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Velada poética

Brazadas de amistad en un mar de versos

Eliseo González desgranó este viernes, acompañado de Gonzalo Blanco y Óscar Esquivias, su nuevo poemario -'El nadador del desierto'- en la XI Lectura Pública en homenaje a Jorge Villalmanzo en una Sala Polisón del Teatro Principal prácticamente llena

La Sala Polisón estuvo muy concurrida en la presentación del nuevo libro de Eliseo González.ECB

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Burgos

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En una época de prisas salvajes y tiempos desprendidos, contradigamos a Carlos Gardel. Quizá veinte años sí son algo. O mucho. Son dos décadas las que ha demorado el escritor burgalés Eliseo González en publicar su nueva obra poética tras 'Galería de suicidas'. Por fin, este viernes tuvo que dejar de nuevo su huidiza timidez en la mesilla de su habitación junto a un reloj que esa jornada le había despertado, susurrándole que aquel no era un día más. 'El nadador del desierto' (editorial Medulia) ya llevaba unos días en las librerías y ya tocaba presentarlo en sociedad. A pesar de las dudas que al principio le generó al escritor presentar su libro dentro de las XI Lecturas Poéticas en homenaje a Jorge Villalmanzo, finalmente se animó con la convicción de que a su querido amigo, fallecido inesperadamente en 2012, le hubiera gustado que así fuera.

Mientras el aforo de la Sala Polisón del Teatro Principal iba rebosando de público, Eliseo González saludaba a muchos amigos y letraheridos que se acercaron en esta tarde de otoño primaveral a escuchar de su boca los versos paridos en los últimos años.

Comenzó la velada el poeta y editor Gonzalo Blanco que, con su buen humor habitual, declaró a los asistentes, tras invocar a Jorge Villalmanzo, que «aquí estamos unidos por la palabra poética. Que es de las pocas cosas que unen». En el programa de mano, Blanco dejó escrito un detalle que hace único a González por estas tierras. «Compaginando el goce de la literatura con su máxima ambición, no hacer nada, tal como se afirma en la presentación institucional de sus libros, Eliseo González ha configurado una personalidad de contemplador. Su altura física le dota para la observación. Pasea en medio de todos nosotros contemplando y anotando en su alma apuntes de gran originalidad que luego convierte en textos bellos y eficaces».

Tras la presentación, cogió el micrófono Óscar Esquivias para señalar que «Gonzalo es una de las personas más buenas y disparatadas que conozco. Disparatada es el buen sentido, claro», rio. El autor de 'Inquietud en el paraíso' evocó también al recordado poeta burgalés y señaló que «además de poeta, era un gran acogedor de poetas, tanto a los que venían de fuera como a los de la ciudad, tanto a los veteranos como a los que acababan de empezar. Y siempre que podía, los presentaba. Y por eso estamos aquí, para celebrar su cumpleaños [el 22 de noviembre] otra vez más con su ejemplo».

Esquivias repasó la nómina de invitados que habían sido invitados a largo de las diez ediciones anteriores en esta Lectura Poética. Entre otros, Antonio Carvajal, Esperanza Ortega, José Gutiérrez Román, Pilar Adón, Tomás Sánchez Santiago, Care Santos o Antolín Iglesias Páramo. El patriarca de las letras burgalesas, con sus 89 años sazonados de fina ironía y buen humor, indicó desde la primera fila del público que «me gusta eso del patriarca de las letras burgalesas. Pero no sé si soy Abraham, Jacob o Isaac... Lo que no soy es viejo, ¡soy reviejo!», aseveró entre risas.

