SOLIDARIDAD / ARTES ESCÉNICAS
Risas con acento burgalés como «herramienta de sanación» tras el horror de la guerra
Payasos Sin Fronteras moviliza a Fernando Ballesteros, Xandra Gutiérrez y Quique Méndez (Jean Philippe Kikolas) para ofrecer apoyo emocional a menores refugiados ucranianos en Polonia
Imposible olvidar la primera actuación, hace apenas unos días. «Llevábamos un maletón con ruedas y había gente que nos pedía que se lo diéramos», recuerda Fernando Ballesteros, desde Polonia, junto a Quique Méndez (Jean Philippe Kikolas) y Xandra Gutiérrez. En aquel momento, los tres lo entendieron a la perfección: «Tienen que andar de un lado para otro y es un objeto muy importante para transportar su vida».
Hablamos de menores refugiados ucranianos, chechenos e incluso bielorrusos que tratan de abrirse camino tras huir de la guerra. Rostros abatidos, tragedias personales grabadas a sangre y fuego e incertidumbre que encuentran en la risa una poderosa «herramienta de sanación». Evadirse durante al menos 40 minutos es posible gracias a esta expedición burgalesa de Payasos Sin Fronteras inmersa en una breve pero intensa gira de espectáculos, hasta el 14 de marzo, en Varsovia y ciudades próximas a la frontera con Ucrania como Wlodawa o Lublin.
Xandra Gutiérrez: «Ver cómo la gente está viviendo, durmiendo unos pegados a otros, es bastante impactante».
La impresión inicial de Gutiérrez fue «fuerte». Es su primera experiencia e intuía lo que se iba a encontrar. «Lo ves por la tele, te lo imaginas, pero estar ahí y ver cómo la gente está viviendo, durmiendo unos pegados a otros, es bastante impactante». Aún con todo, no se lo pensó dos veces cuando Méndez le propuso participar. Llevaba tiempo deseando hacerlo y tiene muy clara su misión: conseguir que los refugiados, tanto niños como adultos, «no se olviden de que la risa está ahí y de que es muy importante para la salud».
Fernando Ballesteros: «La risa es universal, un lenguaje que se habla en todos los idiomas y en todas las culturas».
Para Ballesteros, el panorama es «muy diferente» al de otras expediciones con Payasos Sin Fronteras como la del Líbano hace seis años. Se encontró «más o menos lo que esperaba». Y aunque duele comprobar de cerca el drama colectivo de quienes abandonan su tierra para evitar una muerte prácticamente segura, no ceja en su empeño de demostrar que «la risa es universal, un lenguaje que se habla en todos los idiomas y en todas las culturas».
También curtido en estas lides, Kikolas se topó con un «contexto muy diferente». Dentro de lo malo, los centros de refugiados que han visitado a lo largo de esta semana no están vigilados por «gente armada ni militares». No hay sensación de peligro y, además, se supone que la estancia es temporal. En anteriores ocasiones, la población desplazada permanecía en esos centros «durante años o décadas».
Quique Méndez: «Hay niños que son un poco más violentos y otros que lo único que quieren es abrazarte».
Cada vez que cae el telón, metafóricamente hablando, estos tres Payasos Sin Fronteras empatizan con el dolor ajeno. Se dan «contrastes muy fuertes», apunta Kikolas, con «niños que son un poco más violentos y otros que lo único que quieren es abrazarte». Una vez recogidos los bártulos, resulta imprescindible «hablar de lo que ha ocurrido» y «llorar juntos» si lo pide el cuerpo. El equipo se cuida mutuamente para que la energía fluya en cada show.
Después de realizar nueve incursiones en Polonia el año pasado con 32 artistas que arrancaron sonrisas a más de 11.500 niños y niñas, la delegación regional de esta ONG pretende seguir amenizando el presente a todas aquellas personas que lo han perdido todo por culpa de conflictos que les son completamente ajenos. Para colaborar con la causa, existen diferentes vías e información al respecto en la página web de la entidad.