Música inclusiva y lágrimas de «emoción concentrada» en lengua de signos
El Nido, María Ruiz y una veintena de intérpretes conquistan el corazón de Foro Signo, impulsado por la Fundación Luctari bajo la batuta de Beatriz Romero (ILS de Rozalén)
Lágrimas sobre el escenario, en las primeras filas y entre bastidores. «Mucha emoción concentrada». Ese sería, a grandes rasgos, la mejor definición de lo que ha supuesto la segunda edición de Foro Signo, impulsado por la Fundación Luctari bajo la batuta de Beatriz Romero (intérprete de lengua de signos -ILS- de Rozalén) con el objetivo de romper barreras a través de la música y tender nuevos puentes con la comunidad sorda. La despedida, tras un intenso fin de semana de trabajo y convivencia en Burgos, culminó este domingo por todo lo alto en la Casa del Cordón con los conciertos inclusivos de El Nido y María Ruiz.
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No paró quieto ni un segundo, salvo para disfrutar de las actuaciones, el presidente de Luctari, Mariano Saiz. «En Burgos tenemos algunos defectos, pero no el de no acoger bien a todos los que vienen». Su cara lo decía todo. También se le escaparon las lágrimas al ser testigo de la «admiración a flor de piel» entre los artistas y las veinte intérpretes de lengua de signos, procedentes de toda España, que «son pura emoción».
Los invitados, de todas las edades, ya habían tomado asiento, expectantes, cuando Romero les dio la bienvenida. Sus palabras, básicamente de agradecimiento, no solo se interpretaban en lengua de signos. Dos pantallas, una a cada lado del escenario, transmitían en tiempo real lo que iba diciendo. Por su parte, el director de la fundación, Javier Peña, agradeció que Romero siempre esté «al pie del cañón» en cualquier «proyecto valiente y social» que merezca la pena. También pidió, un poco a modo de encerrona, un aplauso para Saiz porque «se preocupa desinteresadamente por muchas cosas y sobre todo por las personas». Ahora sí, llegaba el momento de arrancar un «concierto inclusivo y exclusivo».
Salieron los chicos de El Nido y no les hizo falta entrar en calor para ganarse al público. Los aplausos surgían espontáneamente mientras muchos de los asistentes sentían las vibraciones de su música situando los globos que la organización repartió previamente a la altura del pecho.
Dos intérpretes por tema, ellos dando las gracias en lengua de signos cada dos por tres y la gente totalmente entregada. Desde Aire hasta Saltar, con su ya clásico paseo musical entre el respetable, El Nido disfrutó de lo lindo. Lo confirmaría al cabo de un rato, de camino a Gordoncillo (León), Rodrigo Cachorro. «La experiencia ha sido brutal. Todo un descubrimiento, una sorpresa», confesaba, en nombre de toda la banda, antes de expresar su más sincera gratitud por la oportunidad de contribuir a que «todo el mundo pueda disfrutar del arte en general y de la música en particular».
También se metió al respetable en el bolsillo María Ruiz. Puede que no jugase en casa, pero la cantautora alicantina arrasó con su voz, su poderío escénico y la potencia del mensaje que trasmite en cada canción. Se acordó de su paisano Miguel Hernández -qué mejor día que el 14 de abril- interpretando Rosario Dinamitera, plantó cara al machismo recalcitrante con Primavera Nuestra (dicen que somos radicales los señores que trafican con mis sueños, las tertulias que especulan con mi muerte, las portadas que nunca hablarán de mí) y acabó en alto reivindicando las «redes de apoyo mutuo» para «un mundo un poquito más amable» a través de Viento-Madera. Triunfó, en definitiva, y sorprendió a quienes no la conocían.
«Encantada» de participar en Foro Signo desde el sábado, Ruiz tuvo la oportunidad de trabajar con las intérpretes para revisar las canciones y resolver dudas. Sintió, desde el primer momento, «la emoción de lo que está sucediendo y la ilusión por lo que se está construyendo». No es la primera vez que da un concierto inclusivo, pero nunca dejará de sorprenderle la «responsabilidad realmente grande» que tienen las ILS a la hora de transmitir el mensaje «de la manera más fiel posible» y prestando especial atención a las «metáforas».
Percibe Ruiz un «cambio de paradigma dentro de las artes». «Es una cuestión de educación, de reconocer las necesidades que se van planteando, esas puertas que se van abriendo y ser todas partícipes de ese cambio». En la misma línea, el presidente de la Fundación Luctari aboga por afianzar ese «cauce de comunicación» entre la industria, los artistas y el público, que «demanda festivales más accesibles, abiertos y agradece este tipo de iniciativas». Sobre esta cuestión se habló largo y tendido el sábado por la tarde, en el Centro de Arte Caja de Burgos (CAB), durante el debate moderado por Romero que contó con la presencia de Javier Ajenjo (Sonorama Ribera), María Álvarez (RLM Management), Kin Martínez (EsmerArte) y Paloma Orte (Last Tour).
«Estamos muy halagados por el nivelazo de representación que hemos tenido con la industria musical», reconoce Saiz a sabiendas de lo necesario que resulta aportar «herramientas y soluciones» para que la inclusión deje de ser una declaración de intenciones y se consolide como realidad.
De cara a la tercera edición, para la que se intentará recabar «más recursos», Beatriz Romero es, más que una pieza fundamental, el «alma» del proyecto. «Tenerla aquí es una garantía, un verdadero imán». Hasta el punto, como ya ha quedado demostrado, de que «hay muchísima gente que intenta reflejarse en ella porque la labor que ha hecho durante más de diez años, en España y Latinoamérica, es brutal».