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«La incapacidad de ver más allá de la rutina evidencia el estigma de la salud mental»

En ‘Voces desde el fondo’, Mateo Martínez Martija parte de la cruda realidad para esbozar una ficción con múltiples aristas. Escucha, toma nota y desarrolla. Aprende de toda voz y, al final, plasma la propia negro sobre blanco

Mateo Martínez Martija, en el mirador de la calle Fernán González con vistas a la Catedral de Burgos.ÓSCAR CORCUERA

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Burgos

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Aprobó las oposiciones en verano y, a la espera de que se confirme su destino definitivo, presume de «alumnos excepcionales» en el instituto López de Mendoza. A Mateo Martínez Martija le encanta enseñar, pero su gran pasión siempre ha sido la escritura. Y se la toma sumamente en serio. Hasta el punto de descartar un proyecto al que dedicó infinidad de páginas, ya terminado, por no sentirse del todo satisfecho. Aún así, es probable que «en algún momento reconstruya la historia y la rescate».

Pase lo que pase, lo que verdaderamente interesa es su estreno novelesco. Curtido en el relato breve y con un premio José Hierro a sus espaldas, el joven filólogo burgalés ha ejercido una ardua labor periodística, entrevistando a un amigo con una gran historia que contar, para abordar asuntos vitalmente candentes como la precariedad y la salud mental a través de Juan, un estudiante de Educación Social que se ve obligado a compaginar su empleo como monitor en un campamento de verano con una enigmática sustitución en un centro de atención a la dependencia.

Pregunta- ¿Qué se siente en los días previos cuando su primera novela está a punto de llegar a las librerías?

Respuesta- Una mezcla de sensaciones, emoción, nervios, ganas e ilusión por compartir un proyecto al que he dedicado tanto tiempo. También un gran agradecimiento hacia todas las personas que están ayudándome con la promoción, compartiendo fotos e información sobre la novela.

P.- ¿Resulta más sencillo enfrentarse a una novela que a relatos cortos?

R.- Se trata de géneros distintos. El relato es más aconsejable al empezar a escribir, pues comienzas y terminas distintas historias, y eso facilita el aprendizaje. Igualmente, escribir un buen relato es complicado, hay que mantener la tensión del lector de principio a fin del texto.

Antes de publicar esta novela, descarté otro manuscrito, precisamente, por la dificultad intrínseca de escribir una historia tan larga. Además de plantear un buen argumento, hay que atender a la psicología de los personajes, a las connotaciones de lo que se narra, el lenguaje, la verosimilitud, los pasajes menos brillantes, etcétera. Por eso he tenido una pausa de dos años desde que publiqué el primer libro, por la imposición personal de conseguir un producto de calidad.

Realmente, escribir una novela se compone de varias fases de escritura y corrección. Y hay cierto momento en que el proceso creativo tiene más que ver con un trabajo de artesanía en el sentido de pulir detalles del manuscrito final, como la puntuación o la repetición de palabras.

«Lo que se narra está fundamentado en un testimonio que refleja la situación laboral de las generaciones cercanas a los 90»

P.- Voces desde el fondo enlaza varios aspectos. Por un lado, la dependencia y los estigmas aún latentes en la sociedad hacia la discapacidad. Por otro, la cruda realidad laboral de una generación que, por mucho que se esfuerce, vive en la más absoluta precariedad. ¿Por qué decidió hilar estas realidades y cuáles más aborda? ¿Cuánto de la historia se basa en experiencias propias o cercanas?

R.- Voces desde el fondo es una ficción basada en hechos reales, lo que quiere decir que la mayoría de lo que se narra está fundamentado en un testimonio que, en cierto modo, refleja la situación laboral de las generaciones cercanas a los 90: condiciones precarias y temporales, sustituciones complejas donde el trabajador novel puede foguearse y también ser cesado en cualquier momento.

En el inicio, mi intención era centrarme en el retrato de esa situación laboral que condiciona el acceso a la vivienda y a la autonomía de los jóvenes. Pero conforme hacíamos la entrevista, y sobre todo al escribir la primera parte de la novela, la historia fue avanzando hacia el reflejo de la atención a la dependencia, hacia lo opaco de la realidad de las personas con necesidades especiales y de los trabajadores que cuidan de ellas, el velo que se interpone entre estos lugares y la sociedad.

P.- ¿Cómo fue el proceso de documentación para evitar caer en clichés? ¿A qué fuentes ha recurrido y cuánto tiempo le llevó tomar nota y plasmar lo investigado sobre el papel?

R.- El proceso de documentación se ha basado en dos entrevistas largas y llamadas varias para consultar dudas concretas. La fuente es el amigo que me ha regalado su historia. El proceso es puramente periodístico: transcribí las entrevistas, una de ellas de más de dos horas, y después, en base a la documentación, diseñé y planifiqué una ficción.

Desde que hice las entrevistas hasta que empecé a escribir pasaron dos años, en el verano de 2021. El tiempo total de escritura comprende algo más de un año, pero con distintas pausas que me permitieron ver los fallos del proyecto y reescribirlo.

Tras enviarlo a distintas editoriales y premios en noviembre de 2022, Milenio me dio la oportunidad el pasado agosto, cuando comencé dos procesos de revisión y corrección de bastante profundidad hasta llegar al texto final que se ha publicado.

«En la primera parte busco criticar cómo el trabajo determina el modo en que nos relacionamos con la realidad»

P.- El teatro también está muy presente en la novela. Supongo que no es casualidad.

R.- La segunda parte de la novela se basa en la creación de una compañía teatral formada por personas con problemas de salud mental, de forma que el arte se transforma en un mecanismo de inclusión y adaptación social. Ese es el punto de partida, que también bebe del testimonio del que antes hablaba, aunque posiblemente esta sea la parte con mayor carga de ficción, pues lo que comienza como un taller dramático con un carácter puramente altruista y un trasfondo ocupacional, evoluciona hacia la creación de una compañía y la representación de una obra cuyo argumento se basa en los trastornos de los actores y sus intentos de integrarse en el mercado laboral.

P.- A grandes rasgos, ¿cuál sería el mensaje que pretende trasladar con Voces desde el fondo?

R.- En la primera parte busco criticar cómo el trabajo determina el modo en que nos relacionamos con la realidad y, por tanto, con los demás. Cómo transforma nuestra percepción de la realidad hasta el punto de alejarnos de nuestra naturaleza. Al mismo tiempo, sabía que la crónica laboral supondría reflejar una realidad generalmente oculta o ignorada como es la salud mental y la atención a la dependencia, de ahí el título de la novela, que inicialmente relacioné con el verso de José Hierro, «bocas de sombra».

Esta crítica, lógicamente, enlaza también con lo social, con esa especie de incapacidad que nos impide ver más allá de la rutina y de lo que asociamos con lo normal o lo aceptado, que a su vez evidencia el estigma de la salud mental.

P.- ¿En qué otros proyectos anda inmerso?

R.- Ahora, paralelamente a varios relatos, estoy trabajando en una novela que también parte del testimonio de un amigo que se fue a trabajar a California.

P.- ¿Algún escritor que le haya sorprendido últimamente?

R.- Me gustó Poeta chileno, de Alejandro Zambra. También Rewind, de Juan Tallón; La parcela, de Alejandro Simón Partal y Tiempo para los pájaros, de Celia Corral Cañas.