Literatura
José Antonio Abella: «Antes de escribir esta novela, he dialogado mucho con mi cáncer»
El escritor burgalés regresa a las librerías con ‘Cáncer Imperátor’ (Ediciones Valnera), una alegoría ilustrada sobre esta enfermedad que el autor padece desde hace más de dos años
«A pesar de lo que conlleva de dolores, estancias en el hospital y algunos días verdaderamente terribles, yo siempre he estado con buen ánimo desde que me operaron del cáncer a finales de 2021».
Con esta confesión acerca de su afección comienza esta charla en la que el médico, escultor y escritor José Antonio Abella (Burgos, 1956) nos habla -con su franqueza y simpatía habitual- de su última publicación, ‘Cáncer Imperátor’. «A pesar de la enfermedad, no he parado de trabajar». Nuevas novelas, poemarios y otros proyectos literarios tienen atado al autor burgalés al ordenador y señala que, si no es por su mujer, María Jesús, su perro Gorki o los amigos que le visitan, es difícil sacarle del despacho de su domicilio segoviano donde escribe y corrige sin parar «hasta doce horas en muchas jornadas».
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‘Cáncer Imperátor’, editado por el sello cántabro Valnera, es una obra muy especial. Por el contenido y por el continente. «Sé que este libro tiene una venta difícil, porque da cierta impresión. Ven el título en la portada, con una escena violenta que en verdad refleja la lucha intestina entre unos contra otros... En el fondo, un cáncer es una guerra civil en tu propio cuerpo», indica. «Este rechazo, que sé que existe, me demuestra que hay que seguir peleando contra ese tabú. Del cáncer hay que hablar con naturalidad... Pero ¿no lo hemos hecho con el covid, que se llevó a cien mil personas en España en poco tiempo?», apunta.
«La palabra ‘cáncer’ es una palabra maldita, es un estigma difícil de quitar en cuatro días», continua. «Yo quiero dar cierta naturalidad en mi libro al término y a la enfermedad. Que la gente venza el escalofrío inicial y se acerquen a ‘Cáncer Imperátor’ porque se sorprenderá de la propuesta», explica.
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«La idea motriz de la que parte este libro, y nadie cae, es que el cáncer no es una invasión, es una lucha de ti contra ti mismo. Parte de tu propio cuerpo, unas células con su ADN, se rebelan contra ti por unos u otros motivos. Ahora mismo, más de la mitad de los cánceres se curan. Pero sigue un porcentaje de incurables, como es el mío. Pues cuando están en esta situación tienes que sobrevivir con él, de la manera más amigable posible. Y saber lo que te pasa... No querer conocer qué ocurre en tu cuerpo creo que genera más angustia», asevera Abella.
El escritor burgalés, bien los saben sus allegados, es un hombre noble, de gran corazón, pero también de un fortísimo carácter. Nunca se anda con zarandajas a la hora de expresarse ni asoman los eufemismos en su conversación. «Antes de escribir la novela, he dialogado mucho con mi cáncer, con ese ente abstracto que yo le pongo cuerpo... Y le decía que esta guerra ninguno va a ganar. Tú vas a ganar, pero vas a perder, le decía».
Una obra diferente
‘Cáncer Imperátor’ se plantea como una novela bélica cuyo campo de batalla es el cuerpo de un ser humano. Se enfrentarán los ejércitos de un imperio ordenado dentro de las fronteras del ‘Epidermium’ (la piel) contra unos guerrilleros mutantes, los intus, capitaneados por el líder Tumere Intus. Comenzarán sus hostilidades en la cloaca Máxima (el colon) y se verán afectados otras muchas partes del imperio que Abella ha denominado con nombres tan reconocibles como el Intestínum, el Annus, Pulmonaria, Hepatonia, la Bucca o el Pancreáticum. Mención aparte es el C.O.R.F., el ‘centro orgánico de redistribución fluvial’. El corazón.
«En un diálogo directo con la enfermedad, Abella expone, literaria y filosóficamente, aspectos como la esencia antinatural de la misma, los entresijos del enfrentamiento, la posiblidad, incluso, de una convivencia más o menos hostil... Y nos entrega una obra que se convierte en joya de conocimiento para aquellos que temen al cáncer, porque transmite un mensaje de fuerza y esperanza para afrontarlo día tras día, capaz, incluso de convertir el miedo y la duda en armas que pueden resultar eficaces contra la enfermedad. La clave no está en el cáncer, sino en lo que esa dolencia puede enseñarnos para la vida», advierte la médico Nuria Díez Herrán sobre el libro del autor burgalés.
«He intentado plasmar ese punto de optimismo en la novela. Pero sin abrir una puerta a la esperanza falseando la realidad. Y la realidad es que hay algunos cánceres que no tiene esa puerta a la esperanza. Pero sí he querido hacer ver la coexistencia pacífica durante algún tiempo y a veces muy largo. Hay gente que vive con su cáncer hasta diez años o más. Y puede estar desesperada o no, y llevar una vida lo más tranquila posible, siempre y cuando no aparezcan los dolores», subraya el autor de ‘Crónicas de Umbroso’.
