El Correo de Burgos

Literatura

Los monjes de Silos y Gonzalo de Berceo, la sorpresa literaria estival

La novela ‘La taberna de Silos’ (Tusquets), cuyos escenarios narrativos están localizados en la provincia de Burgos, se ha convertido en uno de los éxitos de este verano

Ilustración de la portada de 'La taberna de Silos'.

Ilustración de la portada de 'La taberna de Silos'.TUSQUETS

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Llegaron algunos ejemplares durante los últimos días de la Feria del Libro de Burgos y prácticamente se acabaron todos. «Fue una de las sorpresas de la Feria, sin duda. Una novela que llegó sin ninguna publicidad, a última hora, pero fue de los títulos por los que más gente preguntó», señala Álvaro Manso, presidente de la Asociación Provincial de Libreros.

'La taberna de Silos' ha sido desde esos primeros días de junio una de las novelas nacionales que más y mejores comentarios ha suscitado. La faja azul que envolvía a cada ejemplar en la primera edición apelaba al futuro lector con una frase donde cabía un referente literario, un género, un tiempo, un lugar, un sugerente personaje real, un misterio y un lugar conocidísimo de la provincia de Burgos: «Como un Philip Marlowe de la Edad Media, Gonzalo de Berceo, poeta y copista, investiga la muerte de un monje en el monasterio de Silos».

Estampa de la localidad burgalesa de Santo Domingo de Silos.

Estampa de la localidad burgalesa de Santo Domingo de Silos.DARÍO GONZALO

Esta obra, publicada por la editorial Tusquets, narra las peripecias de un Gonzalo de Berceo treintañero, erudito y disfrutón, todo un hombre de letras y acción que recibe un encargo del abad de San Millán de la Cogolla: «viajar al monasterio de Silos para copiar un manuscrito latino y hacer con él un poema castellano. La secreta intención de la visita es que los dos monasterios aúnen fuerzas contra el papa y sus obispos, que pretenden quedarse con los beneficios de la producción de vino, y contra la pujanza de los nobles castellanos, ávidos también de entrar en el negocio. Sin embargo, en plena fiebre del vino, una sucesión de asesinatos tan cómicos como truculentos complica la situación», resumen desde la editorial.

El autor y el seudónimo

Además de la llamativa propuesta de esta obra, una novela negra medieval llena de humor, hay otro factor que la hace más singular si cabe: el autor de las 285 páginas de esta narración se esconde tras un seudónimo. La biografía de la solapa reza, nunca mejor dicho, así: «Tras el nombre de Lorenzo G. Acebedo se oculta un escritor que abandonó en su juventud los estudios teológicos por el retiro monacal y, algún tiempo después, el retiro monacal por una mujer. En la actualidad reside en un pueblo de La Rioja». Y ya. Si seguimos con el juego -esconderse tras un seudónimo lo es y muy divertido-, podríamos añadir una frase que Gonzalo de Berceo dice en un pasaje de la novela: «Tal vez habría querido ser puro y despiadado, como el abad de Silos, pero he acabado siendo un hombre turbio y sentimental».

No será la única frase de la novela que Acebedo, en su particular juego de espejos literario, ha podido poner en boca de su protagonista. Eso sí, que la hojarasca de chismes que genera la cuestión del seudónimo no distraiga al lector del talentoso planteamiento de la novela o la sobresaliente narrativa del este escritor, llena de escenas ingeniosas, giros poéticos y frases asombrosas. «Toma el libro y cómetelo. En tu vientre sentirás la amargura, pero en la boca te sabrá tan dulce como la miel», le dice Leonor de Andrade a Berceo en un pasaje de la novela. Quizá el autor también dé un aviso al lector con estas palabras sobre lo que depara la lectura de su libro.

Atmósfera medieval

Las páginas de 'La taberna de Silos' nos regala una prosa brillante y muy cuidada, que incluye la solemnidad del medievo, pasajes castizos y algunos arcaísmos incluidos con una intención más humorística que filológica. El autor ha fabricado una atmósfera muy sugestiva para el misterio y la vida licenciosa de los religiosos a través de una fina oscuridad de velas y una mezcla de incienso, aromas y mugre en contraste con un mundo de luz que existe más allá de los hábitos y los muros del cenobio. Acompañaremos a los protagonistas -Gonzalo, el borrachín Lope, la hermosa tabernera Elo y una selecta cuadrilla de monjes- por el monasterio estrella de la novela, por Salas de los Infantes y Covarrubias, siempre con la música de los caudales de los ríos Arlanza y Mataviejas y los cascos de caballos, las ruedas de carromatos y los filos de las navajas rasgando vidas y silencios.

Portada de la novela de Acebedo sobre una fotografía del claustro de Silos.

