Carlos Goñi (Revólver): «Opinar no es gratis, siempre tiene un costo»
No le hace falta Spotify para enumerar una enorme lista de temas que le han marcado. Año y pico después de su última visita a Burgos con la gira de ‘Adictos a la euforia’, este viernes presenta su último álbum en el Cultural Caja de Burgos a partir de las 21 horas
Resulta admirable en los tiempos que corren que alguien evite pronunciarse sobre aquello de lo que poco o nada sabe. Carlos Goñi (Madrid, 1961) es uno de estos tipos. De música, la que ha escuchado e interpretado desde que tiene uso de razón, podría sentar cátedra. Sin embargo, prefiere deshacerse en elogios hacia todos esos compañeros de profesión que le han dejado huella.
Trece discos avalan a la piedra angular de Revólver. El último, recién salido del horno, se desmarca por completo de los demás. En Playlist (2024), Goñi se nutre de canciones ajenas para hacerlas suyas. Salvo dos excepciones muy puntuales a las que alude en esta entrevista, el resto son bastante contemporáneas. Y como en la variedad está el gusto, reúne a artistas tan dispares como Amaral, Extremoduro, La Quinta Estación, Pereza, Los Piratas, Rubén Pozo y Lichis, La Habitación Roja, Supersubmarina o Elefantes. Tal y como lo define el propio Goñi, «once corazones distintos para que latan en común con el mío».
Pregunta- ¿Qué es Playlist: capricho, necesidad u homenaje?
Respuesta- Hace años que pienso que los discos no son libros. Creo que solo hay un libro, que es el mío en este caso, y cada disco es un capítulo. Hay un tipo de disco que me asalta mucho y son los básicos. Hay mañanas en las que me levanto y digo: «el próximo disco será un básico, me da igual cómo haya sido el anterior o cuánto tiempo ha pasado». Son discos que me atacan y con este me pasó. A los dos meses de haber editado Adictos a la euforia, que iba como un tiro siendo número 1 en ventas y con una gira fabulosa, me levanté y dije «voy a hacer esto». ¿Por qué? Porque me lo pedía el cuerpo.
P.- ¿Cuántas canciones había sobre la mesa a la hora de encarar el proyecto?
R.- Si soy sincero, todas las que se me ocurran en español. No me puse ningún límite. Los límites los fui poniendo después, porque de alguna manera tenía que dotar al disco de una personalidad concreta para que tirase hacia algún sitio. No bastaba con ponerme a hacer versiones y ya está. Quería que tuviese cierta coherencia desde el primer tema hasta el último, aunque hubiese artistas tan dispares como Extremoduro y La Quinta Estación.
Sin embargo, el trabajo difícil, lo que me llevó seis meses, fue conseguir cómo hacer que pareciese que todas las canciones las había escrito yo (ríe). Es broma, pero sí es cierto que las he tratado igual que si las hubiese escrito yo. El cariño y el respeto ha sido el mismo.
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P.- Teniendo tanto donde elegir, ¿por qué casi todos los temas escogidos son relativamente recientes?
R.- Si nos ponemos a hablar de rock, me tengo que retrotraer al 69 o el 78. Si nos ponemos a hablar de jazz, mi música favorita, estaría en los años 50. Ese es mi gusto personal. Pero me fastidia, de una manera muy generalista, escuchar esa película de que era mejor lo de antes. Es algo con lo que no esto de acuerdo absolutamente para nada.
La última barrera, el último cortafuegos, excepto con Jaime Urrutia y Leo Dan, era que fuese gente mucho más joven que yo. Y así poder decir: «señoras y señores, hay canciones maravillosas; lo que pasa es que hay que buscarlas». En este caso, me he ido a hits brutales.
«En el estudio, soy la persona menos demócrata del mundo»
P.- Te he prometido, de Leo Dan, sería la gran excepción. Ha confesado además que es una de las canciones más especiales del disco por lo mucho que le marcó en su infancia.
R.- Más que marcarme, se me quedó enganchada al corazón para siempre. Tenía 10 años, iba de viaje con mis padres desde Alicante hasta Zaragoza y la canción apareció en una cinta de color naranja que había por ahí. Me enamoró hasta el punto de que es un tema que no había tocado jamás en directo ni interpretado para nadie. Sin embargo, creo que es una de las canciones que más veces he podido tocar en camerinos a lo largo de mi vida. Es curioso.