«Y no lo vamos a edulcorar: la quimioterapia es un proceso muy duro. Físicamente, te hace más daño que el propio cáncer, porque arrasa con lo bueno y con lo malo. De ahí la piel seca, la caída del pelo, las náuseas, el cansancio, las diarreas... Pero si el cáncer es curable, te puede salvar y hay que aguantarla con el mejor ánimo que puedas».
El líder de los rebeldes de ‘Cáncer Imperátor’ es bautizado por el autor como Tumere Intus. Es un personaje poderoso, fuerte y «si te pones en sus ojos y entras en el juego de la novela, lo entiendes muy bien». Su guerra de guerrillas contra los ‘leucos’ son muy violentas y llenas de escaramuzas a lo largo del imperio.
Dos momentos muy importantes de la novela, llenos de emoción y verdad, son los textos que se intercambian entre el emperador y el caudillo de los intus. El poema del emperador, conciliador con sus enemigos, contrasta con la carta de contestación de Tumere Intus, en la que el líder rebelde explica las razones de su acción, los motivos -a veces desconocidos e incontrolables- que provocan un cáncer en una persona. «Nos creéis verdugos cuando somos víctimas de vuestros hábitos o del ADN con que fuimos creados», señala Tumere Intus.
El epílogo de ‘Cáncer Imperátor’ es uno de los textos más bellos que ha escrito Abella en toda su trayectoria como literato. «Yo lucho para vivir. Esa es mi gran ventaja. Mi territorio sigue siendo un canto a la vida», destaca en un lance del texto. «Para mí, el epílogo es muy esperanzador. Y que las cosas hay que hablarlas, que es absurdo guardárselas para uno... Es uno de los problemas del cáncer, no querer hablar de él. En ‘Aquel mar que nunca vimos’ ya lo digo: las palabras guardadas en el silencio acaban por convertirse en venenosas... ¿Qué ocurre cuando uno habla? Estructuramos una serie de sensaciones y emociones internas que no tenían expresión. Convertidas en palabras, das un sentido y puedes entablar un diálogo de tú a tú con ellas, ya sea una enfermedad, un problema de trabajo o una relación de pareja que esté atravesando un mal momento. Si se quedan dentro de nosotros, el silencio lo rompe todo», declara Abella. «Todo se puede solucionar con palabras. Yo he tenido algunas disputas muy fuertes en mi vida, pero siempre con el ánimo de buscar una solución».
Las dudas y los días
«Esta es una novela que me planteó muchas incertidumbres. Primero, porque se escapa de lo que suelo hacer y porque la novela corta tampoco es mi territorio, aunque acabo de escribir una», ríe. «Hasta hubo un momento en que pensé en no publicarla».
La tecnología y la innovación han interesado mucho al autor burgalés a lo largo de su vida. Siempre ha estado al tanto de los últimos avances médicos que generaba su profesión como de los artefactos más modernos para trabajar en sus esculturas. Como escritor, investigar en la maquetación de textos y en la edición de imágenes ha sido desde hace muchos años algo más que aspectos inherentes a su trabajo. Abella empleó «cientos y cientos de horas» en el desarrollo de las ilustraciones de este libro, primero aplicándose con un programa de inteligencia artificial y luego con Photoshop, «retocando las imágenes y corrigiendo muchos de los errores que todavía comete la IA».
«Sé que hay gente muy contraria a la inteligencia artificial, pero en muy poco tiempo nadie vamos a prescindir de ella. A mí hay cosas que me gustan y otras menos», continua. «Por ejemplo, sé que la IA nunca va a escribir una buena novela, porque ahí entran aspectos muy sutiles del alma humana, de la adjetivación, la mirada del autor... Y la IA responde a unos parámetros lógicos y el arte tiene mucho de emoción. Ahí, esta herramienta valiosísima, se pierde», insiste. «La IA nunca podrá ligar una expresión tan evocadora como ‘la respiración pedregosa del asmático’ que escribió García Márquez, aunque años después lo leí en un texto de Albert Camus».
Proyectos inminentes
«En unas semanas estará a la venta una nueva edición de una novela que pasó un poco desapercibida, pero que yo creo que está muy bien, es muy juguetona...». Abella se refiere a ‘La llanura celeste’, publicada por la editorial Páramo en 2019. «La edición va a ser casi idéntica, pero con muchos pequeños cambios... El editor [Javier Campelo] quiere que quede una edición ‘de campanillas’, una expresión que se usaba mucho en mi casa», ríe. «Estoy muy contento porque es una novela a la que tengo mucho cariño, que se desarrolla en el medievo de una Castilla planteada como territorio mágico, lleno de leyendas».
