El Correo de Burgos

HISTORIA Y MEDICINA

Francisco Díaz, un sabio doctor del Renacimiento en Burgos

El médico e investigador José Manuel López Gómez presenta este jueves su último estudio, ‘La etapa burgalesa del doctor Francisco Díaz (1559-1565)’, en el Salón de Estrados de la Diputación

José Manuel López Gómez, con un ejemplar de su última publicación. SANTI OTERO

José Manuel López Gómez, con un ejemplar de su última publicación. SANTI OTERO

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«El Renacimiento fue un gran momento para la medicina y la cirugía. Cuando se habla del siglo XVI burgalés siempre se pone de relieve el poderío mercantil de algunas familias de la ciudad y el desarrollo de las artes con unos cuantos artistas destacadísimos. Pero apenas se habla del esplendor científico que también se produjo en esta época con nombres muy vinculados a Burgos como Cristóbal Acosta, el Divino Valles o el objeto de mi último trabajo, el doctor Francisco Díaz», señala José Manuel López Gómez, investigador con más de 200 publicaciones a sus espaldas, muchas de ellas dedicadas a estudios de medicina y de farmacia.

Este jueves 3 de noviembre, a partir de las 20 horas en el Salón de Estrados del palacio de la Diputación, el exdirector de la Institución Fernán González y recientemente nombrado cronista de la ciudad disertará sobre uno de estos grandes personajes de la ciencia del siglo de oro burgalés en su conferencia Peste y Urología: La etapa burgalesa del Doctor Francisco Díaz. Esta sesión académica servirá como presentación del último libro de López Gómez, editado por la Real Academia Burgense.

El doctor Francisco Díaz fue un relevante anatomista, cirujano y urólogo nacido en Alcalá de Henares en 1527. Estudió y se doctoró en la universidad alcalaína en Medicina y Artes. Tras finalizar sus estudios comenzó su carrera profesional en la localidad madrileña atendiendo a relevantes personajes del entorno como los ilustres Miguel de Cervantes o Félix Lope de Vega. «Más que a Lope, parece que atendió a algunas de sus amantes», indica entre risas López Gómez. «Con Cervantes tenía una relación más que familiar, ya que el padre de don Miguel era cirujano y se conocían de antaño», aclara y apunta que al doctor Díaz le dedicaron algunos versos y hasta Cervantes una composición musical en su novela La Galatea.

El futuro profesional del doctor Díaz en Alcalá no se presentaba muy exitoso. De su universidad salían todos los años muchos médicos y la competencia era muy grande. «Entonces optó a una plaza de cirujano en el Hospital Real de Valladolid. Fue una dura oposición con una trascendencia muy popular, no sólo académica, con sus ejercicios teóricos, prácticos, disección de cadáveres.... Díaz no ganó la plaza y regresó a Alcalá. Pero su examen fue muy brillante y cuando el Ayuntamiento de Burgos necesitó a un médico, llamaron a Díaz. Se le hizo un contrato de 40.000 maravedíes anuales en el que se fijó que debía atender gratuitamente a los presos de la cárcel, a los enfermos del Hospital de la Concepción y a los pobres de la ciudad. A la gente pudiente les cobraba, por supuesto», señala López Gómez e indica que la gran capacidad médica del doctor Díaz le hizo en poco tiempo famoso en la ciudad y más allá de sus murallas, lo que le rentó muchísimo dinero en un corto espacio de tiempo.

Cuando Francisco Díaz llegó a Burgos arrendó una casa en la calle de Cantarranas la Mayor, actual rúa del Almirante Bonifaz, a la viuda Beatriz de Astudillo. Pero después compró «una casa principal» en la Llana de Afuera, lo que demuestra el poderío económico alcanzado por este médico madrileño en unos pocos años en la Caput Castellae.

La peste de 1565

Uno de los años negros del siglo XVI burgalés fue 1565, cuando la peste se llevó por delante a, prácticamente, un tercio de su población. «La peste debió de llegar a Burgos a primeros de año. Pero el frío atenúa las epidemias y hubo un hecho que retrasó la declaración de la situación epidémica, y seguramente su tratamiento, que fue el anuncio de la visita de la reina Isabel de Valois. Se comunicó a los regidores de la ciudad que la reina iba a pasar y pernoctar en Burgos durante un viaje que iba a hacer la monarca a Francia para visitar a su madre, Catalina de Médicis. La fecha notificada fue el Día de Pascua de Resurrección, en torno al 22 de abril». La ciudad comenzó a engalanarse para recibir a la reina y se olvidó de la enfermedad que corría por las casas, calles y esguevas.

Tras varias protestas del pueblo por la insalubre situación -con cientos de muertos-, se reunió a un grupo de expertos, con Francisco Díaz entre ellos, para buscar soluciones. Con la reina ya en Tardajos, se decidió que rodeara Burgos y continuó su camino hacia Francia por Soria. «Entonces se comenzaron a tomar medidas serias contra la peste. El doctor Díaz, además de trabajar con el Ayuntamiento, también hizo informes para el Cabildo de la Catedral, un ente muy importante de la ciudad», indica López Gómez.

El episodio de la peste y alguna tragedia familiar hizo que el doctor Díaz marchara inesperadamente de Burgos, regresando a Alcalá a finales de 1565. Años después, don Francisco alcanzó la gloria profesional como cirujano de cámara del rey Felipe II y como autor de trascendentales tratados sobre urología. Pero eso es otra e interesantísima historia que remata la biografía de este médico que tanta huella dejó en la ciencia burgalesa.

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