Literatura
Un cielo lleno de pájaros y estrellas
El escritor burgalés Jesús Pérez Saiz presenta este viernes en el Museo de la Evolución Humana su nueva obra, ‘Ricardo’ (Editorial Adeshoras), a partir de las 20.15 horas
«Es un libro que no sé en qué género incluir... tampoco lo necesita», admite Jesús Pérez. «Es un homenaje a mi hermano Ricardo, un espacio de viaje hacia él, hacia el mundo en que vivió, el Villadiego de los años 70. Y a partir de ahí, hablo de la vida en los pueblos, la naturaleza, la familia... Y, finalmente, hago una exploración más profunda en el dolor y en las cosas que hace que la vida merezca la pena».
Este viernes, a partir de las 20.15 horas en el salón de actos del Museo de la Evolución Humana, Jesús Pérez Saiz (Villadiego, 1967) presentará a los lectores Ricardo. Todo viaje comienza en una voz (editorial Adeshoras), acompañado por la periodista Eneka Moreno y la formación musical Simoneta, que interpretará una canción. El acceso es libre hasta completar aforo y también podrá seguirse en directo a través del canal de YouTube del MEH.
Ricardo falleció con quince años en un accidente de caza en 1974. El pequeño Jesús tenía en ese momento seis años y la muerte de su hermano creó una falla vital en toda su familia. «Este suceso me falseó la memoria... De antes de su muerte no me acuerdo de casi nada», comenta. «No he querido hacer un libro triste ni sentimental en el peor sentido del término. Es un recorrido hacia lo que supone la pérdida de alguien al que no tuviste mucho tiempo de conocer», añade.
«Pronto me di cuenta de que no podía hacer una narración al uso, tenía que ser algo fragmentado, porque la memoria que nos queda de Ricardo es una memoria de momentos, de sentimientos, de lugares...»
«Llegó un momento en que yo necesité escribir sobre mi hermano. Es algo que siempre ha estado presente en mi vida, en la de mi familia... De algún modo, la herida que genera la escritura de este libro lleva dentro de mí muchos años. Me siento muy contento por publicarlo, porque es un homenaje a mi hermano que me ha hecho bien, pero soy consciente de que tengo una herida incurable... He llorado mucho escribiéndolo pero a la vez ha sido un proceso muy bonito porque es un libro lleno de amor a él, a mi familia y a mi pueblo, donde sé que gustará también», confiesa el autor de El mundo que sostienes recordando que este suceso fue una gran tragedia en su localidad natal que marcó a todos sus habitantes. «Delibes decía que una novela es un paisaje, un personaje y una pasión», señala. Ricardo cumple perfectamente la sentencia del maestro vallisoletano.
Tormenta de recuerdos
El escritor habló con sus hermanos y les pidió permiso para escribir y publicar esta historia tan dolorosa e íntima que planea sobre los Pérez Saiz desde hace casi cincuenta años. «A partir ahí comencé a hablar con ellos, con amigos de mi hermano... Pronto me di cuenta de que no podía hacer una narración al uso, tenía que ser algo fragmentado, porque la memoria que nos queda de Ricardo es una memoria de momentos, de sentimientos, de lugares...», apunta.
En poco tiempo corrió por los mentideros de Villadiego que Jesús estaba preguntando a los vecinos por el recuerdo de su hermano. «De repente, comenzaron a acercarse personas hablándome de él, de sus vivencias, de cómo era con los demás... fue un runrún que se extendió muy rápido por el pueblo». Las redes sociales de antaño -la plaza, el bar, la salida de misa- se pusieron al servicio de la obra de Pérez Saiz con fructíferos resultados. El autor pasó de verse en un páramo árido delante de su ordenador a recibir una tormenta de recuerdos por parte de sus paisanos que llenaron muchas páginas de su manuscrito.
Ricardo amaba la naturaleza, y especialmente a los pájaros, esas almas libres movidas por el viento que llenaban los cielos de Villadiego y atraían a los cazadores de toda la provincia. «Mi hermano tuvo un cernícalo al que llamó Jerry. Lo llegó a amaestrar», señala revelando uno de los hermosos secretos que esconde el libro.
A lo largo de las más de 200 páginas de Ricardo se suceden las citas de muchos autores que han inspirado a Jesús Pérez a lo largo de su vida como lector y, especialmente, durante la escritura de esta obra. «Anne Carson es uno de los referentes, una escritora que a mí me fascina, y aquí aparece citada en varias ocasiones». En esta larga procesión de grandes plumas se suceden nombres como Louise Glück, Yuval Noah Harari, Sándor Márai, Joan Margarit o Susan Sontag, entre otros.
La estructura de esta obra, muy libre pero también muy meditada, ofrece pequeños capítulos denominados cajas, vacíos, círculos, espacios e hilos. «Esta disposición ha sido un poco intuitiva, pero la considero un acierto. Como si los recuerdos van entrando todos en un mismo saco, pero al sacarlos cada uno te habla de algo distinto. Los hilos por ejemplo son historias que siguen, los círculos son más cerradas..., todo plasmado con un componente poético importante», explica.
Al texto de Jesús Pérez le acompañan las ilustraciones de Pili de Grado. «Los padres de Pili son de Villadiego y muy amigos de mi familia. Conocía su obra, tiene una sensibilidad especial que me gusta mucho y me encanta que haya participado en el libro», indica. En la portada, un joven tumbado sobre la tierra admira un firmamento oscuro rajado por constelaciones luminosas. «En Villadiego hay un lugar, llamado el alto de la Riba, donde según me han contado iban en verano los chicos de la edad de mi hermano. Allí se tumbaban, charlaban, miraban las estrellas... Eso también lo cuento en el libro y Pili ha elegido ese pasaje para la portada».
Profesor de escritores
Jesús Pérez lleva al timón de la Escuela de Escritores de Burgos desde hace 20 años. Una larga travesía en la que ha navegado junto a muchos aprendices de la narración por las inhóspitas aguas de la literatura. Algunos de sus alumnos han atracado en el puerto de alguna editorial donde han publicado sus escritos, algo muy satisfactorio para Pérez Saiz. Entre otros, aparecen en la conversación los nombres de Mercedes Rodrigo y Raúl Elena. «Para mí es todo un orgullo. Hay mucha más gente que merecería publicar por su gran calidad, pero es muy difícil».
«El fallecimiento de mi hermano me falseó la memoria... De antes de su muerte no me acuerdo de casi nada»
¿Y cómo escribe un profesor de escritura? «Yo no pienso en que soy profesor cuando escribo... Depuro muchísimo, busco que mi expresión sea lo más natural y auténtica posible. Luego hay unas técnicas que al principio eres muy consciente de que las utilizas, pero luego las tienes tan interiorizadas que te olvidas de que las estás aplicando», afirma.
Durante el tiempo de escritura de Ricardo la brújula narrativa de Jesús Pérez se ha desmagnetizado y los puntos cardinales se han tornado en metas esquivas. La nueva obra del autor burgalés nada en el pozo de la memoria y, en su decidida vocación de amor hacia su hermano y su familia, nos regala un brillante espejo donde todos nos reconoceremos como protagonistas o testigos del vacío que supone la muerte de alguien que marchó demasiado pronto. Como Ricardo, ese adolescente de Villadiego que disfrutó de sus días mirando un cielo -extenso y horizontal- lleno de pájaros y estrellas.