El Correo de Burgos

NOMBRAMIENTO

De nuevo, un burgalés en la Real Academia Nacional de Farmacia

El médico, investigador y exdirector de la Fernán González José Manuel López Gómez es nombrado académico correspondiente de esta institución que tiene su origen en el Real Colegio de Boticarios 

José Manuel López Gómez, en el Museo de Farmacia del Arco de Santa María. SANTI OTERO

José Manuel López Gómez, en el Museo de Farmacia del Arco de Santa María. SANTI OTERO

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José Manuel López Gómez nació en Barcelona, pero nunca se sintió lejos de la provincia de Burgos donde están arraigadas las profundas raíces de su familia. Concretamente en la localidad ribereña de Fuentecén, desde donde marchó su abuelo, que era coronel de Caballería, con destino a la capital condal. Estudió la carrera médica en la Universidad Central de Barcelona y en 1985 ganó una plaza de profesor ayudante en la Facultad de Medicina, pero vio que allí no tenía futuro. «Comprendí que si uno no se supeditaba a ciertos postulados político-académicos no progresaría mucho», explica López Gómez refiriéndose a optar a una futura cátedra. Entonces opositó a las plazas de Atención Primaria y ganó una en Mérida. «Mis compañeros de universidad me dijeron que estaba totalmente trastornado», indica entre risas. «No entendían cómo dejaba mi plaza de profesor en una ciudad como Barcelona para irme a trabajar como médico a Extremadura... Yo guardo un recuerdo de Mérida maravilloso». 

Allí estuvo cinco años, donde disfrutó de «unos pacientes muy generosos, gente buena y humilde». Pero lo que al doctor burgalés le hizo marchar de allí fue el clima. «No podía con aquel terrible calor, que a partir de primavera era inenarrable». Durante ese lustro hizo su tesis doctoral, con un tema sobre Mérida que ganó el Premio de Investigación de Extremadura, y se preparó una nueva oposición. «Podría haber ido a Madrid o a otra ciudad, pero decidí venir a Burgos. Mi abuelo tenía un chalecito en la calle San Pedro de Cardeña y todos los veranos veníamos desde Barcelona tres meses, acercándonos también algunos días a Fuentecén donde residían mis tías. Siempre he estado muy unido a Burgos, nunca he perdido el contacto con la que considero mi tierra», asevera.

«Ha sido una gran satisfacción dirigir la Institución Fernán González. También un gran reto, porque no había coordinado estamentos de este carácter y porque me tocó un tiempo muy complejo académica, política y económicamente hablando».

López Gómez recuerda, con una sonrisa en el rostro, esas temporadas estivales de largas siestas a la fresca salteadas con lecturas arrebatadas de Baroja y Galdós. Poco a poco también fueron cayendo en sus manos otras publicaciones que ampliaron su conocimiento sobre la historia de la provincia. «Leía muchos libros sobre Burgos y cuando comencé la universidad me suscribí al Boletín de la Institución Fernán González. Recuerdo empaparme de los estudios de García Rámila, López Mata, García de Quevedo... ¡Los clásicos!», apunta con simpatía.

Regreso a Burgos

Finalmente, ganó su plaza en Burgos y hasta hace dos años ha ejercido como médico de familia en el centro de salud de Los Cubos mientras que seguía aumentando su currículum como investigador, que desde el momento en que se doctoró en Historia de la Medicina ha sumado 27 libros publicados y otros 210 trabajos. «Tengo varios estudios realizados alrededor del campo de la Farmacia. En virtud de ello, he sido elegido para formar parte de la Real Academia Nacional de Farmacia [RANF]... Estoy contentísimo, por supuesto».

López Gómez destaca que sólo dos burgaleses fueron académicos correspondientes de la Real Academia de Farmacia durante el siglo XX. «Fueron dos hombres importantes, ambos de la Ribera del Duero como yo: Pascual Domingo Jimeno Jimeno y Taurino Mariano Losa España. Y Jimeno murió justo hace 50 años, así que en la Academia va a haber un burgalés medio siglo después», señala.

