El Correo de Burgos

Presentación literaria

Francisco Narla: «Nos hemos creído una inmensidad de mentiras sobre la vida del Cid»

El escritor gallego Francisco Narla presenta este miércoles, 23 de octubre, en la librería Hijos de Santiago Rodríguez su última novela, ‘El buen vasallo’ (Grijalbo), a partir de las 19 horas

El escritor Francisco Narla, autor de 'El buen vasallo'.

El escritor Francisco Narla, autor de 'El buen vasallo'.VICTORIA IGLESIAS

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Entre los lectores burgaleses existen dos temas locales que suscitan gran un interés por encima de todos: la Catedral y el Cid. Cualquier publicación se edite sobre ellos se convierte en un éxito en las librerías locales. Ensayos, guías, libros de fotografía y novelas han engordado durante años la bibliografía escrita sobre la Seo de Santa María y el icónico guerrero de Vivar.

Sobre este último y su linaje familiar versa ‘El buen vasallo’ (Grijalbo), la última obra del novelista Francisco Narla (Lugo, 1978) que presenta este miércoles en la librería Hijos del Santigo Rodríguez a partir de las 19 horas dentro de los actos organizados para celebrar sus 175 años. El autor estará acompañado por Lucía Alonso. La entrada es libre hasta completar el aforo.

Ejemplar de la novela 'El buen vasallo'.

Ejemplar de la novela 'El buen vasallo'.Librería Oletvm

Narla llega al Cid tras un largo recorrido literario con obras que se desarrollan en varios momentos de la historia de la península ibérica. «Si lo comparamos con ‘Breo. El hombre que desafió a Roma’ (2023), el salto temporal es grande. Pero ya frecuenté el medievo en ‘Laín, el bastardo’ (2018, I Premio Edhasa de Narrativas Históricas), ‘Fierro’ (2019) o ‘Assur’ (2012), en un tiempo muy cercano a este final del siglo XI en que se desarrolla ‘El buen vasallo’».

El escritor, apasionado de otras muchas disciplinas como la aviación, la pesca o la cocina, vive con verdadera devoción sus viajes narrativos hacia otras épocas. «A mí más que buscar un periodo concreto, lo que me gusta es encontrar esos rinconcitos que llamo ‘las virgulillas de la historia’, esos relatos o sucesos curiosos que parecen ser de una forma pero son de otra», señala. «En ‘Assur’ me llevé a los vikingos a Compostela, en ‘Ronin’ me llevé a los samuráis a Sevilla, en ‘Laín’ hablé de gallegos ne las cruzadas... En ‘El buen vasallo’, lo que tiró de mí fue la inmensidad de las mentiras que nos hemos creído sobre la vida del Cid, su leyenda y la literatura que se escribió sobre él ha superado a la figura histórica», asevera Francisco Narla.

Las sorpresas más inesperadas y los falsos tópicos surgían en la mesa de trabajo del escritor gallego mientras se documentaba sobre la figura de Rodrigo Díaz de Vivar. La determinación para escribir una novela en torno al guerrero burgalés llegó con la aparición de uno de los personajes menos conocidos del universo cidiano: su hijo Diego. «No lo conocía y me entero de que muere luchando junto a los enemigos de su padre en la batalla de Consuegra [Toledo, 1097]. Diego está peleando codo con codo con Alfonso VI, el rey que, de pura rabia o envidia, no sé, destierra a su padre no una, sino dos veces, le quita casi todas sus propiedades, llega a apresar a Jimena y sus hijas, María y Cristina... Y también está con el conde Ordóñez, que también le tiene ojeriza al Cid desde hace muchos años», explica Narla.

Escultura de Diego Rodríguez, en el puente de San Pablo de Burgos.

Escultura de Diego Rodríguez, en el puente de San Pablo de Burgos.S. HERRERO

Cuanto más leía y más se documentaba, más disfrutaba el novelista indagando en el mundo, inmenso y nebuloso, del mito de Vivar. «Me pareció que había una profundidad humana en su historia muy importante... Creo que fue un hombre que se acabó condenando a sí mismo por su propia ambición, es una historia realmente trágica».

