El Correo de Burgos

TEATRO

Tiritirantes: Bendita locura en el reino del humor absurdo

La compañía burgalesa abre el Festival de La Parrala con ‘Érase una vez...’, su obra más reciente con una docena de personajes que atrapan a pequeños y mayores / «Que venga una persona mayor y te diga ‘me habéis alegrado la semana’ es un premio»

Óscar Ortiz (izquierda) y Jacinto Cienfuegos, los Tiritirantes, conquistaron ayer al público en el Teatro Clunia. TOMÁS ALONSO

Óscar Ortiz (izquierda) y Jacinto Cienfuegos, los Tiritirantes, conquistaron ayer al público en el Teatro Clunia. TOMÁS ALONSO

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Casi todos los cuentos, por no decir todos, arrancan con la misma coletilla. Lo que venga a continuación es otra historia. En teatro, el interés del espectador pende de un hilo y hasta el mejor de los relatos puede desembocar en apatía si el factor sorpresa brilla por su ausencia. No es el caso de Érase una vez... Lo más reciente de la compañía burgalesa Tiritirantes, de vuelta a casa ayer gracias al Festival de La Parrala, se niega a dar tregua al bostezo. «Empieza con un subidón y acaba con otro», comentaba Óscar Ortiz, en la piel de medio elenco, horas antes de encaramarse al Castillo del ‘reino más aburrido de todos los tiempos’ junto a su compañero de fatigas, alegrías y aplausos, Jacinto Cienfuegos.

La obra incluye entre 10 y 12 personajes de todo tipo. TOMÁS ALONSO

La obra incluye entre 10 y 12 personajes de todo tipo. TOMÁS ALONSO

El dúo se reparte entre 10 o 12 personajes. Menudo trasiego, pero sarna con gusto no pica. Sabían donde se metían cuando Javier Arija, el director, les propuso volverse «locos». Hasta 25 roles diferentes llegaron a probar, como en una suerte de Gran Hermano con innumerables quebraderos de cabeza entre tanto casting. El resultado, tal y como lo define Cienfuegos, «comedia del siglo pasado con ojos del siglo XXI». Y guiños, agrega Ortiz, a los monarcas absolutos del humor absurdo, los Monty Phyton.

El castillo abrió ayer sus puertas en el Clunia. TOMÁS ALONSO

El castillo abrió ayer sus puertas en el Clunia. TOMÁS ALONSO

Siguiendo con los entresijos de Érase una vez..., los Tiritirantes coinciden en que «más que familiar, es una obra para todos los públicos». Los más pequeños disfrutan aunque su percepción varía en función de la edad. «Uno de 5 años no opina lo mismo que uno de 7», advierte Cienfuegos tras comprobar, desde el estreno en el Teatro Principal el año pasado, que los benjamines suelen poner cara de susto cuando ven al Brujo. Eso sí, al final todos acaban «metiéndose con el Rey», de aspecto «imponente» pero a la vez «muy tonto», concreta Ortiz.

Todos acaban «metiéndose con el Rey» porque es «muy tonto». TOMÁS ALONSO

Todos acaban «metiéndose con el Rey» porque es «muy tonto». TOMÁS ALONSO

Mientras la chavalería se entrega al máximo, los adultos también entran de lleno en el cuento gracias a esos gags de humor absurdo que la infancia pasa por alto. No obstante, unos y otros se encuentran en el «aplauso», al final de la función, cuando todos y cada uno de los personajes desfilan sobre el escenario despidiéndose con un baile. En ese momento, el estrés de tanto cambio de vestuario pasa a un segundo plano.

El público no nace, se hace

La gran novedad de la novena edición del Festival de la Parrala, por el que próximamente desfilarán Las Pituister, La Buhardilla y Líquido Teatro, es la generación de un debate posterior con el público. Algo que no pillaba de nuevas al dúo circense, con ganas de afrontar este cara a cara porque siempre resulta «muy enriquecedor».

Testar la opinión del respetable ayuda a mejorar y recibir halagos también anima. Para Cienfuegos, «que venga una persona mayor y te diga ‘me habéis alegrado la semana’ es un premio». Y su compañero asiente antes de aseverar que en los pueblos pequeños, por regla general, «todos se conocen y todo fluye mucho más».

Cumplida la mayoría de edad, y con «muchos pájaros en la cabeza» para celebrar su vigésimo aniversario en 2024, los Tiritirantes son plenamente conscientes de que «el público hay que hacerle». Y la responsabilidad recae, a juicio de Cienfuegos, sobre «los agentes sociales que se encargan de programar». En el caso de Burgos, considera que las cosas «se están haciendo muy bien», aunque remarca que «hace 20 años se programaba más que ahora». Sobre todo en los Sampedros, cuando «en cada plaza había de todo».

Lo que está claro es que Burgos se queda pequeño para vivir de las artes escénicas. Por suerte, la compañía trabaja por toda España y se ha hecho un importante hueco en Portugal y Francia. Además, el año pasado tuvieron la oportunidad de presentar Ulterior en la Exposición Universal de Dubai coincidiendo con el 50 aniversario de la fundación de Emiratos Árabes.

Salvo por la parte burocrática a la hora de cargar su abultado equipaje logístico, ambos describen la experiencia como «muy buena». «Estaba lleno y todo el mundo quería tocarte», rememora Ortiz. Por su parte, a Cienfuegos le llamó la atención el aluvión de flashes durante la obra. Desde las clases populares que sirven como mano de obra barata hasta los típicos jeques, nadie dejaba de hacer fotos con el móvil. Después, muchos pedían amablemente una instantánea con los artistas. Para entonces, ya se habían disipado las «dudas» sobre la acogida del espectáculo, y eso que «hacemos un humor muy blanco»

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