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Literatura

Aventuras diablescas para una redención universal

El escritor burgalés José Antonio Abella publica ‘Agnus diaboli’ (Valnera), una novela poderosa y con mucho humor inspirada en el episodio acontecido en torno a su famosa escultura del Diablillo de Segovia

José Antonio Abella, junto a la escultura del Diablillo del Acueducto y con la novela ‘Agnus diaboli’. DARÍO GONZALO

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Burgos

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Para charlar con José Antonio Abella de su nueva novela -'Agnus diaboli', editada por el sello cántabro Valnera- nos trasladamos al lugar de los hechos que la inspiraron, Segovia, donde el médico, escultor y escritor burgalés reside desde hace treinta años. Y será innevitable hablar de la grotesca polémica que se generó alrededor de la escultura del Diablillo del Acueducto que realizó el propio Abella durante 2018 y que luce -teléfono móvil en ristre y con la sonrisa puesta- desde enero de 2019 en la Cuesta de San Juan de la capital segoviana.

Recapitulemos. José Antonio Abella, además de poseer una destacable obra literaria, es autor de un buen número de esculturas, algunas tan notables como el Monumento a la Trashumancia, también en Segovia. Un día propuso al consistorio tallar una pieza que recordara la tradicional leyenda que cuenta que fue el diablo quien levantó el Acueducto de la ciudad a cambio del alma de una joven cansada de subir por largas laderas barreños de agua hasta su casa. Había una condición: que la obra se hiciera en una sola noche. El diablo trabajó largas horas con ansia y tesón bajo una espantosa tormenta. Finalmente, la moza se arrepintió y pasó toda la madrugada rezando y pidiendo perdón a Dios. Antes de que el diablo pusiera la última piedra, cantó el gallo y el amanecer condenó al maligno por no acabar la faena y salvó a la muchacha de la maldición.

«Me gusta decir que 'Agnus diaboli' es una novela de aventuras espirituales»JOSÉ ANTONIO ABELLA

Al igual que al protagonista de Agnus diaboli, fue el ‘Teufel’ -demonio- de la ciudad alemana de Lübeck el que inspiró al escritor y escultor burgalés la realización de este proyecto artístico. «Sí, conocí esta obra en uno de los viajes que hice a Alemania para recabar información para mi novela 'La sonrisa robada' [Premio de la Crítica de Castilla y León 2014] y se lo comenté la concejala de Cultura. Pero no fue hasta años más tarde, cuando ella misma visitó Lübeck y recordó mi proposición, cuando nos pusimos en marcha con el Diablillo del Acueducto y ocurrió todo el lamentable suceso que ya conocemos», explica mientras avistamos en nuestro paseo la construcción romana.

Arte en los tribunales

«Todo comenzó con una polémica ciega. Sin apenas conocimiento del proyecto, se alzaron muchas voces contra él argumentando razones totalmente desquiciadas, como que Segovia iba a convertirse en un lugar de peregrinación sátanica». Muchas de esas personas contrarias al diablillo se reunieron en torno a una asociación llamada San Miguel y San Frutos y fueron a los juzgados pidiendo la anulación de aquel propósito artístico.

«Fue muy desagradable. Porque quien puso la denuncia no iba contra mí, iba contra el Ayuntamiento, pero yo estaba entre medias... ¡Es que hubo dos juicios!», exclama el escritor burgalés refiriéndose a los acaecidos en el juzgado de lo Contencioso y Administrativo de Segovia y en el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León sito en Burgos. «Llegó un momento en que la polémica saltó las fronteras de Segovia y Castilla y León y se fue de madre... A partir de la publicación del asunto en The New York Times, mi teléfono echaba humo, ¡me llamaban y escribían de todo el planeta!», exclama Abella mientras señala que guarda un amplio dosier de todo lo que se publicó en medios de comunicación de muchísimos países. «A veces se lo enseño a algún amigo y no se lo cree».

