ARTE
Una escultura del burgalés Diego de Siloe, a la venta por 5 millones de libras
Esta figura de casi metro y medio de altura tallada en mármol es exhibida en la Feria TEFAF de Maastricht y en octubre tendrá protagonismo en una exposición en el Museo del Prado de Madrid
El artista burgalés Diego de Siloe (c. 1490 - 1536) estará en las próximas fechas en el candelero del mundo de arte por la puesta a la venta de una extraordinaria escultura labrada en su etapa napolitana, un impresionante san Sebastián en mármol de Carrara que estos días está siendo presentado en la 35ª edición de la feria TEFAF Maastricht, que se celebra hasta el jueves 30 de junio. En octubre será una de las obras más relevantes de la exposición Otro Renacimiento. Artistas españoles en Nápoles a comienzos del Cinquecento que programará el Museo del Prado del 18 de octubre al 29 de enero en una muestra organizada junto al Museo e Real Bosco di Capodimonte de Nápoles.
La pieza, según informa la galería londinense Lullo Pampoulides, perteneció a la colección del marqués Raffaele Cappelli di Toirano (1818-1921) en Castello della Crescenza desde, al menos, finales del siglo XIX. Más tarde fue adquirida por un coleccionista privado italiano a principios de la década de 1970 y en 2016 pasó a manos de otro. El precio demandado por este san Sebastián -según ha confirmado Andreas Pampoulides, cofundador de Lullo Pampoulides, a Posts US News- es de 5 millones de libras esterlinas (5,8 millones de euros al cambio). Si la venta se produjera, supondría un gran espaldarazo en la cotización y en la fama del autor de la Escalera Dorada de la Catedral de Burgos.
La escultura atribuida al virtuoso burgalés tiene 145 centímetros de altura y está tallada en mármol de Carrara, el material preferido por los grandes maestros del Renacimiento italiano. Su realización está enmarcada entre los años 1514 y 1515, cuando Diego de Siloe y Bartolomé Ordóñez trabajaban en la capilla Caracciolo di Vico de la iglesia de San Giovanni a Carbonara de Nápoles. En las obras labradas por el burgalés en esta época «se detectan notables ecos de Miguel Ángel y Donatello», como destacaron Alberto C. Ibáñez y René Jesús Payo en su estudio Del Gótico al Renacimiento. Artistas burgaleses entre 1450 y 1600. Otro investigador que ha analizado esta etapa es Riccardo Naldi en su obra Magnificence of Marble: Bartolomé Ordóñez and Diego de Siloe.
El diseño de esta escultura de gran tamaño está muy relacionada con otros dos ‘sansebastianes’ surgidos de las talentosas manos de Siloe: uno, en la citada capilla Caracciolo de Nápoles, y otro que se puede contemplar en la iglesia de la localidad serrana de Barbadillo de Herreros.
Para el catedrático de Historia del Arte de la UBU René Jesús Payo «la autoría de esta obra me crea muchas dudas, aunque evidentemente me gustaría que fuera de Siloe, un artista destacadísimo del arte burgalés y español. Todavía queda mucho por investigar en la etapa napolitana de Diego...», añade. El también director de la Institución Fernán González lleva bregando mucho tiempo con una monografía sobre este escultor y arquitecto renacentista. «La tengo muy avanzada. Precisamente necesito un tiempo largo de estudio de su estancia en Italia para completarla». Payo indica que el precio de venta de la escultura, casi 6 millones de euros, le parece que está «fuera de mercado».
Genio del Renacimiento
Siloe, junto a el también burgalés Bartolomé Ordóñez, fueron los introductores en España de las corrientes renacentistas surgidas en Italia del ingenio de maestros como Leonardo, Miguel Ángel, Donatello, Bramante... Ambos viajaron a dicho país para empaparse de esas nuevas formas en torno a 1509, cuando el hijo del maestro Gil abandonó el taller de Felipe Bigarny por desencuentros con el Borgoñón, obrador donde es probable que también trabajara Ordóñez según la catedrática de Historia del Arte de la Uva María José Redondo Cantera.
Tras su vuelta de Italia, Diego de Siloe se consagró en Burgos con obras como el sepulcro del obispo Luis de Acuña, la Escalera Dorada o el retablo mayor de la capilla de los Condestables -realizado junto al maestre Bigarny-, así como piezas maestras de la escultura como las tallas de santa Casilda o el Cristo atado a la columna. Tras esta etapa, marchó finalmente a Granada en 1528, donde se consolidó como un referente de la arquitectura con diversas obras en el monasterio de San Jerónimo y la Catedral granadina, entre otros.