Padres e hijos

«Los temas paternofiliales me tocan profundamente y por eso parecen mucho en mis novelas. Yo tuve una relación complicada con mi padre y eso tiene una huella en todos mis libros», confiesa Narla.

«El motor de una novela es el conflicto y aquí tenemos el de un hijo que lleva el enorme peso sobre sus espaldas de ser el sucesor o el heredero de la leyenda de su padre, un guerrero despiadado y victorioso en todas las batallas en las que lucha... ¡Qué difícil tuvo que ser para él vivir bajo la sombra del Cid!», continua. «Diego no acabó en Valencia defendiendo la ciudad junto a sus padres, sino muy lejos. Algo pasó ahí que nos sabemos, pero que a mí me deja un campo enorme para la ficción... Yo narro que recibe la llamada de la medicina, el físico o maestro de llagas de las tropas del Ruy cautiva a Diego y este quiere ser médico en vez de guerrero como su progenitor».

Tres de los grandes protagonistas de ‘El buen vasallo’ son, por supuesto, Rodrigo, Jimena y Diego. Francisco Narla ha jugado con la verdad y la ficción para trazar las personalidades de este trío a lo largo de las más de 700 páginas de la novela. Se nota en la lectura que ha disfrutado. «Del Cid lo que más me interesaba era su parte final, desde el segundo destierro, y como él se desprende de ese viejo bulo de que fue un mercenario, porque en esa época lucharon todos contra todos. Además, Ruy dedicó la mayoría del tiempo para luchar para sí mismo, no a las órdenes de un señor. Yo lo presento como alguien obsesionado con formar parte de la nobleza, lo que finalmente le condena», asevera Narla.

«Por otra parte, tenemos a Diego, el hijo que se opone al padre, pero se siente obligado por él. Y en medio de ambos está una figura que creo que no está suficientemente reivindicada, que es Jimena. Si uno lee las crónicas, entre líneas se percibe que Jimena es en parte responsable en el éxito de su marido. Creo que era un matrimonio enamorado y muy bien avenido. Ahí está la carta de arras que se conserva en la Catedral de Burgos, donde el Cid, sin estar obligado, le da la mitad de lo suyo a Jimena, a lo moderno», señala entre risas el autor de la novela. «Está entre los dos ‘huracanes’ de la novela y sufre mucho por ello».

Además de este trío, brillan en ‘El buen vasallo’, los capitanes del Cid Menelik y Gacel, su camellero, el mercader Giovanni Orlandi, García Ordóñez o Álvar Fáñez, «al que desligo mucho de la leyenda», subraya Narla. «Y hay una buena cantidad de personajes poco importantes, pero que enseñan el mundo de ese momento. Los yeseros, los sogueros, los alpargateros... gente necesaria para hacer visible aquella época donde viven sus aventuras los protagonistas. Sin olvidar del juglar Martín, que da viveza a la novela».

El hijo del Cid, hoy

Apenas hay representaciones artísticas de Diego Rodríguez -o Diego Ruiz, según autores-. La más conocida es la escultura que hay en el puente de San Pablo de Burgos, justo enfrente de la imagen de su madre, Jimena, obras del artista alavés Joaquín Lucarini. Labrada en piedra de Hontoria, el hijo del Cid está en posición de descanso, con la espada y el escudo en tierra, esperando la batalla mientras mira al horizonte. «Conozco la escultura... Claro, he estado en Burgos y también en Consuegra, donde hay unas jornadas medievales donde recuerdan la figura de Diego», indica el autor. «Apenas hay dos párrafos sobre este personaje y los dos aluden sobre su muerte en Consuegra. Y hay historiadores que creen que un párrafo es copia del otro».

Quizá la publicación de ‘El buen vasallo’, que este miércoles presenta su autor en Burgos, aflore un nuevo interés por esta figura muy poco conocida de la historia cidiana que, como todo lo que rodeada a Ruy Díaz, siempre desprende una fascinación enorme.

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