HISTORIA DEL ARTE
Una investigación revela información inédita sobre Diego de Siloe y Bartolomé Ordóñez
Un estudio de Juan José Clopés descubre nuevas informaciones sobre la vida de estos decisivos artistas burgaleses del Renacimiento español / Será publicado en el anuario 'Estudios Mirandeses' de la Fundación Profesor Cantera Burgos
La erudición, la constancia y una buena vista son tres armas fundamentales en el petate de un investigador. Luego hay otra, a veces esquiva y otras cómplice, que no sabes cuándo te acompaña o en qué momento agarrará tu mano para conducirte hacia lo más inesperado: la suerte. Pero hay que trabajársela, en el territorio de la ciencia rara vez cae maná del cielo.
Y así fue como el burgalés Juan José Clopés halló, en ese pozo del tiempo que es el Archivo de la Real Chancillería del Valladolid, tres documentos que se revelaron ante sus ojos como un auténtico tesoro.
Este investigador burgalés es licenciado en Derecho y en Geografía e Historia por la UBU. Inició su tesis doctoral sobre el mecenazgo artístico de los mercaderes burgaleses -«que no acabé pero tampoco he abandonado»- e hizo el DEA (Diploma de Estudios Avanzados) sobre las capillas funerarias de la iglesia de San Gil. Clopés fue conservador del Museo del Ejército y trabajó en distintas subdirecciones del Ministerio de Cultura. En la actualidad desarrolla su labor profesional en el IPCE (Instituto del Patrimonio Cultural de España).
El estudio de Juan José Clopés, titulado "Este proçeso no tiene dueño ni se sabe quyo es“: Diego de Siloe y Bartolomé Ordóñez en Roma en 1511, comenzó a gestarse en 2019 a partir de sus trabajos previos y el interés por Gil de Siloe, el artista más destacado del tardogótico castellano que nos ha legado joyas como el retablo de la capilla de la Concepción de la Catedral de Burgos o los sepulcros reales y el retablo mayor de la Cartuja de Miraflores. «Al revisar mucha documentación sobre el maestre Gil, como sus casas de la calle Calera, la fecha de su muerte... comencé a encontrar datos que me resultaron extraños. Entonces ahí apareció un personaje clave en esta historia: Agustín de Medina».
Tras la muerte de Gil de Siloe, la tutela y la curatela de sus hijos recayó en Agustín de Medina que, tiempo después, casaría con ¿María? de Alcalá, viuda de Gil. El ‘padrastro’ de los Siloe situó debidamente a sus nuevos vástagos, «casando a las hijas casaderas y colocando en prestigiosos talleres a los hijos, lo que conducía inexorablemente a maestre Felipe de Bigarny, para Diego, mientras la posible formación inicial de Juan junto a Diego de la Cruz o León Picardo se completaría en el taller valenciano de los leonardescos Fernandos», revela en el estudio.
El Coro de la Catedral
A pesar de las investigaciones realizadas, queda mucho por conocer alrededor del proyecto de la sillería de la nave central de la Seo burgalesa. Su tumultuosa existencia -cambio de emplazamiento, varios plazos de ejecución- y la importante cantidad de artistas que allí trabajaron «necesita un nuevo estudio que replantee los últimos descubrimientos y desarrolle otras líneas de análisis», indica Clopés. El nuevo coro renacentista, que sustituyó al antiguo gótico, fue ejecutado por el taller de Felipe Bigarny a principios del siglo XVI, posiblemente con Andrés de Nájera como jefe de obra. A mediados de siglo hubo otra fase de construcción, esta vez dirigida por el montañés Simón de Bueras.
«Todo el mundo académico sospechaba que Diego de Siloe y Bartolomé Ordóñez habían estado juntos en Italia y como socios en Nápoles. La nueva documentación permite constatar la presencia de ambos en el taller de Bigarny, trabajando juntos en la sillería del Coro de la Catedral de Burgos hasta 1508, algo que ya habían dicho otros estudios e intuyó Manuel Gómez-Moreno [autor de Las águilas del renacimiento español, de 1941], que tenía muy buen ojo y no solía fallar», asevera Clopés con simpatía.
Juntos o por separado, ambos abandonan el taller del Borgoñón y deciden marchar a Italia, donde descubrirían el arte de genios como Donatello, Miguel Ángel y Rafael.
