Juan Abarca (Mamá Ladilla): «Este festival va a empezar con gente con la corbata en la cabeza»
Escribe fino y afina que da gusto. Voz y alma de una banda mítica cuyas letras no dejan a nadie indiferente, sonríe solo de pensar en lo que depara el primer acto del Notemofest en el Andén 56
Don Juan Abarca tiene un don, valga la redundancia. Lleva tres décadas repartiendo carcajadas como si nada. Los versos que escupe valen su peso en oro aunque nunca haya presumido de ello. Tres décadas al frente de Mamá Ladilla, con varios proyectos paralelos entre medias, sin perder la frescura a la hora de lanzar sus dardos. Quizá alguna letra haya perdido la vigencia de antaño, es lo que tiene la rabiosa actualidad, pero su afilado sentido del humor siempre prevalecerá.
Pregunta- Notemofest, digno relevo de grandes citas como Mundo Idiota o Fosa de Frikis. ¿Se siente Mamá Ladilla como en casa en este tipo de saraos?
Respuesta- Sí que nos sentimos como en casa. En cuanto nos juntamos los grupos de este cartel, o algunos otros parecidos, el ambiente viene a ser el mismo de otras tantas veces. Siempre hay mucho colegueo y muchas risas en el camerino. Nos conocemos todos desde hace la tira de años.
P.- Dicen que los burgaleses -y los castellanos en general- somos gente fría, seria y seca. ¿Se cumple el tópico cada vez que venís a tocar por aquí?
R.- Con Mamá ladilla no se suele cumplir ese tópico en ningún sitio. Podrá venir mucha o poca gente, pero saben a lo que vienen. Y un porcentaje alto del público acaba dándolo todo, que es a lo que han venido. Este festival en concreto no creo que vaya a acabar con gente con la corbata en la cabeza: va a empezar con gente con la corbata en la cabeza. Se me pone la sonrisa solo pensar en el día D.
P.- En Exhuma y sigue reciben leña unos cuantos colectivos, Dios inclusive. ¿Os ha llegado ya la carta de Abogados Cristianos o sucedáneos?
R.- Todavía no, supongo que se habrá perdido por el camino. Deberían mandarla certificada, que luego pasa lo que pasa.
P.- En septiembre se cumplen 30 años de Mamá Ladilla. ¿Se avecina algo especial para celebrar un aniversario tan redondo?
R.- No. Aunque 'el ente' Mamá ladilla lleve esa pila de años, ha habido varias formaciones. Por más que el repertorio de directo incluya cosas de todas las épocas, yo solo me veo defendiendo la situación que está viva, que es la actual. ¿Para qué una especie de reivindicación del todo? No le veo sentido. Quizá se lo vería más adelante, cuando nos hayamos muerto todos.
«Para alguna gente con la música no solo se liga mucho, sino que de hecho uno estudia música para ligar. Es el motivo inicial»
P.- Tres décadas de carrera dan para mucho. ¿Alguna anécdota surrealista que se pueda contar?
R.- Hace poco he sacado un libro, La hostia en prosa, que incluye unas cuantas. Me viene a la cabeza una muy simple del verano pasado, camino de Almería: pinchazo en la carretera, vaciado de todo el equipo del maletero para cambiar la rueda, aparición de una pareja de picoletos que no solo no nos putean, sino que contra todo pronóstico nos ayudan, empleado de conservación de carreteras que saca la rueda a palazos, remate del picoleto 'bueno' al despedirse diciéndonos que a ver si esa noche ligábamos mucho... Está visto que para alguna gente con la música no solo se liga mucho, sino que de hecho uno estudia música para ligar. Es el motivo inicial.
P- ¿Se ha vuelto más imbécil el ser humano desde que existen las redes sociales?
R.- Ya lo era. Lo único que se ha ganado -que no es poco- es la inmediatez a la hora de comunicar tu idiocia y la facilidad para encontrar a otros como tú para que te den la razón. El grande de Juako Malavirgen definió muy bien una vez a cierto tipo de haters. Suscribo punto por punto sus palabras, que repito de memoria: «Estos son los que antes trataban de meter baza cuando la gente se juntaba en círculo y todos les daban la espalda y los dejaban fuera, lo que pasa es que ahora de pronto tienen un altavoz potente».
P.- Música basura, canciones de usar y tirar, letras cada vez más ininteligibles y vacías de contenido... No puedo evitar acordarme de Pobre principito. ¿No crees que la realidad ha superado con creces a la ficción? ¿Hay esperanza o iremos a peor?
R.- En su día me pareció buena idea escribir esa canción, y la sigo cantando, pero ahora no haría algo así. Entiendo que por un montón de factores diversos, no todo el mundo tiene el mismo nivel de estudios o la misma facilidad de palabra. Y me parece dudoso considerarme mejor o peor artista que otros por haber compuesto tal o cual canción.
Pobre principito, de hecho, no destaca por su contenido. Es un puro juego por más que enarbole indirectamente la bandera de «los que sí sabemos componer». Sí te puedo hablar de canciones actuales que me provocan el vómito, pero suele ser por una percepción estética extremadamente decepcionante; no porque el cantante a veces no sepa ni hablar o porque no se le entienda ni hostias. De hecho, hay grupos de rock que me gustan muchísimo y tampoco destacan por su vocabulario amplio o por su capacidad para explicarse. Así que no sé. Respecto a si «hay esperanza», en general no. Pero lo digo porque soy pesimista, no porque haya escuchado la última de Quevedo -que no lo he hecho-.