Pura emoción en recuerdo de José Antonio Abella en Bañuelos de Bureba

La cita era a las 12 del mediodía. Pero casi una hora antes la Escuela de Bañuelos de Bureba bullía de gente a pesar del cielo gris y amenazador de lluvia que cubría esta localidad de Las Lomas. Familiares, amigos y lectores del homenajeado -el médico, escritor y escultor José Antonio Abella- se saludaban, abrazaban y besaban con verdadera chispa de amistad.

Sonó el reloj de la iglesia de Santa María y tomó la palabra, en la planta baja del inmueble, el recién elegido nuevo presidente de la Asociación Escuela Benaiges, Ignacio Soriano Jiménez. Tras dar la bienvenida a los asistentes, cerca de un centenar, leyó el acta de la asamblea donde la asociación nombró presidente de honor al autor de ‘Aquel mar que nunca vimos’ (Valnera, 2020), docunovela que narra la investigación realizada por Abella en torno a la vida, obra y muerte del maestro de Bañuelos Antonio Benaiges.

Se descubrió una placa, colocada encima de la popular foto del docente con sus alumnos, donde cita dicho nombramiento en un metacrilato sobre un costero de olmo donado por el escultor Miguel Ángel Moreno. Entonces tomó la palabra la viuda de Abella, María Jesús Martín, que agradeció la organización del acto y el cariño de todos los presentes. «Todos conocéis su faceta de narrador y algunos la de escultor, pero es poco conocida su vertiente como poeta. Y escribió mucha poesía, desde los años 70 hasta sus últimos años de vida», indicó María Jesús Martín para segundos más tarde recitar, entre versos y silencios emotivos, una composición del poemario inédito 'Tempus fugit'.

Palabras y notas

Después se convidó a los presentes a subir a la primera planta de la Escuela, donde se encuentran la sala de exposiciones -que ahora acoge la muestra fotográfica de Lorena Rodríguez Muñoz ‘Recreo nº 4’- y el museo pedagógico. Se abarrotó el patio de sillas instalado y mucha gente asistió de pie a la función de lecturas y música.

El programa contó con la lectura de varios pasajes de novelas de Abella -‘Yuda’, ‘Crónicas de Umbroso’, ‘La sonrisa robada’, ‘El hombre pez’, ‘Trampas de niebla’, ‘Aquel mar que nunca vimos’, ‘Cáncer Imperátor’ y la inédita ‘Santa Selma’, que será publicada la próxima primavera-, todas declamadas con profundo sentimiento por el escritor vallisoletano Jesús Salviejo que, además, condujo el acto con entereza a pesar de lo que, como a todos los presentes, navegaba por sus venas: la pura emoción.

Las palabras se fueron alternando con las notas musicales que salían, por una parte, de la guitarra de Daniel Fuerte y la voz -llena de sensibilidad- de Ana Herrán, que interpretaron los temas ‘Lejos queda el mar’, de Ramón Sauló, y ‘España camisa blanca de mi esperanza’, compuesta por Víctor Manuel y popularizada por Ana Belén.

Por otro lado, los hijos de Abella, Héctor y Óscar -ambos músicos- interpretaron piezas de Giovanni Martino Cesare, Dario Castello, Erik Satie -uno de los compositores favoritos del escritor burgalés-, Schumann, Johann Sebastian Bach y dos temas compuestos por el propio Abella que, como toda disciplina artística que se le pusiera por delante, también llegó a disfrutar.

Al finalizar el acto, el editor Jesús Herrán presentó el libro ‘Hermanos en Benaiges’, un volumen escrito por diecisiete personas allegadas a José Antonio Abella, que componen un retrato muy preciso del escritor a través de recuerdos, cartas, vivencias y hasta un cuento. «Como editor y amigo de José Antonio era inevitable hacer un libro también como homenaje», señaló Herrán en una reciente entrevista a este periódico.

Abella no era muy amigo de los homenajes, pero el de ayer de Bañuelos, además del primero, no va a ser el único. El viernes 8 de noviembre hay otra cita en Segovia, capital donde vivía hace más de treinta años, para recordar todo lo que dio a la ciudad del Acueducto, a su cultura y a sus gentes. Seguro que se vive otro acto de pura emoción.