Una de las lagunas más oscuras que hay en las biografías de Siloe y Ordóñez es su marcha a Italia y sus primeros años en el país transalpino. El trabajo del investigador burgalés abre una nueva ‘vía valenciana’ donde tiene un gran protagonismo Juan de Siloe, hermano de Diego y que «es un artista valorado tradicionalmente como un pintor mediocre. Y parece que no fue así». Juan, que seguramente comenzó su formación con Diego de la Cruz -habitual colaborador de su padre-, siguió aprendiendo en el taller valenciano de ‘los Hernandos’ (o los ‘Fernandos’), que dirigían Hernando de Llanos y Fernando Yáñez de la Almedina, colaborador de Leonardo Da Vinci. La marcha de Ordóñez y Siloe hacia Italia pudo tener como puerto de origen la capital levantina.
Su llegada debió de ser difícil. Según la documentación que ha manejado Juan José Clopés, ambos artistas burgaleses lo pasaron mal durante sus primeros años con unos ingresos pírricos. «Creo que las dificultades que tuvieron en Roma vinieron motivadas porque se enfrentaron a unos talleres muy potentes y con círculos artísticos muy sólidos que acaparaban un mercado donde era complicado entrar», destaca el investigador y apunta que ambos artistas pudieron estar en el entorno de Andrea Sansovino, un escultor toscano de gran relevancia.
Fernando de Burgos
En este momento de la biografía de la pareja artística aparece otra figura clave: el clérigo Fernando de Burgos, iluminador o miniaturista de manuscritos, que prestó en 1511 a Diego y a Bartolomé 20 ducados de oro para sobrevivir. «El padre de Fernando, llamado Diego, estuvo activo como miniaturista en Burgos y Valladolid, por lo que sus hijos utilizaron como apellido indistintamente ambas ciudades castellanas», señala.
El préstamo debía restituirse en un año a Tristán de Valladolid o Gonzalo de Múgica, hermanos de Fernando de Burgos. Pero llegó la fecha y el dinero no fue reintegrado. Entonces se suceden los pleitos y hubo un cruce de cartas entre Diego de Siloe y Agustín de Medina, su padrastro, tratando el asunto de la deuda. Toda esta documentación ha sido esencial para el estudio que acaba de publicar Juan José Clopés.
Otras figuras que aparecen en esta historia y en la investigación son Fernando de Oquillas, tesorero del obispo de Burgos fray Pascual de Ampudia, gran amigo de Agustín de Medina y pariente de la futura esposa de Siloe, Ana de Santotís; el protonotario apostólico doctor Bernardino de Contreras; el protonotario apostólico doctor Alonso de Lerma, prior de Burgos, y su criado Diego de la Serna, gran amigo de Siloe. Todos significativos nombres para dar cuerpo a esta aventura vivida a principios del siglo XVI.
Águilas del Renacimiento
Diego de Siloe y Bartolomé Ordóñez fueron dos de las estrellas de la reciente muestra del Museo del Prado Otro Renacimiento. Artistas españoles en Nápoles a comienzos del Cinquecento, donde se expusieron varias esculturas de estos burgaleses provinientes de España, Italia y algunas colecciones privadas. Varias de ellas fueron ejecutadas en su estancia napolitana, donde adquirieron gran fama tras completar obras como el sepulcro de Andrea Bonifacio, en la iglesia de los santos Severino y Sossio, o la capilla Caracciolo di Vico, en la iglesia de San Giovanni a Carbonara, ambas en la ciudad de Nápoles.
Cultura
Una escultura del burgalés Diego de Siloe, a la venta por 5 millones de libras
ALBERTO MARROQUÍN
En 1519 ambos regresaron a España. Ordóñez comenzó importantes encargos en 1517, como el trascoro de la Catedral de Barcelona o el sepulcro de Juana de Castilla y Felipe de Habsburgo para la Capilla Real de Granada. Pero murió en 1520 en Carrara, en la plenitud de su trayectoria artística. Por su parte, Diego de Siloe regresó a Burgos, donde comenzó a destacar también como arquitecto -la Escalera Dorada, la torre de la iglesia de Santa María del Campo-, faceta que engrandecería a partir de 1528 cuando marchó a Granada, donde se mantuvo activo hasta su fallecimiento en 1563.
Este estudio de Juan José Clopés Burgos se une a los realizados en los últimos años por especialistas en la época como María José Redondo Cantera, José Ignacio Hernández Redondo,Luis Vasallo Toranzo, Mariano Carbonell o Riccardo Naldi. «Algunas personas que han leído el artículo me han confesado que tiene un gran interés y que esperan a la publicación completa con las notas, que saldrá en el próximo número de la revista Estudios Mirandeses de la Fundación Cultural Profesor Cantera Burgos. Yo también espero que tenga eco, un recorrido importante y abra nuevas vías de exploración sobre estos artistas», concluye.