El corazón de la música latiendo en vivo y en directo
Sara Irazábal y Virginia Barbero arrasan en la apertura de su primera muestra conjunta: 42 fotografías con multitud de caras conocidas en la sala Círculo Solidario hasta el 15 de abril
La sala llena, en plan sold out. Saludos, abrazos, expectación y nervios. Han venido a verlas. A ellas y a las 42 fotografías que eligieron para su primera exposición conjunta. Sara Irazábal y Virginia Barbero están sobrepasadas, se nota. Acostumbran a situarse tras el foco y no delante. Con su cámara, siempre a punto, en cualquier concierto. Dentro y fuera de los camerinos, entre el público, a un palmo del escenario. Se desenvuelven con soltura en esas lides, pero lo de afrontar una maratoniana jornada de entrevistas con diferentes medios no lo concebían. Hasta ahora.
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Una presentación breve, más por timidez que por otra cosa, sirve para inaugurar la muestra En vivo.jpg, enmarcada en el ciclo Jóvenes Artistas de Burgos de la Fundación Cajacírculo. Primeros aplausos y los chicos de Old Viejo toman el relevo de Irazábal y Barbero para tocarse unos temas en directo. El público escucha mientras sigue mirando de reojo las instantáneas. Pululan por las paredes de sala Círculo Solidario caras conocidas que han desfilado por su objetivo. Nathy Peluso, Michael Kiwanuka, Zahara, La M.O.D.A., León Benavente... Una envidiable lista de invitados que se compartirá con sumo gusto hasta el 15 de abril, cerrando con Mario Andreu en directo, y dos visitas guiadas entre medias los días 9 y 10.
«Las dos hemos consumido siempre muchísima música», comenta Barbero retrotrayéndose al principio. «Era de las típicas que se leía los libretos de todos los discos para ver quién había hecho las fotos, el arte, etcétera». Una friki, en el mejor sentido de la palabra, que sintió el «chispazo» gracias a Matty Vogel, fotógrafo de 30 Seconds to Mars o Billie Eilish, entre otros.
Irazábal, tan inquieta como autodidacta, confirmó el «gusanillo» en el TriBu de 2019. Llegó la pandemia y poco pudo hacer, pero después se interesó por los «retratos en backstage». Cuando se quiso dar cuenta, estaba trabajando en La Rúa. Por allí se mueve como pez en el agua, de un lado a otro, captando la esencia del grupo que actúa y la felicidad de ese público que no posa porque se encuentra en trance.
Corta es su trayectoria pero enorme su potencial. Lo demuestra el hecho de que bandas consagradas contacten con ellas para ofrecerles curro. Barbero hace gala de su impronta creativa en la revista Mondo Sonoro e Irazábal tuvo que pellizcarse cuando su «retrato de 30 segundos a Izal en las fiestas de Burgos, a toda leche en los camerinos», acabó promocionando al grupo en plataformas digitales y marquesinas de Madrid. Fue «lo más heavy» y una de las cosas «más especiales» que ha vivido. No la que más porque no se olvida de sus queridos Memocracia, con los que está yendo de gira «a mil sitios» y aprendiendo, porque muchas veces ellos mismos se lo guisan y se lo comen, «cómo es organizar un evento».
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Quizá de aquí a unos años convendría que escriban un libro. Tendrán anécdotas para dar y tomar, pero no para aburrir. En uno de los primeros capítulos, Barbero podría contar su experiencia con Alizzz en La Riviera. Tras dos meses con la pierna rota, se presentó con muletas. Y ahí estuvo, «paticoja» en el foso haciendo fotos, mientras la gente de las primeras filas se preguntaba «¿qué hace esta tía aquí?». La respuesta es evidente: «Tenía que estar en ese concierto sí o sí».