HISTORIA
Manuel Ruiz Zorrilla, un gran renovador de la España decimonónica
El historiador Isaac Rilova presenta este jueves el estudio ‘De París a Burgos: Ruiz Zorrilla y los Barbadillo de Covarrubias’ (Institución Fernán González) en el Salón de Estrados de la Diputación a las 20 horas
«Rigor y pasión son dos de las características más destacables de la labor investigadora de Isaac Rilova». Con estas palabras arranca José Manuel López Gómez -hasta hace pocas fechas director de la Institución Fernán González- el prólogo de la obra De París a Burgos: Ruiz Zorrilla y los Barbadillo de Covarrubias, un estudio que aborda la trayectoria del político y abogado soriano Manuel Ruiz Zorrilla, su importante dimensión histórica y su relación con la provincia de Burgos.
Este jueves, a partir de las 20 horas en el Salón de Estrados de la Diputación y con entrada libre, Isaac Rilova Pérez presentará esta obra que acaba de publicar la Real Academia Burgense -de la que es vicedirector- en su colección Academos.
«Antes de la pandemia, me encontré un día por la calle a Fernando Gómez [exconcejal del Ayuntamiento de Burgos] y me contó que en 2020 se cumplían 125 años de la muerte de Ruiz Zorrilla. Y me animó a la que Institución Fernán González hiciera un trabajo sobre esta figura, muy relevante pero poco conocida en Burgos a pesar de la relación que tuvo con la provincia. Me gustó la idea y la asumí yo mismo», explica con simpatía.
Manuel Ruiz Zorrilla, nacido en El Burgo de Osma en 1833, fue una destacada personalidad de la política española de la segunda mitad del siglo XIX. Cursó estudios de Derecho en Madrid y obtuvo el título de abogado con 24 años. Al año siguiente, el 11 de diciembre de 1858, se casa en la colegiata de San Cosme y San Damián con María Paz Barbadillo y Pueyo, hija de una pudiente familia de Covarrubias. Poco después es elegido diputado provincial en Soria, demostrando una gran capacidad como gestor político entre sus compañeros del Partido Progresista. Cuatro meses después se estrena como diputado nacional tras las elecciones del 31 de octubre de 1858 y actúa como secretario del Congreso en la sesión regia de apertura del Gobierno de Salustiano Olózaga. Lo que se dice una carrera meteórica.
Una figura relevante
Su importancia e influencia dentro del poder del Estado no dejó de crecer. «Ruiz Zorrilla tenía la idea de que España, en el fondo, era monárquica y sentía que el país necesitaba un rey. Él fue el que viajó hasta Florencia y trajo a don Amadeo de Saboya. Justo a la vuelta se encuentran con el entierro del general Prim, su valedor... Durante los cuatro años del reinado de don Amadeo, Ruiz Zorrilla fue ministro de Fomento, de Gracia y Justicia y presidente del Consejo de Ministros en dos ocasiones», apunta Rilova.
Algunas de sus aportaciones al desarrollo de la España de la época llegan hasta hoy. «Como ministro de Fomento (1868-1869), una de sus actuaciones más relevantes fue la publicación de la Ley de Libertad de Enseñanza, que desde entonces sería libre. Y como responsable de la cartera de Gracia y Justicia (1869-1870) emprendió la reforma legislativa que incluía el matrimonio civil, la supresión de la pena de argolla, proyectos de reforma de los procedimientos civil y penal, organización de tribunales, jurados e instauración del registro civil, algo importantísimo. También el decreto de incautación a favor del Estado de la riqueza artística de la Iglesia y de Bibliotecas y Archivos eclesiásticos... Esto propició en Burgos el terrible episodio del asesinato del gobernador civil de Burgos, don Isidoro Gutiérrez de Castro, en la Catedral», señala el autor del libro.
En 1872, Ruiz Zorrilla acompañó a Amadeo I hasta Burgos para poner la primera piedra del Palacio de Justicia de Burgos, aunque la finalización y entrega del edificio se demoró bastante por la convulsa situación política de aquella España que tan bien ficcionó Benito Pérez Galdós en sus últimos Episodios Nacionales.
