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PRESENTACIÓN LITERARIA 

Julia Navarro: «Fascismo y comunismo se presentan hoy con ropajes y siglas distintas»

La escritora  presenta su último libro ‘El niño que perdió la guerra’ este jueves 14 de noviembre en la librería Hijos de Santiago Rodríguez, a partir de las 18.00 en el marco de la celebración de su 175 aniversario

Julia Navarro presenta su novela ' El niño que perdió la guerra' en Burgos.Juan Fernandez

Publicado por
Fuencisla Criado
Burgos

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Para una lectora empedernida, como ella misma se define, presentar su última novela en la librería más antigua de España es, seguramente, especial. Julia Navarro ha pasado toda su vida rodeada de palabras, primero como periodista hasta que se decidió llevar al papel sus propias historias en una aventura que 20 años después nos ha dejado la posibilidad de disfrutar de nueve novelas y varios ensayos.

La última vio la luz en septiembre y continúa reuniendo lectores en torno a ‘El niño que perdió la guerra’, (Plaza & Janés). Una novela que no tiene un origen único, sino que llevaba pensando años. «Es un libro que se ha gestado a lo largo de muchos años. Me ha costado toda una vida poder escribirlo. Es un compendio. En él están muchas de mis lecturas, mis preocupaciones, que son recurrentes en otros libros. En su escritura he tardado mucho tiempo», explica.

La nueva novela de Julia Navarro nos sitúa en los últimos momentos de la guerra civil española. Pablo, el hijo de una familia republicana, es enviado por su padre a la Rusia de Stalin, para salvarle de la represión franquista. Su vida, bajo las atrocidades del régimen soviético, marca el desarrollo de esta propuesta. Con historias paralelas que se desarrolla en España, donde su memoria y búsqueda pervive, y en Rusia, el país y hogar de acogida donde crece, Pablo crece al margen de sus orígenes. En el fondo, el poso de las guerras, donde los niños, todos los niños, son siempre víctimas. «Son los que pierden las guerras de sus padres».

LAS CLAVES DE LA NOVELA 

Si buscamos, el alma del libro se encuentra en el reflejo de la autora por mostrarnos su preocupación por el auge de los totalitarismos, «por el fanatismo en todo el mundo, por el desarraigo, la preocupación por los que tienen que dejar sus casas y buscar otra vida mejor, sobrevivir a la guerra y la violencia».

Portada de El niño que perdió la guerra

La narración nos lleva de la mano para conocer las vidas de los que sufren la misera y las consecuencias de la represión: del fascismo en España y del comunismo en Rusia. «El resultado de las ideologías totalitarias siempre es el mismo, cercenar la libertad de los ciudadanos».

En este contexto, Julia Navarro nos muestra, de nuevo en esta novela, una constante en su obra. «Cuando escribo, busco no dejar indiferente». Un planteamiento que intenta abrir ventanas al pensamiento de cada lector. «La historia hay que conocerla para entender cómo hemos llegado hasta aquí. Pero ese conocimiento no evita los errores, aunque sí puede ayudar a entender lo que pasa en el presente».

En un mundo actual, en el que Julia Navarro se confiesa «pesimista», ya que la máxima de ‘hay que conocer la historia, para no repetirla’, considera que no se ajusta a la realidad.

«Se siguen cometiendo errores. Si no son iguales, son parecidos. En el libro los personajes sufren la represión del fascismo y el comunismo. Las dos corrientes ideológicas hoy se presentan con ropajes y siglas distintas».

La novela refleja también la voz de las dos madres de Pablo. La biológica, Clotilde Sanz y Anya Petrova, la adoptiva. Ambas se rebelan contra el poder en todas sus vertientes; el político, el conyugal y el social. Luchan por salir adelante sin perder su propia identidad, «las mujeres siempre hemos estado ahí, aunque la historia nos la han contado los hombres como principales protagonistas». Son dos creadoras que nos muestran también lo peligroso que es para el pensamiento totalitario, la libertad, el juicio individual, lejos del adoctrinamiento, del control de las masas.

El poder de la educación, de la cultura a través de la música, la poesía, el arte y la creatividad, como armas para luchar contra la represión y abrir una pequeña ventana a la esperanza, a la vida. En Rusia se establecía, por ejemplo, hasta que «tipo de música se podía escuchar, y tocar el piano. Fuera de estas consignas era un acto revolucionario». Y en España una caricatura te podía llevar a la cárcel.

Una situación que no por ser historia ha quedado atrás. En la actualidad, la escritora señala los dictados del movimiento Woke, que está imponiendo su censura en libros, películas o cuadros. Para Julia Navarro se trata de un movimiento que nació con «buenas intenciones», pero que «se ha convertido en una gran inquisición que llega a todos los rincones. Es escandaloso que en universidades importantísimas, o en las escuelas, se prohíba estudiar a determinados autores, debatir temas porque lo encuentran políticamente incorrecto». Navarro recalca que «No solo pasa en Estados Unidos, también se ha ido contagiando Europa y es peligroso porque es la instauración de la censura».

En la creación de esta propuesta, Julia Navarro refleja una vida donde los libros han formado parte indisoluble de su trayectoria. Es la documentación de base que ha servido a esta lectora voraz para dar vida a sus personajes. «No habría podido escribir este libro sin muchas de mis lecturas a lo largo de los años». En sus páginas seguimos el eco  de los grandes escritores rusos, con las citas a Boris Pasternak, la poesía de Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva. O las biografías de las personas que vivieron el horror de las Checas y del Gulag. «Voces que sobrevivieron y pudieron narrarlo»

Mientras Julia Navarro continúa apuntando en su libreta personal, ideas para continuar escribiendo otros tantos libros.

De momento, tenemos la posibilidad de buscar en esta obra, lo que cada lector necesite. Quizá nos abra las puertas a otras lecturas, nuevos libros, escritores, nos ayude a reflexionar sobre el pasado y su reflejo en el presente. La posibilidad de hacernos pensar en todos los Pablos que todavía siguen perdiendo las guerras de sus mayores.