La Escuela de Teatro recupera el tirón
Recobra la cifra de alumnos prepandemia y roza los 200 matriculados en el curso recién estrenado, con un aumento del 10% de los inscritos más pequeños
El miedo a convivir en espacios cerrados azuzado por la pandemia se ha disipado. Es un hecho que a cada rato se constata para apuntalar esa nueva normalidad que tanto ansiábamos recuperar en 2020. Cada espacio la ha dado por reconquistada a su debido momento y en la Escuela Municipal de Teatro el día, al fin, ha llegado. Estrena curso con ilusión, como siempre a sus 35 años y pico (36 en enero), que ya es decir, y con el orgullo de haber recuperado el tirón que le arrebató el coronavirus.
Los datos lo demuestran. Aún con el periodo de inscripción para los alumnos adultos abierto, su director, Alberto Fernández, confirma con satisfacción que han recuperado las matrículas prepandemia. Rozan de hecho las 200 plazas ocupadas y celebran en particular el notable aumento del interés en la sección infantil. Este incremento en concreto, de un 10% de inscritos, les ha dado el impulso definitivo.
Más allá del regreso a los buenos hábitos de antaño, Fernández achaca ese éxito de convocatoria al planteamiento ambicioso de la escuela. «No nos conformamos con recobrar esa asistencia, queremos seguir creciendo», señala con ánimo y apunta a modo de ejemplo claro de ese empeño la puesta en marcha de iniciativas con ese fin. Y es que precisamente a crecer y a aumentar la visibilidad de esta apuesta -lo que a la postre es el paso previo- contribuyen actividades como el campamento infantil veraniego que arrancaba el año pasado, los cursos monográficos e intensivos -que llegarán de nuevo, sobre cómo actuar ante la cámara o maquillaje facial- o la estrecha colaboración con la Federación Provincial de Hostelería en sus jornadas históricas y gastronómicas. «Es bueno recordar a la sociedad que seguimos abiertos, que seguimos trabajando, que, de hecho, estamos más activos que nunca», indica el director del centro.
El nuevo curso arrancará oficialmente el viernes, con un acto en el centro cultural Francisco Salinas, sede de la Escuela Municipal de Teatro, al que están invitados todos los alumnos mayores de 15 años. Bien saben los que allí acudirán lo que ofrece esta disciplina en la que se adentran de la mano de los cinco docentes que ‘se multiplican’ en sus tres centros: la Casa de Cultura de Gamonal, el Teatro Principal y el mencionado Francisco de Salinas, anexo al Teatro Clunia.
«A los más pequeños, entre los 6 y los 15 años, les aporta muchísimo en cuanto a crecimiento personal, les enseña a trabajar en grupo y les facilita desarrollar determinadas cualidades clave tanto para dedicarse al teatro como para su vida cotidiana: desinhibición, expresión oral... y todo en un ambiente lúdico que precisamente favorece este aprendizaje», relata Fernández. En el caso de los adultos «la motivación es muy diversa», desde los que inician aquí la que será su carrera profesional, hasta los que siempre quisieron hacer sus pinitos pero nunca se han atrevido y han encontrado el momento.
Para todos hay hueco en este espacio nacido allá por 1988. Con más de treinta promociones de titulados en su haber y en plena forma, contra viento y marea, la escuela es la prueba de que Burgos es una ciudad amiga de las artes escénicas. «Las demanda, acude a los eventos en masa, en sala y en la calle, sostiene colectivos, instalaciones... Efectivamente, Burgos es una ciudad de teatro», apostilla Alberto Fernández.
Alarma por el retraso en la firma del convenio del 2023
Poco de comedia y mucho de drama tiene, sin embargo, la situación económica que atraviesa la Escuela Municipal de Teatro. Y la culpa es del apellido. La satisfacción que se aprecia en el tono de su director, Alberto Fernández, cuando relata los datos de matrícula del nuevo curso muta automáticamente a profunda preocupación al preguntarle por el estado de la ‘relación’ con su principal fuente de financiación: el Ayuntamiento de Burgos. Atascada, así está, de hecho. Tanto como el convenio con el que han de sufragar las nóminas del equipo docente.
No es que tarden en pagar, es que aún está sin firmar el acuerdo correspondiente a 2023. Lo que implica que el dinero del presente ejercicio, si llega, llegará una vez terminado. «Nos dicen que está todo paralizado en Intervención, que es el área que fiscaliza estos documentos, porque carecen de personal suficiente. No dudamos que sea así, por supuesto, pero pasa el tiempo y no hay avances», lamenta Fernández, tras reconocer que «no somos los únicos en esta situación, nos consta que hay muchos más colectivos a la espera».
Mientras el equipo de Gobierno da con la fórmula para desbloquear estos trámites, ellos -los docentes- tratan de suplir las carencias con «compromiso». «Es lo que nos ha hecho resistir durante estos 35 años», apostilla, consciente del riesgo que esta situación entraña para la sostenibilidad de la escuela.