhóspitos, desvíos imprevistos y caminos de eterno retorno: sus novelas juveniles -que siguen vivas como lectura recomendada en institutos de toda España y el otro lado del Atlántico-, nombres como Martin Amis o Juan Marsé, su experiencia como finalista del Premio Nadal con 'Los límites del paraíso', el número interminable de representaciones que lleva su obra teatral sobre Juana I de Castilla 'La reina que no quiso reinar' o su permanente vuelta a Vladimir Nabokov, siempre Nabokov.
A lo largo de su extensa carrera, «llevo publicados cerca de cuarenta libros», el autor de 'El soñador furtivo' ha ido dejando como miguitas de pan en sus volúmenes muchas experiencias acaecidas de su vida, convirtiéndolas en materia de ficción tras el disfraz de los personajes. «Pero en 'La tentación' hay muy poco de esto», admite. «Regreso a Burgos después de algunas novelas, pero poco más. Lo de las dudas que tiene el protagonista en sus comienzos en la literatura, por ejemplo. Yo tengo un montón de novelas empezadas y que no he acabado. Eso sí, las guardo, no las rompí». En este momento Jesús Carazo, con su permanente simpatía, nos revela un pequeño secreto. «El título de la primera novela que escribe Santos, 'Los alegres peregrinos', está tomado de una obra inacabada que tengo por ahí de mis tiempos jóvenes. Son unas cien páginas escritas a mano, ¡todavía no tenía máquina de escribir!», advierte.
El protagonista de 'La tentación' se llama Santos Iglesias, un nombre que no cayó en las páginas del manuscrito por azar. Es un periodista de información municipal, como se dice en el gremio, que escapa de sus aburridos artículos y las crónicas de los eternos plenos del Ayuntamiento a través de sus sueños literarios. Un día conocerá a un enigmático personaje, Bel, que le ayudará a afrontar sus aspiraciones como escritor. «Santos tiene una falta de autoestima como autor. Y Bel, un personaje del que no podemos contar mucho, le respaldará con su ayuda a conseguir el éxito literario. En sus encuentros en ese bar -que aparece varias veces en la historia- irán forjando una relación muy particular que para el lector motivará algunos ratos de misterio y otros de humor», subraya.
Esas reuniones vespertinas suceden en una taberna solitaria situada en la ‘rúa Tenebrosa’ -antiguo nombre de la calle Fernán González de la capital-, al resguardo gótico de la Catedral y siempre los viernes a las seis y media, cuando las aceras se van llenando de silencio y turbios personajes afilan con sus navajas de cachas nacaradas los últimos rayos de sol.
Mucho humor y algo de amor
Dos ingredientes indispensables en el menú literario que ofrece Jesús Carazo en sus novelas son el amor y el humor. «¡Es que yo soy un escritor de humor!», proclama entre risas. La relación de Santos y Bel y las comidas familiares del protagonista en casa de sus suegros son dos buenos ejemplos de la chispa literaria del autor de 'Los amores efímeros'.«En cuanto al amor, claro que hay. Ahí tenemos la devoción que tiene Santos por su novia Sarita, pero esta novela está más en la línea de otras mías como Los abismos de la noche, con un componente más de misterio», explica. «Lo que más me gusta discutir en mis novelas son las relaciones amorosas, la pareja... Aquí se tratan menos, pero ese dúo que forman Sarita y Santos me gusta mucho y me lo he pasado bien con ellos. Son un reflejo de una época y una sociedad que reconocerán muchos lectores. Sarita es un personaje muy importante y que actúa como la parte sensata de la pareja. O a veces no tanto», indica entre risas.«La sorpresa es el condimento de las novelas», le dice Bel a Santos en un momento de en La tentación. «Y estoy de acuerdo con esta afirmación», admite Jesús Carazo. «Por eso me encanta Nabokov, siempre hay ironía y asombro en sus historias». Los encuentros entre Santos y ‘su mentor’ sacarán a relucir las ambiciones literarias de uno y las sombras personales de otro, una pareja que al calor de un café caliente persiguen la gloria literaria y el triunfo vital. Pero, como en toda buena novela, con una atmósfera de intriga y secretos, nada es lo que parece.
¿Una historia de cine?
La larga experiencia de Carazo como autor de teatro se deja entrever en las páginas de La tentación. Pocos personajes, escasos escenarios y muchas líneas de afiladísimos diálogos en boca de los protagonistas. «Bueno, para mí es más un guion de cine. ¡Si se puede rodar directamente desde el libro!», sentencia y mientras apunta que tiene idea de enviársela a algún productor cinematográfico.
La ilustración de la portada de la novela es obra de Maite Niebla. «Es nuestra tercera colaboración y estoy muy contento con su trabajo», destaca señalando el dibujo que muestra la vista este de la Catedral y dos personajes caminando en el ocaso por la calle Fernán González. La obra está dedicada a su editor, Jesús Herrán, a la esposa de este, Lines, y a su buen amigo el escritor burgalés José Antonio Abella. «Hablo mucho con ellos de libros. Y también me gusta estar encima de la edición de mis obras. He tenido algunos libros muy mal editados en el pasado, pero en Valnera los hacen muy bien», comenta.
Como reza la dedicatoria que Carazo plantó en el ejemplar del arriba firmante, 'La tentación' es una «novelita despendolada e irreverente» de apenas 150 páginas que hará disfrutar al lector de su humorístico juego de espejos colocados como fantasmas en el archipiélago de calles de esta bendita ciudad a mediados del siglo pasado. Apúntenlo en su lista de deseos para este sábado, Día del Libro.