Óscar Esquivias recordó a Eliseo González y a dos de sus grandes amigos, también escritores. «En mi cabeza, Jorge, Eliseo y Pedro Olaya eran la misma persona, tres amigos que se preocupaban por difundir la cultura en una ciudad», apuntó. «Eliseo merece estar aquí como poeta lento y depurado, que no manda a imprenta cualquier cosa. ¡Pero es que además presenta libro!», dijo con simpatía. «'El nadador del desierto' es una lectura que me ha conmovido mucho. Es un libro importante, que os va a encantar, pero a la vez doler... No es una lectura placentera, pero tampoco es una poesía difícil. Es una poesía narrativa que juega con los géneros», explicó y recomendó la «sensacional» reseña que Ricardo Ruiz había escrito para esta obra y que pueden leer en El Correo de Burgos.

Antes de dar paso a González, Esquivias recalcó que «en este poemario es tan importante lo que se cuenta como lo que no. Hay un poco biográfico inmenso, pero no es un libro de memorias, es un libro de verdad literaria».

Eliseo toma la palabra

El poeta burgalés arrancó su tiempo como los buenos rockeros, sin saludar ni hacer una introducción. Templó entre sus manos el guion de intervención y leyó el primer poema de 'El nadador del desierto', 'El callejón'. Después, tras agradecer a los organizadores de la velada la invitación y al público su presencia, el poeta burgalés anunció que «no quisiera olvidarme de esos pequeños fantasmas que a menudo me acompañan: Me refiero a mis dudas. Dudas sobre si habré elegido bien los contenidos que conformen la lectura, temor a equivocarme, pavor a quedarme en blanco y esperar a que alguien más docto que yo me reconecte. Por ello también yo me doy las gracias a mí mismo, sobre todo por haberme atrevido a estar aquí desde el primer momento».

Continuó con la lectura de 'Los mejores de nosotros'. «Alguien afirmó una vez que escribir es como sacarse espinas del paladar. Causa siempre dolor, pero también alivio. De eso quiere hablar este poema, dedicado a las personas más presentes en mi vida, precisamente aquellas que ya no están».

El autor siguió leyendo otras piezas de su libro, como 'El castigo del cielo, 'El adiós de los búlgaros' o 'Aflicción'. Más tarde, levantó la cabeza, miró a los asistentes y reflexionó sobre la actitud ante la vida, esas cartas que tenemos que jugar cada día y en cada decisión. «Me ha parecido siempre que es más fácil sentarse en el sofá que en el mundo. Quisiera dedicar este poema, 'El huracán', a la Inocencia. A la Inocencia con mayúscula, en medio de la enorme maldad que últimamente nos golpea y asola». Y llovieron los versos.

Eliseo González firmó ejemplares de su nuevo poemario al finalizar el acto.ECB

La memoria y la familia son dos de los ejes que articular el último poemario de Eliseo González. El autor habló de su padre y de lo inspirador que había sido para escribir esta obra. «Durante algo más de cinco años, los últimos de los doce que le tocó pasar en el desierto, mi padre padeció las estrecheces de verse ingresado en una residencia. Las llamamos así cuando en realidad no son sino morideros. En la habitación que él ocupaba, sobre un panel del armario en que guardaba sus escasas pertenencias, pegué un cromo que él a veces se quedaba mirando: Era una pequeña tarjetita con la imagen de un caballo blanco que trotaba libremente por una verde pradera». Y leyó 'El nadador'.

Tras unos cuantos poemas más, González anunció que el último poema que iba a leer le hubiera encantado a Jorge Villalmanzo. Su génesis fue una anécdota vivida entre ambos hace muchísimos años. «Espero que este poema, 'El salto', forme parte de mi próximo libro... Que publicaré dentro de veinte años», indicó con humor.

Una larga y calurosa salva de aplausos que emocionaron al poeta cerró el acto. Abrazos, firma de libros y la promesa de encontrarse pronto condujo a los asistentes hacia el paseo del Espolón. Seguía siendo primavera en el otoño burgalés. Cuidado, que igual que el nadador en el desierto no ve venir las olas del mar, el invierno burgalés puede llegar en cualquier momento con su marejada de heladas y viento cortante. Abríguense entre versos y amigos.