Portada de la novela de Acebedo sobre una fotografía del claustro de Silos.ICAL / TUSQUETS

Sea quien sea Lorenzo G. Acebedo, cuente la verdad sobre sí mismo o no, lo importante es entrar en el divertimento que propone 'La taberna de Silos': seguir las aventuras detectivescas de Berceo por celdas, posadas y un enigmático ‘scriptorium’, ser testigos de la turbadora vida de los monjes que entran y salen del cenobio como personajes de una comedia de Lubitsch, subir con ellos unas escaleras muy concurridas hacia el infierno que nos llevará a resolver el misterio de esta novela en la que, aquí sí, sabemos cuál es el nombre de la rosa.

Preguntas a Lorenzo G. Acebedo

Dado que el autor de 'La taberna de Silos' no quiere desvelar su identidad, ha tenido la amabilidad de contestarnos a algunas cuestiones a través del correo electrónico.

Pregunta- ¿Cuántas veces ha visitado Silos y la comarca del Arlanza para preparar la novela? ¿O la conocía de antes?

Respuesta- He viajado por la zona, que no está tan lejos del lugar donde escribo, aunque para ir a la comarca del Arlanza del siglo XIII, no encontré más billetes que los libros. También tuve una novia de Hinojar de Cervera [un pueblo cercano a Santo Domingo de Silos].

P.- ¿Qué tiene de especial el monasterio de Silos para ser escenario de una novela de intriga?

R.- Todo el mundo entra siempre en un monasterio buscando retiro espiritual y paz, pero a los dos años de voto de silencio y paseos claustrales es casi inevitable tener ya planeada la décima cruzada. Cualquier institución relacionada con la Iglesia católica es un escenario magnífico para una novela no ya de intriga, sino negra negrísima. De cualquier forma, la maravilla de ese monasterio son los capiteles del claustro, donde están contadas para siempre las pesadillas de los monjes. Esas imágenes muestran el inconsciente de la Iglesia.

P.- Es imposible no acordarse de 'El nombre de la rosa' de Umberto Eco -o quizá más de la adaptación cinematográfica de Jean-Jacques Annaud- mientras leemos su novela. Aunque en verdad sólo la ambientación y el tiempo se asemejan.

R.- La película intenté verla un par de veces, pero me quedé dormido las dos. Como bien sabía Eco, no hay mejor homenaje que una traición, así que renuncié a poner largas parrafadas en latín y con ello probablemente a buena parte de las ventas. Y yo contaba con una ventaja vital: he vivido un buen tiempo en un monasterio, y sé que los líos que surgen dentro son más vitales que teológicos.

P.- Aunque este género literario puramente español creció en siglos posteriores, la picaresca está muy presente en la novela.

R.- Bueno, la picaresca es universal y no tiene fecha de arranque (por ejemplo: 'La Vida de Esopo' griega). Pero si queremos leer picaresca temprana en castellano no hay nada anterior a 'Los milagros de Nuestra Señora' de Berceo, donde los pícaros surgen de manera natural.

P.- ¿Qué le sedujo de la figura de Gonzalo de Berceo para convertirlo en un detective medieval?

R.- Su obra no deja lugar a dudas: rezuma simpatía por la vida y los pecados de hombres y mujeres. Y por eso el hecho de que trabajara como propagandista de la Iglesia no puede verse más que como un indicio claro de cinismo (tan común en esa casa). Berceo lo tenía todo para su trabajo de Philip Marlowe en esta novela.

P.- Es muy interesante la trama sobre la industria vitivinícola en los monasterios, que tan importante fue y es en La Rioja y Burgos.

R.- Sí: el vino se convirtió en una pieza fundamental del mercado ya en la Edad Media. Un desayuno sin vino era indicio de vida lamentable, y por entonces si bebías agua cerca de una población te asegurabas diarrea para una semana como mínimo. Todo el mundo sabía que si quería llegar a los treinta y cinco sin sucumbir a los achaques tenía que amojamarse en vino. Así que lo que daba una viña era oro puro, muy codiciado.

P.- Cuatro ediciones en apenas tres meses, 'La taberna de Silos' es una novela que ha crecido gracias a la recomendación de lectores y libreros.

R.- Es cierto. Me dicen que si algo sabemos es que los libros, cuando crecen, siempre crecen gracias a los lectores y los libreros. Quizá es uno de los pocos mercados que conservan eso de la tradición: el boca a oreja. Lo cual, me parece a mí, no es mucho saber, porque imagino que hay tantos gustos como lectores, y con los libreros seguro que pasa un poco igual.

P.- En este mundo de sobreexposición mediática, usted se esconde tras un seudónimo. ¿Por qué?

R.- Hay por ahí un abad que me está buscando y prefiero que no me encuentre, estas cosas que pasan en la vida. Aquella novia de Hinojar de Cervera también tiene algo de culpa.

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