Misty Moors: lo bueno se hace esperar
El proyecto surgió hace más de dos décadas, pero es ahora cuando el trío burgalés sale a escena con grandes clásicos del rock y del heavy metal. Tercer concierto, este domingo, en el Monasterio de Lerma
Mil proyectos en marcha, distancia y hasta una «puta pandemia». La historia de los burgaleses Misty Moors no se entiende sin todas las vicisitudes que trae consigo. El proyecto se concibió en 2002. ¡Anda que no ha llovido! Sin embargo, hubo que esperar hasta el pasado mes de mayo para que Raúl Weaver, Begoña García y Gonzalo Dalle se estrenasen en directo. Ahora, la banda afronta su tercer bolo. Esta vez en el monasterio de Lerma, el domingo 28 de julio y de gratis, a partir de las 20 horas.
«Los dos primeros conciertos han estado muy bien», comenta Raúl (guitarrista al igual que Gonzalo). El estreno, en el Jarra’N’Heavy, suponía jugar en casa. Eso sí: «a pesar de tener ya bastantes tablas, era nuevo para nosotros y había nerviosismo». Más que nada, porque los tres se enfrentaban a algo «totalmente diferente». Acostumbrados a la caña, lo del acústico es otro cantar. Pero fue como la seda, y el segundo show en el Munchen sirvió para afianzar la propuesta.
Con ganas del tercer asalto, Misty Moors acude a la villa ducal con el mejor anfitrión posible. Su amigo Javier Peral, también conocido como Fonty, les espera con los brazos abiertos. «Vamos a Lerma gracias a él, que siempre está ayudando con lo que puede», apunta Raúl. Y no solo darán el concierto. Antes de ponerse manos a la obra, el propio Fonty les entrevistará en su programa de radio, Onda Rock, de la emisora Anda Onda Lerma.
Caerán «un par de temas nuevos». El repertorio, de momento, se nutre de versiones. Clásicos del rock y del heavy metal como Scorpions, Blind Guardian, Dio, The Cult o Accept llegando incluso hasta Bryan Adams o Mike Oldfield. La voz de Begoña se adapta a la perfección a diferentes registros y la experiencia de los músicos es un grado. Por eso no se plantean ampliar la banda. Se sobran y se bastan ellos solos, los ensayos se cuadran mejor y, además, «si metiésemos la batería ya no sería acústico».
Canciones propias hay. Desde tiempos inmemoriales. Todo empezó cuando Raúl fue a grabar con Mistweaver a Alemania. Tenía unos temas acústicos a los que quería dar salida, pero no hubo tiempo material para probarlos en el estudio. Después hizo lo que pudo desde casa, pero «no tenía tantos cacharros ni tanta idea como ahora». El caso es que llamó a Begoña para enriquecer la propuesta. Lo que ocurre es que, por aquel entonces, ella vivía en Madrid.
Al final grabaron una decena de temas. De aquella manera, pero ahí estaban. El tiempo fue pasando y, poco antes de que el covid-19 trastocase los planes de todo el mundo, decidieron retomar el proyecto incorporando «versiones clásicas». Total, que volvieron a la casilla de salida hasta que hace un par de años acordaron que, sí o sí, Misty Moors tenía que saltar al ruedo. Y de repente, maldita sea su suerte, hubo que posponer de nuevo porque «Begoña tuvo un problema en las cuerdas vocales».
«Después del verano pasado, dijimos que había que salir de una vez por todas». Y por fin lo consiguieron. No obstante, optaron por aparcar las composiciones propias porque «hemos cambiado varias veces de tono». Aún con todo, la idea es regrabarlas en condiciones para que vean la luz y formen parte de su set list. En cualquier caso, lo fundamental es que los Misty Moors, ahora sí, han venido para que darse.