El Diablillo del Acueducto de Segovia y un ejemplar de la nueva novela de Abella.DARÍO GONZALO

Finalmente, el TSJCyL rechazó el recurso de la asociación. Los magistrados fueron más allá y se preguntaron en la sentencia «dónde está la ofensa al nombre de Dios» si la propia leyenda a la que hace referencia el diablillo es compatible con la tradicional iconografía de la religión católica «y de forma figurada en el triunfo del rezo de la muchacha».

Tiempo después, brotó otro empeño en la fogosa fábrica de ideas que es la mente de José Antonio Abella. Tras el lamentable episodio sufrido en torno al Diablillo del Acueducto, cambió el cincel y la escofina por la pluma y el teclado. «Yo apenas hablé mientras sucedió todo aquello, guardé mucho silencio, fueron muchas emociones contenidas... Y me entraron ganas de escribir. Pensé en una historia y, como ‘escritor de brújula’, sabía hacia dónde quería ir. Partiendo de la historia del diablillo, yo no quería hablar ni de Segovia ni de los segovianos... Puede que haya un pálido reflejo, pero la narración va por otros derroteros. Porque si hubiera escrito una historia de venganza habría sido un relato muy pobre», subraya. «Hay puntos de ironía, sí. Pero la novela no es un reflejo de la realidad. Y para eso huyo de mi ciudad, me voy a un país inventado y a una ciudad lejana». Gracias a algunas pistas que va dejando en las páginas del libro ubicaremos esa nación imaginada en los Balcanes, una península que ha sufrido los desastres de la guerra y, consecuentemente, la tragedia en su población. «Por necesidades argumentales que irá descubriendo el lector, requería ubicar la novela en Europa y en un lugar donde los conflictos bélicos siguieran en la memoria reciente de sus habitantes».

Tras pasar bajo en Acueducto, enfilamos la Cuesta de San Juan. Subimos por el empedrado y el escritor burgalés me señala al final del repecho, sobre el pretil de piedra, la figura de bronce que tantos visitantes acoge desde que se instaló hace casi cuatro años. Si la ruta hasta nuestro objetivo es clara, no lo es tanto la charla con Abella, siempre aguda y simpática. Por encima de nuestros pasos se alternan asuntos como el inextricable mundo de la crítica literaria «de la que no me puedo quejar»; de buenos amigos escritores como el también burgalés Jesús Carazo, el segoviano Ignacio Sanz o el zamorano Tomás Sánchez Santiago; de la obra del puente sobre el río Eresma, que va por buen camino; de «lo apasionado por la literatura que es su editor, Jesús Herrán, y qué buenos libros hace»; o de algunas de sus series favoritas como 'Breaking Bad'.

Llegamos hasta el diablillo y tocamos su espalda con camaradería y una primaveral sonrisa en el rostro. Nos detenemos en su barriga perezosa, en su mirada risueña, en el teléfono móvil que sujeta con mucho salero. «Mira cómo le brilla el lomo de toda la gente que se arrima a él para hacerse una fotografía», señala Abella. Él también se coloca junto a la escultura y posa con un ejemplar de 'Agnus diaboli' para ilustrar este artículo. En la portada impresiona el Ángel de la Resurrección, una escultura de Giulio Monteverde que hay en el cementerio de Staglieno de Génova. «Estoy contentísimo con los comentarios que estoy recibiendo, casi apabullado. Lo cual me alegra enormemente porque he dedicado mucho tiempo y esfuerzo a esta novela», confiesa mientras hojea el libro.

Inspiración y verdad

«Todo parecido con la realidad es pura coincidencia. Avisado queda pues el lector incauto. Y también el malintencionado». Con estas palabras finaliza Abella el prólogo / advertencia de Agnus diaboli, un texto en el que el escritor remarca que «la literatura es literatura» y que algunos sucesos y personajes que rodearon lo acontecido con el Diablillo del Acueducto tengan su reflejo en la última obra del autor de Aquel mar que nunca vimos «sería un completo y terrible disparate».

