El Correo de Burgos

«A los grandes festivales-negocio siempre van los mismos con mensajes vacíos»

AQuemarropa, banda encargada de cerrar la primera edición del Dale Gas, mantiene intacta su impronta reivindicativa tras 18 años de trayectoria con el «apoyo mutuo» del punk siempre presente

AQuemarropa pondrá el broche de oro a la primera edición del festival Dale Gas.

AQuemarropa pondrá el broche de oro a la primera edición del festival Dale Gas.AQUEMARROPA

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Carpe diem. Lo más importante para AQuemarropa es el presente. O el futuro a muy corto plazo. Partido a partido, la banda burgalesa solo piensa en cerrar la primera edición del festival Dale Gas, el sábado 30 de noviembre en el Andén 56, con el puño en alto y el público exhausto. El resto ya llegará. 18 años de trayectoria a sus espaldas dan para mucho. La madurez se nota, compositivamente hablando, y aún queda mucho que decir, cantar y gritar.

«No sabemos si tendrá continuidad, pero esperamos que sí la tenga», afirman Juan (voz), Harry (bajo), Graja (batería), JD y Hermo (guitarras). Responden al unísono porque como grupo son uno. Una máquina de Oi!, punk y hardcore perfectamente engrasada, de sobra reconocida en el underground estatal, que no duda en brindar por «cualquier iniciativa que impulse esta música en la ciudad y amplíe la oferta de ocio».

AQuemarropa encaja como anillo al dedo en el cartel del Dale Gas. La Peste, Distorsión, Rat-zinger y Tropa do Carallo. Cada cual con su impronta y sus variantes sonoras, pero todos en el mismo barco. Además, «siempre es un gusto» ver a Evaristo Páramos en directo. Alguien que «ya forma parte de la historia del punk en este país y en el resto del globo» aunque, no lo ocultan, echen «de menos algún tema de La Polla Records». Aun así, encantados de volver a coincidir con él por segunda vez. La primera, allá por 2013, fue en la sala Santana 27 de Bilbao. Tocaron junto a Gatillazo y Non Servium.

Cumplida la mayoría de edad, el combo burgalés no se plantea aún la celebración de su 20 aniversario. Lo que sí brotan en el local de ensayo son nuevos temas, aunque todavía es pronto para un próximo álbum porque su última referencia, A Sangre y Fuego (2022), todavía tiene unos cuantos cartuchos pendientes de quemar sobre el escenario.

«No vivimos de la música ni pretendemos hacerlo. Es una pasión que nos acompaña desde muy pequeños», reconoce la banda mientras deja claro que su principal pretensión siempre fue -y será- brindar al oyente «una herramienta para difundir nuestro mensaje desde los márgenes». Desde sus inicios, AQuemarropa siempre ha llevado a gala su compromiso político a favor de los más desfavorecidos. No solo en clave social, sino también dentro de un mundillo que, por muy reivindicativo que pueda parecer, esconde infinidad de miserias.

Sobre esta cuestión, la banda no se corta ni un pelo a la hora de pronunciarse. «El punk y todos sus derivados abogan por el apoyo mutuo y la no competición. Quien apuesta por lo contrario sobra en esa escena», esgrimen antes de hacer especial hincapié en la necesidad de «apoyar los espacios autogestionados y todas las iniciativas politizadas que vienen desde abajo».

La postura de AQuemarropa constituye, sin duda, una enmienda a la totalidad a la sociedad de consumo. Si hablamos de música, una de cal y otra de arena. Por un lado, «ciertos estilos han resurgido con mucha fuerza y con un relevo generacional importante que nutre ese underground». Por otro, «vemos todo el daño que han hecho los grandes festivales-negocio donde siempre van los mismos con mensajes vacíos». Y ante esa tesitura, su posicionamiento es inamovible: «Hay que arropar al pequeño siempre».

Si apostar por una fusión de estilos rechazados de antemano por la radiofórmula es sinónimo de pasión visceral, dotar a las canciones de contenido político puede resultar sumamente arriesgado. «Cuando el Estado estaba deteniendo y judicializando a artistas por tratar ciertos temas, hemos llegado a analizar algunas letras para estar prevenidos», reconocen. Sin embargo, hasta la fecha nunca han cambiado «ni una palabra».

La censura, hasta el día de hoy, jamás se ha cruzado en su camino. No al menos de manera explícita, pero «indirectamente por el carácter político de nuestras letras seguro que en muchas ocasiones». En cualquier caso, se niegan a claudicar porque les parece imprescindible «seguir denunciando injusticias». Entre ellas, «el genocidio y masacre que está llevando a cabo el Estado de Israel contra el pueblo palestino ante la complicidad de toda la comunidad internacional».

De puertas hacia dentro, en lo que Burgos se refiere, AQuemarropa celebra que la escena local siempre haya gozado de «buena salud tanto a nivel de bandas como en la práctica del ‘hazlo tú mismo’». Por lo que perciben, las nuevas generaciones vienen pisando fuerte y «hay un montón de gente joven haciendo grupos, expresándose y organizándose aunque no salgan en los grandes medios». No en vano, echan en falta «espacios más pequeños y accesibles donde poder organizar y tocar al margen de los grandes aforos, como en este caso el Andén 56».

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