En aquellos años de gran presencia en las instituciones del Estado, Ruiz Zorrilla también se manejaba bien con otras instancias de poder. «Don Manuel era masón. Y, según Ferrer Benimeli, gran estudioso de esta organización, fue la masonería quien se sirvió de Ruiz Zorrilla por su alto cargo político y no al revés. La prueba está en que pasó en cuatro días de aprendiz a gran maestre grado 33 con el apodo de Cavour I», indica el historiador. «Aún así, no dejó de tener relaciones con la Iglesia. En concreto, fue muy cercano al cardenal Ciriaco Sancha y Hervás, natural de Quintana del Pidio, que fue arzobispo de Toledo. Estudiaron juntos en El Burgos de Osma y siempre mantuvieron una buena amistad. Yo digo en este estudio que Ruiz Zorrilla no fue anticlerical declarado sino ‘anti-Iglesia’ de aquella Iglesia radical de esa época con los carlistas detrás... No era hostil hacia la Iglesia, pero sí ansiaba un Estado laico», remarca.
Otro aspecto destacable de la biografía de Ruiz Zorrilla fue su impulso de los movimientos antiesclavistas. «Él trabajó para que la abolición de la esclavitud llegara a Puerto Rico en primer lugar en 1883 y después en Cuba. Hay que tener en cuenta que muchos potentados españoles con tierras en América eran esclavistas, por lo que se ganó algunos enemigos...», subraya.
Ruiz Zorrilla y Burgos
La estirpe de los Barbadillo, familia política del dirigente soriano, ha sido rastreada por Isaac Rilova siglos atrás. Desde los primeros libros parroquiales de la iglesia de Santo Tomás de Covarrubias, de donde eran feligreses, hasta el día de hoy. Sin ir más lejos, el actual alcalde la villa rachela, Millán Bermejo Barbadillo, uno de los miembros vivos de este histórico linaje.
En el estudio se destacan algunos notables antecesores de la esposa de Ruiz Zorrilla. Como Lucas Barbadillo, que hizo fortuna en México en el siglo XVIII y al no tener hijos repartió su herencia entre sus sobrinos, lo que dio lugar a las dos ramas más importantes de esta saga: la de Sanlúcar de Barrameda y los de Covarrubias. También se hace una semblanza de Norberto Barbadillo, padre de María Paz, entre otros.
Los Barbadillo del norte tenían multitud de posesiones en Burgos y Palencia. Eran propietarios del edificio anexo a la casa consistorial burgalesa, donde actualmente -en una construcción mas moderna- están las oficinas municipales. El Palacio de Saldañuela y el monasterio de San Pedro de Arlanza también eran haciendas suyas junto a granjas con muchísimo terreno. Cabe destacar el coto redondo de Tablada, en Palencia, «una finca de 1.200 hectáreas donde descansaban don Manuel y doña María Paz y él recibía muchas visitas. Ahora está en total ruina», apunta Rilova, que en su obra da buena cuenta de estas pertenencias.
Exilio y muerte
Los últimos años de vida de Ruiz Zorrilla fueron muy duros. Al fallecimiento de sus cuatros hijos se añadió su ostracismo político. «Don Manuel dijo que ‘Con los Borbones, jamás’. Y la llegada de la Restauración le empujó a marchar a París de un día para otro. Allí se relacionó con toda la intelectualidad francesa, desde León Gambetta a Víctor Hugo, y organizó algunas conspiraciones contra la monarquía que fracasaron». En 1894 falleció María Paz Barbadillo en París, lo que agravó el desánimo vital del político. Poco meses después su salud empeoró y, tras una estancia en Villajoyosa, murió en el 13 de junio de 1895 en Burgos donde fue homenajeado en un populoso funeral y enterrado junto a su esposa en el cementerio viejo de la capital.
Con la construcción del nuevo cementerio de San José y el consecuente traslado de tumbas en 1907, se erigió un mausoleo para que descansaran los restos de este matrimonio. «El doctor Esquerdo, amigo de la familia, compró 64 metros cuadrados para hacer este monumento que diseñó finalmente Alberto de Palacio, un importantísimo arquitecto», señala Rilova.
En 2009 se trasladaron los restos de Ruiz Zorrilla y su esposa al cementerio de El Burgo de Osma tras la petición del alcalde de esta localidad y la aceptación del consistorio burgalés presidido por Juan Carlos Aparicio. Este último episodio, denunciado por el entonces concejal Fernando Gómez, acabó con el obelisco del mausoleo en Soria y el sepulcro de Burgos vacío. Un final triste para una figura de tal trascendencia en la historia de España.