Otro nombre ilustre aparece en esta conversación llena de datos, historias y anécdotas que brinda la gran memoria de López Gómez: Obdulio Fernández Rodríguez. «Don Obdulio fue académico honorario de la Real Academia, catedrático de la Facultad de Farmacia de Madrid y un gran científico de talla internacional. Pero sufrió un boicot fruto de la situación política generada por la Guerra Civil. Natural de Frías, tuvo mucha relación con José Giral, químico y farmacéutico que fue presidente del Consejo de Ministros durante la II República. Esto le pasó factura y fue relegado a cierto ostracismo. Sin ir más lejos, fue miembro de la Real Academia de Medicina y de la de Ciencias pero no de la de Farmacia», confirma. «Aquí sí tuvo reconocimiento. En los años cuarenta del pasado siglo fue nombrado Colegiado de Honor por el Colegio de Farmacéuticos de Burgos e Hijo Predilecto de la Provincia».

El balneario de Arlanzón

Para formar parte de la Real Academia Nacional de Farmacia como correspondiente se exige al electo escribir un libro, publicarlo y exponerlo en un pleno, algo que no ocurre en otras. «Yo soy miembro de la Real Academia de Historia y no tuve que hacer una publicación ex profeso. En este caso, sí». José Manuel López Gómez realizará su lectura a finales de año o principios de 2023 en la sede de la RANF.

Este estudio versará sobre las aguas mineromedicinales de Arlanzón, un asunto poco conocido, según declara. «En el pueblo de Arlanzón hubo un balneario a finales del siglo XIX que estuvo abierto pocos años. El manantial de agua todavía se mantiene en la finca donde estuvo este alojamiento, que es privada», añade. «Esas aguas  estaban clasificadas como bicarbonatadas cálcicas nitrogenadas, muy favorables para problemas bronquiales y gástricos». 

Este balneario lo inició Julián Fournier, uno de los dueños de la Papelera del Arlanzón, entre otros negocios. «Compró unas tierras alrededor del manantial y fundó la sociedad Fournier, Sedano y compañía, que tenía doce socios. Construyó un edificio alrededor de la surgencia con baños y piscinas, pero las personas que iban a tomar las aguas comenzaron a requerir un lugar donde alojarse, por lo que hicieron un hotel. El balneario se inauguró en 1884 y se mantuvo abierto hasta 1910 aproximadamente... Muy pocos años, sí», subraya el médico burgalés, que ha recabado mucha información de esta aventura empresarial en protocolos notariales.

«Tengo varios estudios realizados alrededor del campo de la Farmacia. En virtud de ello, he sido elegido para formar parte de la Real Academia Nacional de Farmacia... Estoy contentísimo, por supuesto».

López Gómez encuentra una razón para el poco tiempo en que estuvo operando este establecimiento, en un principio con buenas perspectivas de negocio. «Estaba bien dotado, a 20 kilómetros de Burgos... ¿Qué pasó? Pues simplemente que eran muchos socios y no se entendían», indica. «Además, varios de los accionistas iniciales murieron y pasó todo a sus herederos, lo que aumentó la cantidad de gente implicada para llegar a acuerdos». Otro de los motivos que expone para el fracaso del balneario de Arlanzón es que los propietarios no lo supieron publicitar «por no gastar dinero en los diarios médicos nacionales con lo que su público se redujo a provincias cercanas». A todo esto se sumaron quiebras y cambios de gerencia.

La Academia Burgense

El pasado mes de febrero, López Gómez dejó la dirección de la Institución Fernán González en manos de René Jesús Payo tras 13 años al frente. «Ha sido una gran satisfacción dirigir la institución. También un gran reto, porque no había coordinado estamentos de este carácter y porque me tocó un tiempo muy complejo académica, política y económicamente hablando. Creo que, gracias al trabajo de todos los compañeros, ha resultado una época brillante con la publicación de más de cien libros y muchísimas actividades y conferencias a lo largo de estos años», señala. «Además, conseguí la incorporación de mujeres como académicas numerarias, siendo la primera Lena Saladina Iglesias, un logro en el que estaba especialmente empeñado», concluye José Manuel López Gómez.

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