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Además de la nueva edición de ‘La llanura celeste’, el autor de ‘El hombre pez’ -una de las novelas favoritas de sus lectores, basada en la leyenda del vecino de Liérganes Francisco de la Vega- tiene listas otras tres novelas, «que son tres o cinco, según lo mires». Tras el verano, el sello palentino Menoscuarto publicará la novela ‘Todas las muchachas son tuyas’. Y tiene otra lista, ‘Santa Selma’, que también llegará a las librerías en los próximos meses.
También en el escritorio de Abella reposan «dos novelas cortas y dos relatos largos» que, seguramente, publicará en un solo volumen. «También estoy muy contento con estos textos. Los leyó recientemente Ignacio Sanz [escritor segoviano, amigo íntimo de Abella] y se quedó completamente fascinado. Es una opinión que valoro mucho, porque Ignacio y yo no nos andamos con chiquitas. Si no nos gusta algo, lo decimos claramente», indica con simpatía.
Una de las obras más queridas por José Antonio Abella es ‘La sonrisa robada’, con la que obtuvo el Premio de la Crítica de Castilla y León y que lleva mucho tiempo descatalogada. «Creo que es una obra que merece ser publicada por un sello nacional, grande. Así me lo ha dicho mucha gente del negocio literario y sigo llamando a muchas puertas».
Más allá del regreso a las librerías de la novela, hay otro deseo que tiene entusiasmado a Abella: una ópera basada en esta historia. «Es un proyecto que está dando sus primeros pasos, pero va ‘en fuerte’. El compositor David Moliner, un joven muy talentoso que trabaja mayoritariamente en Alemania, está entusiasmado con la novela y quiere hacer una ópera que será bilingüe o trilingüe: en alemán, que cuenta la historia de Edelgard; otra en francés, que trata la historia de amor entre José y Edelgard; y quizá otra en español dependiendo de la financiación», señala. El contacto entre escritor y compositor se produjo a través de Michael Thallium, autor y crítico musical muy amigo de ambos. «Sé que es un proyecto que tardará en llevarse a cabo y que yo no llegaré a ver, dadas las circunstancias de mi enfermedad. Pero estoy muy contento, lo verán mi familia y mis amigos».
El libro del maestro
En noviembre de 2020, Abella publicó uno de los libros más importantes de su carrera, ‘Aquel mar que nunca vimos’, una docunovela de investigación sobre la vida y obra del maestro de Bañuelos de Bureba Antonio Benaiges. Esta obra, que ha tenido una venta sostenida en las librerías y ha despachado más de 5.000 ejemplares, tuvo un nuevo pico de ventas a raíz del estreno del filme ‘El maestro que prometió el mar’, largometraje que contó con el asesoramiento del escritor burgalés.
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«El libro ha encontrado unos nuevos lectores que no hubiera tenido sin la película», señala y apunta que el filme va a llegar en breve a China. «Patricia Font [la directora] hizo una grandísima labor con una historia muy compleja donde podría haber caído en el tremendismo... Ahorró a los espectadores los momentos más crudos y no por eso está edulcorada. Está dirigida con un pulso firme pero delicado, con un final lleno de esperanza. Creo que el público que llenó los cines lo agradeció», subraya el autor burgalés.
José Antonio Abella cuelga el teléfono y vuelve al trabajo. La charla ha pisado prados y desiertos, también algunos cardizales que se quedarán en el ‘off the record’. Quedamos hasta la próxima conversación con un largo abrazo que llega hasta las orillas del Eresma.
Algunas obras destacadas de José Antonio Abella
- 'La sonrisa robada' (Isla del Naúfrago, 2013). Basada en la historia real del poeta y pintor José Fernández Arroyo y la joven alemana Edelgard Lambrecht, esta novela -en la actualidad, descatalogada- obtuvo el Premio de la Crítica de Castilla y León en 2014.
- 'Trampas de niebla' (Valnera, 2018). En el brumoso territorio de las Tierras Altas de Eliambroz se desarrollan los trece relatos de este volumen, articulados en torno a la brutalidad, el caciquismo, la ignorancia y la envidia que son el pan de cada día.
- 'Aquel mar que nunca vimos' (Valnera, 2020). Los cuatro años de investigación sobre el maestro de Bañuelos de Bureba Antonio Benaiges quedaron plasmadas en esta exitosa e inolvidable docunovela sobre la educación y la memoria.
- 'Agnus diaboli' (Valnera, 2022). En la imaginaria Agghiarka, un escultor a punto de suicidarse, un oscuro personaje ultramillonario, una niña con los ojos de Liz Taylor y un profesor portugués se enfrentarán al diablo que cada mujer y cada hombre lleva dentro…
- 'El corazón del cíclope' (Menoscuarto, 2023). Galardonada con elPremio Ateneo - Ciudad de Valladolid 2023, esta obra narra la historia del ‘neñu’ Leo, en mitad de una cuenca minera, que atraviesa el siglo XX hasta los años posteriores a la Guerra Civil española.