MÚSICA
De la casa del pueblo al WiZink Center. La nueva hornada del folk burgalés
Después de compartir escenario con La M.O.D.A. y Carlos Núñez, El Nido presenta este jueves ‘Refugios a cielo abierto’, su segundo y aplaudido disco, en el Teatro Principal / «Tocas una jota y a la gente le llega»
Hace un par de días, al poco de terminar el concierto, Carlos Núñez compartió una reflexión que aún resuena en sus cabezas: «Hay unos años en los que tienes que dar, dar y dar. Tienes que ser generoso, pero luego eso vuelve». Álvaro Herreros y Nacho Prada, de El Nido, tomaron buena nota del consejo del célebre gaitero tras subirse al escenario para interpretar el Guri, guri. De aquí en adelante, el miedo no volverá a estar presente porque todos los pasos, aunque a veces parezcan en falso, «son semillas que siembras».
El folk burgalés vuelve a estar de moda y no solo gracias a La M.O.D.A., valga la redundancia. La irrupción de El Nido en el panorama musical ha supuesto un soplo de aire fresco para la música tradicional que antaño se transmitía de generación en generación. Las panderetas colean arropadas por toda clase de instrumentos, desde Galicia hasta los Balcanes, y la insólita colección sonora de Diego Galaz se suma a la fiesta en Refugios a cielo abierto, su segundo trabajo discográfico. Una decena de himnos, previa criba de 35 bocetos, constituyen un punto de no retorno para estos cuatro jóvenes alumnos aventajados del mítico grupo Orégano, colaboradores de lujo en Seguiremos cantando junto a Jorge Arribas.
Recién salido del horno, el nuevo disco de El Nido ha emocionado a más de uno «hasta el punto de llorar». Lo corrobora Rodrigo ‘Cachorro’ Antón, con una sonrisa de oreja a oreja, haciéndose eco del aluvión de mensajes recibidos después de telonear a La Maravillosa Orquesta del Alcohol en el WiZink Center el pasado mes de noviembre. «La gente estaba entregadísima, al 1000%, cantando cada palabra a grito pelado», rememora desde El Granero con Refugios a cielo abierto sonando de fondo. Visto lo visto, parece que «tocas una jota y a la gente le llega».
«Fue mucho más cercano de lo que nos habíamos planteado», apostilla Herreros, eternamente agradecido a los compañeros de La M.O.D.A., porque de «esa gran noche aprendimos un montón y seguimos dándole vueltas». Si Nacho Prada y Eneko Lecumberri estuviesen durante la entrevista seguramente aportarían idéntico testimonio, pero no han podido asistir por motivos de agenda.
La idea es «asumir que podemos tocar ante miles de personas y tocar igual para cinco o veinte con la máxima dedicación».
Después de lo del WiZink, oportunidad histórica donde las haya para darse a conocer, El Nido afronta su otra ‘gran noche’ el jueves 29 de diciembre, a partir de las 20:30 horas, en el Teatro Principal. Por fin, la banda podrá estrenar el disco «de arriba abajo» y «plantear el show que irá en el resto de la gira». A falta de cerrar fechas, ‘Cachorro’ avanza el concierto de Valladolid el 20 de enero mientras detalla la intención de recorrer el país de punta a punta.
El tour arrancará en salas pequeñas. Lo fundamental, tal y como remarca Herreros, es «asumir que podemos tocar ante miles de personas y tocar igual para cinco o veinte con la máxima dedicación». De cara al verano, época de festivales y lo que se tercie, les encantaría «hacer mucho músculo dentro de la zona rural». En cualquier provincia, aunque la patria chica siempre tendrá prioridad.
Volviendo al disco, a su origen conceptual en el más amplio de los sentidos, nos trasladamos hasta la típica casa de pueblo en Revenga de Muñó. «Nos poníamos en el salón, sacábamos los instrumentos y tocábamos», explica Herreros antes de dejar claro, mientras su compañero asiente, que Galaz era «la opción» para llevar el proyecto a buen puerto. «Lo ha tocado todo, lo ha estudiado todo e iba a conseguir esta síntesis de estilo y sonido porque sabía qué instrumentos usar en cada canción». A base de ensayo y error, como en un «laboratorio», cada tema ganaba nuevos e inesperados matices.
David Ruiz (La M.O.D.A.) colabora en 'Ícaros', «la apuesta más diferente en cuanto a ritmos tradicionales».
A la hora de confeccionar la lista de invitados, en la que tenía que estar Orégano sí o sí, la presencia de David Ruiz era «esencial» por «el respeto que le tenemos como artista, tanto como La M.O.D.A. como en solitario». Además, su aportación entraba como anillo al dedo en Ícaros, «la apuesta más diferente en cuanto a ritmos tradicionales». Por otro lado, El Nido quiso contar con Arianda Rubio, de TéCanela, ante la necesidad de «una voz femenina que te meciera al mismo tiempo que te desgarra». El resultado, bautizado como Suéltame, «te destroza por dentro y a la vez te lleva a un sitio súper calmado», sentencia ‘Cachorro’.
El resultado de toda esta amalgama se sintetiza a la perfección en el título. Refugios a cielo abierto irrumpió sin hacer ruido, una apacible tarde en Retuerta, cuando «nos vino una sensación de seguridad, de que no podía pasarnos nada de nada». Fue en ese momento cuando el grupo llegó a la conclusión de que mientras «todo el mundo intenta encontrar seguridad en cosas difíciles como conseguir dinero, fama o casas grandes» ellos estaban «tan tranquilos con nada».