P.- También debe ser especial versionar Viento de cara, de Supersubmarina, por todo lo que ha sucedido en torno a la banda.
R.- Sí. Además el tema se grabó varios meses antes de que ellos volviesen. Coincidencias que a veces ocurren. Me emociona por muchas cosas y encima me mandaron un mensaje precioso hace unos días. Lo único que puedo hacer es sentirme absolutamente agradecido con ellos, y con todos los artistas, por el cariño y respeto que he recibido. Estoy orgullosísimo de este disco, de haberlo hecho lo mejor que he sabido y de tratar las canciones como si fuesen mías
P.- ¿Barajó la opción de incluir alguna colaboración de los propios homenajeados?
R.- Absolutamente no. La cuestión era coger a once compositores con mayúsculas, once corazones distintos, para que latan en común con el mío. Y lo digo muchas veces: en el estudio, soy la persona menos demócrata del mundo. Como te decía al principio, no deja de ser mi libro. Con más artistas involucrados, probablemente tendría que hacer muchas cosas. Tampoco demasiadas concesiones, pero tienes que verlo de otra manera. De hecho, la única colaboración como tal es la de Jaime, pero por un motivo muy sencillo. Ese trocito que declama en ¿Dónde estás?... En este país solo hay dos personas capaces de hacerlo como tiene que ser. Una es Jaime Urrutia y la otra es José María Sanz (Loquillo).
P.- ¿Y no se lo plantea de cara al directo?
R.- Seguro que sí. De hecho, Jaime ya confirmó que estará en el concierto del día 22 en La Riviera. Viene encantadísimo y es uno de los músicos que más admiro y he admirado de toda mi vida en este país. Me siento absolutamente feliz, es una maravilla estar con él de nuevo.
«Llevo toda la vida planteándome cada concierto como si fuese el primero o el último»
P.- Vuelta a Burgos año y pico después. Repito mucho esta pregunta, pero no me resisto. ¿Somos fríos tal y como reza el tópico?
R.- No creo que haya un público frío. A todos nos gusta que nos quieran y que nos respeten. Jamás se me ha ocurrido subirme a un escenario pensando que el público me tiene que dar algo. De hecho, me está dando dinero y horas de su tiempo. Soy yo el que está en la obligación de dar todo lo que tenga. Llevo toda la vida planteándome cada concierto como si fuese el primero o el último.
«Tanto la música como los olores son una autopista directa hacia nuestra memoria»
P.- Cada vez se celebran más conciertos en plan revival. ¿Ve necesario reivindicar épocas pasadas?
R.- Lo único necesario, de una manera definitiva, es que nos queramos y respetemos muchísimo. Y que nadie meta la mano en la caja de todos. A partir de ahí, lo que se haga o lo que no a mí me da igual, aunque también te digo que yo soy muy poco de efemérides. Un aniversario que íbamos a haber hecho era el del Básico 1 y la pandemia nos lo destrozó con toda la gira vendida.
En cuanto a lo de celebrar los 80, los 90... Es como cuando alguien me dice «tú eres de mi época». ¿Perdona? Yo estoy ahora en mi época. Tu época es todos los días. Después hay gente que te pregunta si seguimos. Es gente que se desconecta, que piensa que el mundo se ha parado y no se da cuenta que los que se han parado son ellos. Tanto la música como los olores son una autopista directa hacia nuestra memoria. Habrá un millón de canciones que tengas enganchadas a momentos de tu vida.
P.- ¿Qué opina de eso que llaman música urbana?
R.- Lo primero que pienso es que no tengo por qué opinar de todo. Y como es algo de lo que no sé en exceso, mi opinión tampoco sería respetable. Opinar no siempre es respetable. Hay mucha gente que dice que opinar es gratis. Mentira. Opinar es de las cosas más caras que existen. De gratis nada, siempre tiene un costo.
Como no es una música por la que yo transite, imagino que habrá urban decente y urban no decente. No sé distinguir y ahí me voy a quedar.