La novela, que tiene 600 páginas y no te sueltan, arranca con una premisa algo parecida a la experiencia de Abella: un artista, Jozseph Kirlian, comienza a tallar una escultura que representa a un diablillo como homenaje a una leyenda de Agghiarka, que dice que fue el ángel caído el que construyó en este caso el puente romano de San Kupriäm, el más representativo de la ciudad y que se alza sobre el río Gaamkar. Poco después conocerá a Amadeus Goggins, un oscuro personaje con todo el poder del dinero que le ayudará a sacar del inframundo de la pobreza y la prostitución a Djavnina, una niña de diez años que es un portento de inteligencia y sensatez. Goggins será el mecenas de la escultura del diablillo -llamado en la historia Aggihardeo- y también contratará a un tutor especialista en religión y matemáticas para que forme a la pequeña. Esta particular familia de cuatro componentes se enfrentará a una realidad extraña, a personajes pobres de espíritu y a un futuro donde Djavnina se revelará como la auténtica protagonista de una aventura realmente extraordinaria.

El Ángel de la Resurrección de Giulio Monteverde protagoniza la portada de 'Agnus diaboli'.VALNERA

En la novela nos enfrentaremos a las malas artes de cierta prensa, al trabajo fino y paciente que desarrolla un escultor, a las diatribas diarias en que viven los políticos, a la vida escolar regida por unas religiosas, al poder de ciertos magnates inaccesibles o a la marginalidad que se ven abocadas algunas personas por reveses de la vida sobrevenidos o buscados. Y también del amor que puede brotar entre dos desconocidos, una emoción nacida de la pérdida y la ausencia, pero también de la necesidad.

Reivindicando a Papini

Las referencias literarias y artísticas en Agnus diaboli son incesantes. «Reconozco que la novela será disfrutada mucho más por una persona con un nivel cultural medio-alto», señala el autor burgalés. Un escritor que aparece e incluso protagoniza un momento de la historia es Giovanni Papini. El autor florentino era muy admirado por Borges e incluso fue candidato al premio Nobel.

«Sí, mi capítulo favorito es la entrevista a Papini. Evidentemente es una entrevista apócrifa, pero yo la veo muy real. He leído a fondo a este autor y creo que él firmaría todo lo que cuento... Su obra 'Gog', que devoré con 14 años, no ha perdido ni un ápice de actualidad, es muy interesante», indica Abella. «Una lectora, un lujo de lectora, me dijo que ya sabía hacia dónde iba la novela en cuanto leyó la palabra ‘apocatástasis’, que es un término griego que significa ‘redención universal’ que es lo contrario al apocalipsis... A mí me gusta decir que 'Agnus diaboli' es una novela de aventuras espirituales».

Para 'Agnus diaboli', José Antonio Abella ha sacado de su caja de herramientas de escritor dos técnicas. «Primero tenemos un narrador semiomnisciente, porque el punto de vista siempre está cercano a Kirlian, el escultor. Y luego hay entradas al diario del propio Kirlian, en primera persona, un artificio que me permite acceder a su intimidad y que hable con voz propia».

«Estoy contentísimo con los comentarios que estoy recibiendo, casi apabullado. Lo cual me alegra enormemente porque he dedicado mucho tiempo y esfuerzo a esta novela»JOSÉ ANTONIO ABELLA

A la pequeña Djavnina, además de su padre adoptivo Kirlian, la protegerá y cuidará el portugués Simão de Magalhães. «Es un personaje muy entrañable y fundamental en la novela como preceptor que enseña a la niña muchas materias del saber», apunta. «Le di esta nacionalidad porque me gusta mucho Portugal, es un pequeño homenaje... Y literariamente, me encanta Fernando Pessoa».

Nos despedimos del Diablillo del Acueducto hasta una próxima ocasión. Abella me firma su última novela, un ‘tour de force’ narrativo donde el autor burgalés revela una madurez como narrador que brilla en cada capítulo con un gran despliegue imaginativo, humorístico y provocador que hace que el lector «logre atravesar el tiempo llenándolo con sus páginas, que lo enriquecen y de qué manera» con «un castellano que hace honor a su nombre». Palabra de los lectores de José Antonio Abella.