De Alemania a Burgos 2031, arte frente al ruido en torno al cambio climático
Seleccionada por el Museo Gabarrón para una residencia de dos meses en Wesenberg, Mayte Santamaría trabaja sobre el terreno con el objetivo de materializar su proyecto ‘Ser Paisaje Vivo’
La naturaleza habla aunque no se la escuche. Los pájaros cantan, pero carecen de oyentes. Quienes hablan, humanos de toda clase y condición, debaten sobre el cambio climático y el futuro de un planeta en horas bajas. El diálogo, sin los debidos silencios, se convierte en ruido. Imposible prestar atención a lo que verdaderamente importa: la supervivencia de todas las especies.
De eso trata, a grandes rasgos, Ser Paisaje Vivo. Su artífice, la burgalesa Mayte Santamaría, plantea una enmienda a la totalidad desde el arte sonoro a favor del medio ambiente. No pretende cambiar el mundo, pero sí aportar su granito de arena mediante la configuración de un espacio genuino para la reflexión colectiva. Con micrófonos colgados del techo, como aves sobrevolando un entorno cada vez más hostil, múltiples discursos sobre la crisis ecosocial chocan entre sí. Y cada cual, ensimismado en sus propias palabras, obvia lo demás.
La instalación de Santamaría, todavía en proceso, se está desarrollando en Alemania. Su proyecto, seleccionado para el programa de residencias artísticas del Museo Cristóbal Gabarrón, se estrenará en el Parque de Esculturas de Wesenberg. «Al principio no te lo crees», confiesa. Pero allí está, desde el pasado 3 de septiembre, con el firme propósito de trabajar sobre el terreno para documentar todo lo que oye, ve y siente; analizar el material recopilado, diseccionarlo y elevarlo a la categoría de arte con conciencia.
Son muchos pasos a dar hasta el 30 de octubre. Pero su camino no se detiene ahí. De vuelta a la ciudad, le aguarda un proyecto paralelo, bajo la estela de Ser Paisaje Vivo, que «da un poco de vértigo». Nada más y nada menos que defender la candidatura de Burgos como Capital Europea de la Cultura en 2031 junto a la Escuela Profesional de Danza ‘Ana Laguna’. Serán sus paisajes sonoros, fruto de sus investigaciones en Wesenberg, la base de una brillante coreografía que se presenta en sociedad el 27 de noviembre.
Una vez cruzada la línea de salida, Santamaría se dirige hacia la meta sin prisa pero sin pausa. Lo fundamental, de entrada, es «explorar el espacio». Sabe que ahora «hay menos aves que en verano», pero al mismo tiempo es consciente de que pronto llegarán especies migratorias del norte. Aun así, ya tiene en su poder unas cuantas grabaciones y se ha puesto manos a la obra con las maquetas y bocetos que vislumbraba de antemano.
Lo más importante para que el trabajo dé sus frutos es, básicamente, «sentir lo que siente la naturaleza». Cada paseo, cada incursión en los desconocidos parajes de Wesenberg, puede resultar sumamente enriquecedor. Como también lo es tomar contacto con la población autóctona, la que mejor conoce el entorno, y con otros artistas más allá de sus compañeros residentes: Luisa Aristazabal y Javier Benito.
Dentro de este contexto, el artístico, Santamaría ha tenido la oportunidad de ampliar horizontes en persona. A los pocos días de aterrizar en Alemania, se desplazó hasta Berlín para asistir a la inauguración de una exposición en el Museo Hamburger Bahnhof. Además, también ha visitado otras exposiciones en localidades cercanas a su lugar de residencia que, sin duda, le permitirán tender nuevos puentes hacia posibles colaboraciones.
Dispuesta a exprimir el tiempo de su estancia al máximo, la creadora burgalesa también ha acudido a algún que otro espectáculo de danza. «Soy una artista multidisciplinar, me gusta ir más allá», reconoce. Lo ha demostrado con creces. Sin ir más lejos, en el Escena Abierta de 2023 cuando colaboró con la directora Montse Ortiz en Caer fuera del ser, pieza teatral que analiza la contradictoria y agobiante relación entre la salud mental y el capitalismo.
Con tantos estímulos a su alrededor y los cinco sentidos siempre alerta para tomar buena nota, la materialización de Ser Paisaje Vivo en Alemania supondrá, sin duda, una excelente carta de presentación. Y no le importaría que la instalación se acomode una temporada en el Parque de Esculturas, aunque deja claro que le gustaría «moverla por más sitios». Sea como fuere, su intención es sacar mayor partido posible a una obra con mensaje (el grito ahogado de la madre Tierra que nos advierte de lo que está por venir) que le ha llevado a aparcar otros proyectos porque con este concibe algo «más amplio». Mientras tanto, seguirá disfrutando de su estancia en Alemania, donde «la convivencia es muy enriquecedora».