Sasamón suma y sigue (por amor al arte)
Pintura, escultura y fotografía en una «sala maravillosa». Seis creadores -y amigos- burgaleses plenamente «consagrados» comparten espacio, desde el 7 de septiembre hasta el 15 de octubre, en el Museo ‘Ángel Miguel de Arce’
«Es una sala maravillosa. No hay una así en Burgos», comenta Isaac Martínez, más conocido como Sacris, aludiendo al Museo de Arte Contemporáneo Ángel Miguel de Arce de Sasamón. Lo suelta, como quien no quiere la cosa, mientras ultima los preparativos de la exposición que, desde el 7 de septiembre hasta el 15 de octubre, comparte con María José Castaño, Gerardo Ibáñez, Cristino Díez, José Antonio Bustillo y Fernando Arahuetes.
«Artistas consagrados», por supuesto. Pero, sobre todo, compañeros de mil batallas profesionales y vitales. A la hora de hacer criba, buscó la variedad y que «no chocara mucho su obra». Pintura, fotografía y escultura bajo distintas improntas y una sensibilidad común en defensa de un oficio -más bien pasión- que tantas veces requiere armarse de paciencia ante la falta de oportunidades.
En Sasamón, por suerte, «todo han sido facilidades». Sacris agradece de corazón la predisposición del alcalde, Fernando Sadornil. La propuesta, que llevaba tiempo sobre la mesa, «le pareció una idea estupenda». Tanto que no dudó en arrimar el hombro a la hora de montar la exposición. Hasta el punto de plantarse en la casa de Bustillo, en Quintanaopio, para trasladar sus esculturas hasta el Museo.
«Lo que haga falta», asegura el regidor, encantado de la vida y dispuesto a que este gran espacio, diseñado por el arquitecto Agustín Herrero, se convierta en un revulsivo turístico tras permanecer infrautilizado durante años. Al igual que Sacris, considera que «un edificio así no le tenemos en Burgos». Y después de que el Ayuntamiento impulsase su recuperación con muestras como la del quinto centenario de la primera vuelta al mundo o la del Camino de Santiago, tiene claro que «no lo vamos a dejar». En la misma línea, Sacris espera que «esto no se quede aquí y que tenga continuidad». Y Sadornil, que ya de antemano había recogido el guante, confirma que hay «más proyectos en mente» sobre los que por ahora prefiere no desvelar nada.
De momento, toca disfrutar de esta «fantástica» muestra donde Sacris, que tampoco olvida la colaboración de Miguel Ángel Gutiérrez (Artemisa), se luce con sus bodegones y greguerías. Cristino, inconfundible, conecta a las mil maravillas con la obra escultórica -y también inimitable- de Arahuetes y Bustillo. Y que decir de Castaño e Ibáñez. Tan diferentes entre sí y, al mismo tiempo, tan sumamente necesarios para entender -y disfrutar- la escena pictórica contemporánea de un Burgos que desprende arte por los cuatro costados.